¿Qué pasa después del cáncer de vejiga?

El cáncer de vejiga puede categorizarse en dos tipos según la invasión o no del músculo de la pared de la vejiga urinaria. La elección del enfoque quirúrgico dependerá del grupo al que pertenezca:

Cáncer de vejiga sin invasión muscular: las células cancerosas se encuentran solo en la capa superficial de la vejiga y no han llegado a las capas musculares más profundas. Es decir, la enfermedad está en una etapa inicial. El abordaje quirúrgico para este tipo de cáncer implica opciones menos invasivas, como la resección transuretral asociada o no a tratamiento intravesical complementario, generalmente BCG. La mayoría de las personas quedan definitivamente curadas, excepto algunas que pueden recaer a nivel local y algunas pueden progresar a cáncer infiltrante después de superarlo.

Cáncer de vejiga con invasión muscular: cuando el cáncer de vejiga invade el músculo, en ocasiones el abordaje quirúrgico consiste en extraer una parte o toda la vejiga. Este procedimiento de extracción se denomina cistectomía.

Independientemente del tipo de cáncer de vejiga, la perspectiva para las personas que han superado el cáncer de vejiga en España es esperanzadora. Aproximadamente, el 75% de los hombres y el 70% de las mujeres que se han enfrentado a esta enfermedad han logrado superarla. Algunas personas pueden beneficiarse de tratamiento conservador de la vejiga urinaria efectuándose resección transuretral asociada a quimioterapia y radioterapia. En otros pacientes se puede efectuar una reconstrucción de la vejiga con una nueva vejiga (neovejiga) a partir de intestino delgado.

Sin embargo, es importante tener en cuenta que la superación de esta enfermedad puede conllevar secuelas, dependiendo del tipo, el abordaje quirúrgico y la fase del cáncer de vejiga:

Posibles secuelas

Después de superar el cáncer, es importante considerar la posibilidad de experimentar algunos cambios o secuelas. Estos cambios pueden variar de una persona a otra y dependen de varios factores, como el abordaje quirúrgico, la invasión muscular y la situación individual de cada persona.

Tal y como ocurre en otros procesos oncológicos, los pacientes que han superado un cáncer de vejiga pueden presentar secuelas más generales, tanto físicas como emocionales.

Por un lado, entre las secuelas físicas destacan la fatiga persistente, el dolor o rara vez, pérdidas de memoria.

La fatiga puede ser un reto significativo, ya que afecta a los niveles de energía y a la capacidad para realizar las actividades diarias. Además, algunas personas pueden experimentar molestias o dolor residual relacionado con el tratamiento recibido. La pérdida de memoria, aunque menos común, también puede presentarse en algunos individuos.

Por otro lado, las secuelas emocionales son otro aspecto importante para considerar después de superar el cáncer. El miedo a la recurrencia, la ansiedad y la dificultad para recuperar el ritmo de vida anterior son algunas de las secuelas más comunes que pueden aparecer.

La preocupación sobre la posible recaída después de superar la enfermedad puede producir ansiedad. La incertidumbre a largo plazo puede generar pensamientos intrusivos que impactan negativamente en la calidad de vida.

A su vez, la adaptación a una rutina normal puede convertirse en un proceso complejo, provocando emociones encontradas, desde alegría y gratitud, hasta ansiedad sobre la gestión de cambios en la salud y la reintegración social.

Además de estas secuelas más generales, el cáncer de vejiga puede dar lugar a secuelas específicas derivadas del abordaje quirúrgico realizado:

Secuelas post resección transuretral: incontinencia urinaria o infecciones de orina de repetición.

La resección transuretral es un abordaje quirúrgico poco invasivo que se emplea como diagnóstico, determinando el grado de invasión del cáncer de vejiga en el músculo y como tratamiento, en la etapa temprana de la enfermedad.

Los efectos secundarios de esta cirugía son generalmente leves y de poca duración, como dolor o sangrados tras la operación. Sin embargo, cuando esta técnica se realiza varias veces, puede provocar que la vejiga cicatrice y no pueda almacenar mucha orina, causando posibles secuelas como el deseo de orinar frecuentemente o incluso incontinencia urinaria.

Secuelas tras la cistectomía:

Para casos más avanzados la cistectomía se presenta como el abordaje quirúrgico de elección.

Existen distintos tipos de cistectomías:

  • Cistectomía parcial: esta operación se realiza cuando únicamente hay una parte del tejido afectado. La ventaja de este procedimiento es que el órgano sigue siendo funcional y no hace falta reconstruir el tejido.
  • Cistectomía radical: el objetivo de esta cirugía es extirpar toda la vejiga junto con los ganglios linfáticos. Sin embargo, una vez extirpado el órgano, deja de ser funcional y se debe realizar una cirugía de derivación, cuyo objetivo es derivar la orina para conducirla fuera del cuerpo.

La derivación urinaria se puede realizar mediante distintas cirugías:

  • Derivación incontinente: este procedimiento se caracteriza porque no se controla el flujo de orina que sale del cuerpo. En esta intervención, se conecta la parte final del intestino con los uréteres (encargados de transportar la orina desde los riñones hasta la vejiga), esta unión se denomina conducto ileal. Este conducto se conecta a una abertura en la piel, denominada estoma, donde se encuentra una pequeña bolsa que almacena la orina. Una vez llena, se vacía.
  • Derivación continente: en esta técnica, se forma un saco con una parte del intestino y se conecta a los uréteres. Un extremo de este saco se conecta con la estoma y se crea una válvula que permite almacenar la orina en el interior del saco. Después, cuando se quiera vaciar, la orina acumulada se expulsa colocando un catéter en la válvula de la estoma. La ventaja de esta cirugía es que la orina se almacena dentro, sin necesidad de utilizar una bolsa externa.
  • Neovejiga: en este caso, se genera una “vejiga” (neovejiga) utilizando una porción de intestino. La neovejiga se conectará a los uréteres y a la uretra, por lo que la orina se redirige de nuevo desde los riñones hasta la uretra para ser expulsada.

Las principales secuelas de las cistectomías, especialmente de la radical, son lo cambios en la evacuación de orina (incontinencia urinaria y alteraciones en la micción) y los cambios sexuales.

Por un lado, la incontinencia urinaria se define como la pérdida involuntaria de orina, lo que afecta la comodidad y la confianza del individuo. Además, la forma en la que se evacúa la orina puede cambiar, lo que conlleva un periodo de adaptación y aceptación. Por otro lado, los cambios sexuales varían en función del género.  En el caso de los hombres, la cistectomía puede tener implicaciones en la función eréctil; la alteración en la irrigación sanguínea puede afectar la capacidad de mantener una erección. En mujeres, la cistectomía puede influir en la respuesta sexual, ya sea a través de cambios hormonales o ajustes en la anatomía.

Además de estos cambios tras la cistectomía, la derivación de la orina puede dar lugar a infecciones, incontinencia, obstrucción del flujo de la orina, piedras en la bolsa o problemas de absorción.

Recomendaciones

La aparición de secuelas puede impactar directamente en la vida de la persona que ha superado esta enfermedad. Existen una serie de recomendaciones que se pueden seguir para lograr mitigar o atenuar el impacto de estas secuelas.

Recomendaciones para personas que han superado un cáncer de vejiga sin invasión muscular:

  • Mantenimiento de la salud vesical: implementar hábitos saludables, como la hidratación adecuada y evitar el tabaquismo y el alcohol, puede contribuir a cuidar la vejiga y reducir el riesgo de recurrencia.
  • Entrenamientos de vejiga: en el caso de aparición de incontinencia, entrenar el músculo es fundamental. Para ello, se recomiendan las siguientes acciones:
    • Intentar establecer unos horarios específicos.
    • Ir al baño antes de realizar una actividad intensa y justo antes de acostarse.
    • Mantener una dieta equilibrada, un exceso de peso puede ejercer presión sobre la vejiga.
    • Utilizar compresas absorbentes en la ropa interior.
    • Limitar el consumo de alcohol y fumar.
    • Controlar el volumen de líquidos, evitando consumir mucha agua antes de dormir.
    • Hacer ejercicios de Kegel, en los cuales se contrae y relaja el músculo de la vejiga.
  • Seguimiento médico regular: programar revisiones médicas periódicas para un seguimiento continuo y la detección temprana de posibles signos de recurrencia.
  • Estilo de vida activo: incorporar actividad física regular, adaptada a las capacidades de cada persona, puede ser beneficioso para la salud física y el bienestar emocional.

Recomendaciones para personas que han superado un cáncer de vejiga con invasión muscular:

  • Adaptación a cambios en la evacuación de orina:
    • Rehabilitación: participar en programas de rehabilitación guiados por profesionales para aprender técnicas que faciliten la adaptación a los cambios en la micción.
    • Asesoramiento psicológico: buscar apoyo psicológico para lograr superar los desafíos emocionales asociados a la adaptación a la nueva rutina de evacuación de orina.
    • Entrenamiento de vejiga: en caso de cistectomía parcial, se pueden realizar las acciones descritas anteriormente.
  • Afrontar cambios sexuales:
    • Participación en asociaciones de pacientes: unirse a grupos de apoyo puede proporcionar una red de personas que han pasado por experiencias similares, compartiendo consejos y estrategias.
    • Involucramiento de la pareja: fomentar una comunicación abierta con la pareja y considerar la posibilidad de buscar asesoramiento para fortalecer la relación.

 

En conclusión, tras superar el cáncer de vejiga es posible que aparezcan secuelas físicas y emocionales. Con el objetivo de disminuir su impacto, se recomienda mantener la salud de la vejiga, realizar ejercicio dentro de sus posibilidades y seguir un estilo de vida saludable.

Referencias

  1. Vida después del tratamiento de cáncer de vejiga– American Society of Clinical Oncology
  2. Managing Life After Bladder Cancer– cxbladder
  3. La vida con desviación urinaria y urostomía – Oncolink
  4. Cirugía de extracción de la vejiga (cistectomía) – Mayo Clinic
  5. Cáncer de vejiga: supervivencia – Asociación española contra el cáncer https://www.contraelcancer.es/es/todo-sobre-cancer/tipos-cancer/cancer-vejiga/pronostico
  6. Tipos de cáncer de vejiga– Instituto Nacional del Cáncer
  7. Cirugía para el cáncer de vejiga – American Society of Clinical Oncology
  8. Incontinencia urinaria – Cancer.net

¿Qué pasa después del cáncer de mama?

La superación del cáncer de mama ha mostrado un progreso significativo en las últimas décadas. Según las estadísticas, las tasas de superación del cáncer de mama en España han aumentado notablemente, brindando perspectivas más positivas y esperanza a las mujeres afectadas. En España, se estima que más del 80% de las mujeres diagnosticadas con cáncer de mama logran superar la enfermedad y continúan con una vida plena y saludable.

 

Sin embargo, es importante reconocer que la vida después del cáncer de mama puede presentar desafíos importantes, ya que las mujeres que han superado la enfermedad pueden presentar secuelas físicas, emocionales, sociales y laborales. Afortunadamente, se trabaja activamente en abordar estas secuelas y se están encontrando soluciones que permiten mejorar la calidad de vida de las mujeres que han superado la enfermedad. Actualmente, existen entidades y organizaciones comprometidas en brindar apoyo y promover las investigaciones, aportando esperanza en que cada vez más mujeres puedan superar con éxito los desafíos que surgen después del cáncer.

 

Principales secuelas físicas después de un cáncer de mama

 

Tal y como se ha mencionado anteriormente, es común que aparezcan una serie de secuelas físicas tras superar el cáncer de mama. A continuación, se enumeran algunas de las principales secuelas físicas que pueden surgir después del cáncer de mama y se brindan algunas pautas para afrontarlas:

 

  • Cicatrices y cambios en la apariencia física: algunos procedimientos quirúrgicos como las mastectomías pueden dejar cicatrices visibles y provocar cambios en la apariencia física. Es importante tener en cuenta que, a pesar de que las mastectomías pueden comportar secuelas físicas y psicológicas muy duras, siguen siendo un tratamiento muy eficaz para la eliminación completa de las células cancerosas. Considerar opciones de reconstrucción mamaria y buscar apoyo emocional pueden ayudar a afrontar estos cambios.

 

  • Pérdida de masa muscular: Por otro lado, la cirugía y los tratamientos como la quimioterapia también pueden contribuir a la pérdida de masa muscular. Mantener un estilo de vida activo y saludable, realizar ejercicios de fuerza y seguir una dieta equilibrada pueden ayudar a contrarrestar la pérdida de masa muscular y promover la recuperación física.

 

  • Linfedema y pérdida de la función del brazo: el linfedema es una acumulación de líquido en los tejidos, generalmente en el brazo, que puede ocurrir tras la extirpación de los ganglios linfáticos. El manejo adecuado incluye el uso de prendas de compresión y ejercicios específicos. Es muy recomendable seguir las precauciones para prevenirlo y prestar especial atención a la extremidad afectada, consultando al médico si se presenta dolor, dificultades de movimiento o inflamación.

 

  • Alteraciones cutáneas: además de los edemas , como el linfedema o la retención de líquidos en otras partes del cuerpo, algunos tratamientos como la quimioterapia y la radioterapia también pueden causar otras alteraciones cutáneas, como sequedad, picor, úlceras o cicatrices. Mantener una buena rutina de cuidado de la piel, utilizar productos suaves y proteger la piel del sol son algunas medidas para mantener la salud de la piel.

 

  • Fatiga, debilidad y cansancio: la fatiga es uno de los efectos adversos más comunes del cáncer y su tratamiento. Es importante escuchar y respetar las necesidades del cuerpo, descansar lo suficiente, realizar ejercicio físico ligero, además de seguir una dieta equilibrada.

 

  • Cambios en la salud ósea: algunos tratamientos para el cáncer de mama pueden afectar la salud ósea, aumentando el riesgo de osteoporosis. Mantener una dieta equilibrada con un aporte suficiente de calcio y vitamina D, así como realizar ejercicio físico pueden ayudar a mantener la salud ósea.

 

  • Menopausia precoz: algunos tratamientos pueden generar la menopausia a una edad anterior a la prevista, lo cual puede tener consecuencias negativas en la calidad de vida y en la salud en general. Es importante consultar con un médico especialista para gestionar los síntomas de la menopausia y considerar opciones de terapia hormonal o terapias alternativas.

 

  • Deterioro cognitivo: frecuentemente, las personas que han sufrido cáncer refieren problemas para procesar la información o para recordar ciertos detalles o palabras. Algunos consejos útiles que se pueden seguir son: anotar aquello que sea importante recordar, repetir en voz alta nombres y frases importantes para facilitar la memorización y utilizar reglas mnemotécnicas o pistas que nos ayuden a recordar.

 

 

Regreso al trabajo

 

Casi la mitad de las mujeres diagnosticadas de cáncer de mama se encuentran en edad laboral. Después del cáncer de mama, es posible que las secuelas físicas que enfrentan las mujeres afecten su capacidad para desempeñarse en el trabajo. Por ejemplo, la fatiga, el dolor crónico, el linfedema y los problemas cognitivos pueden dificultar ciertas tareas laborales y, por lo tanto, dificultar el retorno al lugar de trabajo y/o requerir ciertas medidas de adaptación.

 

Es importante reconocer estas secuelas para poder solicitar ajustes razonables, en caso de que sean necesarios, cuando se decida regresar al trabajo. En función de las secuelas físicas, pueden requerirse adaptaciones en el lugar de trabajo, como la instalación de rampas o elevadores, ajustes ergonómicos para mejorar la comodidad o la asignación de espacios de trabajo accesibles. Algunas mujeres pueden necesitar ajustes en las tareas o responsabilidades, que pueden incluir la redistribución de tareas, cambios en las demandas físicas o adaptaciones en las expectativas de rendimiento. Por otro lado, también puede ser necesaria una mayor flexibilidad en el ritmo de trabajo para gestionar la fatiga u otras secuelas físicas, por ejemplo haciendo pausas regulares o adaptando los horarios a las necesidades individuales. Así mismo, la flexibilidad en los horarios también puede ser importante para acomodar visitas médicas o terapias de seguimiento.

 

Por lo tanto, es importante planificar la vuelta al trabajo, por ejemplo tener una reunión con el responsable de la empresa antes de incorporarse, de forma que se detallen el momento adecuado para la vuelta, el régimen de trabajo, horario, funciones, etc. En caso de ser necesario cambiar de trabajo, las entidades de la FECEC, Junts contra el càncer, ofrecen un servicio de orientación laboral gratuito que tiene el objetivo de acompañar y dar apoyo a las personas que han sufrido un cáncer y buscan un trabajo adaptado a sus necesidades emocionales y físicas.

 

 

Secuelas emocionales y cambios en las relaciones sociales

 

Las secuelas físicas pueden desencadenar, a su vez, secuelas emocionales que pueden tener un impacto significativo en la salud emocional y en las relaciones sociales de las mujeres que han superado un cáncer de mama. Algunas de las secuelas emocionales comunes después del cáncer de mama son:

 

  • Ansiedad y miedo: el temor a una posible recaída, la incertidumbre sobre el futuro y los cambios físicos pueden provocar preocupación constante y nerviosismo.

 

  • Depresión: la carga emocional de la enfermedad, los desafíos físicos y los cambios en la vida cotidiana pueden contribuir a sentimientos de tristeza, desesperanza y falta de interés en las actividades que antes resultaban placenteras.

 

  • Cambios en la autoestima: las secuelas físicas, como las cicatrices, la pérdida de masa muscular o los cambios en la imagen corporal, también pueden afectar la autoestima de las mujeres, que pueden experimentar una disminución de la confianza en sí mismas y una imagen corporal negativa.

 

  • Cambios en las relaciones sociales: algunas personas pueden sentirse incomprendidas o experimentar dificultades para relacionarse con los demás debido a los cambios físicos o emocionales. Además, pueden surgir cambios en las dinámicas familiares o de pareja como resultado de la experiencia del cáncer.

Estas secuelas emocionales pueden tener un impacto significativo en la calidad de vida de las mujeres que han superado la enfermedad y, por eso, es de suma importancia abordarlas correctamente. Pedir ayuda puede ser clave para poder disponer de las herramientas necesarias para afrontar los desafíos y avanzar hacia una vida satisfactoria después del cáncer de mama.


Recomendaciones

 

A continuación, se presentan algunos consejos prácticos y recomendaciones que pueden ser de ayuda para superar los desafíos que aparecen tras haber superado un cáncer de mama:

  • Apoyo médico y psicológico: mantén una comunicación regular con tu equipo médico y profesionales de la salud; ellos podrán ofrecerte información específica sobre las secuelas físicas y emocionales, además de ayudarte a gestionarlas. Considera también la posibilidad de recibir terapia psicológica o unirte a grupos de apoyo donde puedas compartir tus experiencias y recibir el apoyo de otras personas que han pasado por situaciones similares. Aquí encontrarás servicios de orientación y soporte psicológico. Además, practicar técnicas de relajación como la meditación o mindfulness puede ser de gran ayuda para reducir el estrés y promover el bienestar emocional.

 

  • Compartir la experiencia con tus seres queridos: compartir tus preocupaciones y sentimientos con tu familia y amigos cercanos puede brindarte un valioso apoyo. No tengas miedo de expresar tus necesidades y pedir ayuda cuando la necesites. La comprensión y el apoyo de tus seres queridos pueden marcar una gran diferencia en tu proceso de recuperación. Las entidades de la FECEC, Junts contra el càncer, ofrecen diferentes recursos y servicios de apoyo que pueden ser de gran ayuda tanto para el paciente como su familia.

 

  • Educación sobre las secuelas físicas: conocer qué cambios pueden ocurrir después del cáncer te ayudará a manejar mejor las expectativas y a buscar opciones adecuadas. Puede ser de gran interés participar en programas educativos y grupos de apoyo que te ofrezcan información sobre el manejo de las secuelas (prevención del linfedema, asesoramiento nutricional y de actividad física, etc.).

 

  • Rehabilitación física: si experimentas secuelas físicas, como pérdida de masa muscular o limitaciones en la movilidad del brazo, los programas de rehabilitación física pueden ayudarte a recuperar la fuerza, la flexibilidad y la funcionalidad. Las entidades de la FECEC, Junts contra el càncer, ofrecen un servicio de rehabilitación para tratar las secuelas de los tratamientos, como por ejemplo rehabilitación para laringectomizados o drenaje linfático, y terapias manuales como masajes o reflexoterapia.

 

  • Mantener un estilo de vida saludable: adoptar hábitos saludables puede ayudarte a promover tu bienestar general: mejorar los niveles de energía, fortalecer tu sistema inmunológico y mejorar tu estado de ánimo. Practicar ejercicio físico regularmente (por ejemplo ejercicios de fuerza, yoga u otras actividades deportivas en grupo), en general, resulta muy recomendable después del cáncer. Por otro lado, también es importante seguir una dieta equilibrada. Las entidades de la FECEC también ofrecen asesoramiento dietético, además de otros talleres y actividades que pueden ser de gran interés como por ejemplo: reiki, sofrología, chikung, risoterapia, musicoterapia, taller de respiración, costura, etc.

 

  • Recomendaciones en el ámbito laboral: si has decidido regresar al trabajo y crees que puedes enfrentarte a ciertas dificultades, comunícate con recursos humanos o con tu responsable para discutir posibles ajustes razonables. Explícales tus necesidades y los desafíos que puedas enfrentar debido a las secuelas físicas o emocionales para decidir qué adaptaciones puedes necesitar. Por otro lado, en caso de ser necesario cambiar de trabajo, aquí podrá encontrar un servicio de orientación laboral gratuito. Entre los recursos y servicios ofrecidos por las entidades de la FECEC también encontrarás un servicio de asesoramiento legal, así como soporte para resolver dudas administrativas.

 

Podrás encontrar estas recomendaciones y más información de interés sobre la vida después del cáncer en nuestros webinarsDiálogos después del cáncer”.

Referencias

 

La Vanguardia –   Las secuelas físicas derivadas del cáncer de mama.

SEOM – Las cifras del cáncer en España 2023

Secuelas del cáncer de mama: cómo superarlas

Cristina Roldán – Principales secuelas en el cáncer de mama

Cancer.net – Efectos secundarios a largo plazo del tratamiento del cáncer

Vivar CG. Impacto psicosocial del cáncer de mama en la etapa de largasupervivencia: propuesta de un plan de cuidados integralpara supervivientes. Aten Primaria. 2012;44(5):288-292

FECEC – Más allá de la mastectomía

FECEC – Linfedema: qué es y cómo prevenirlo

FECEC – Qué es y cómo combatir la fatiga después del cáncer

FECEC – La osteoporosis: una secuela frecuente después del cáncer

FECEC – El silencio de la menopausia precoz

FECEC – Retención de líquidos después del cáncer: recomendaciones y consejos

FECEC – ¿Cambios en la piel después del cáncer, hay que tomar precauciones especiales? FECEC – Miedo a la recaída: uno de los aspectos emocionales más comunes

FECEC – Cambios en la imagen corporal, cómo mejorar la autoestima

FECEC – Cambios en las relaciones sociales: cómo reemprender el camino

FECEC – Cómo prepararse para la vuelta al trabajo

FECEC – ¿Es habitual tener problemas de concentración y memoria después del tratamiento?

FECEC – Cicatrices después del cáncer de piel: ¿Hay remedio?

FECEC – Micropigmentación, devolviendo el color a la autoestima

FECEC – Mindfulness: conecta con el aquí y ahora

FECEC – Gestión del estrés después del cáncer

FECEC – Compartir la experiencia después del cáncer

FECEC – ¿Es recomendable hacer ejercicios de fuerza después de un cáncer?

FECEC – ¿Es recomendable hacer ejercicio después del tratamiento?

FECEC – El papel de la dieta en la recuperación

FECEC – Beneficios del yoga después del cáncer

FECEC – Nuevas actividades deportivas después del cáncer de mama

FECEC – Soporte y servicios

FECEC – Diálogos después del cáncer

Los efectos neurotóxicos más frecuentes

La neurotoxicidad es una complicación del tratamiento que aparece cuando los fármacos actúan sobre los nervios periféricos o sobre el sistema nervioso central, formado por la médula espinal y el cerebro.

El sistema nervioso se divide en dos partes:

Causas de los efectos neurotóxicos

Aunque los efectos neurotóxicos se relacionan más frecuentemente con la quimioterapia, también pueden asociarse a otras causas:

  • Cáncer: los síntomas pueden ser causados por un tumor en el cerebro o la médula espinal (o que ha hecho metástasis en dichas áreas), o bien por un tumor en otra parte del cuerpo que comprime un nervio periférico.
  • Cirugía: al extirpar un tumor o realizar una biopsia, algún nervio puede quedar dañado.
  • Radioterapia: en el cerebro, la médula espinal, el cuello u otra parte del cuerpo (si durante la terapia hay afectación de los nervios periféricos).
  • Medicamentos que pueden afectar el sistema nervioso, como los opioides o los anticonvulsivos.
  • A consecuencia de otros efectos secundarios asociados al cáncer, como la anemia o la fatiga.

Asimismo, existen otras enfermedades que pueden afectar los nervios o al sistema nervioso central (diabetes, alzhéimer, infecciones, esclerosis múltiple, etc.) y manifestarse con algunos de los síntomas mencionados.

 

Principales grupos de efectos neurotóxicos: síntomas y duración

Los efectos neurotóxicos pueden aparecer durante el tratamiento, poco después de acabarlo o al cabo de unos años. Aunque, generalmente, son reversibles, ocasionalmente pueden quedar daños irreversibles. En consecuencia, en función del momento de aparición, duración y los síntomas concretos, se pueden distinguir los siguientes seis grupos de efectos neurotóxicos inducidos por quimioterapia:

Principales características de cada tipo de efecto neurotóxico.

Los dos efectos neurotóxicos que destacar debido a su frecuencia en personas que han superado un cáncer son la neuropatía periférica y el conocido como efecto quimiocerebro.

 

Neuropatía periférica

La neuropatía periférica es el efecto neurotóxico más frecuente. Tal y como su nombre indica, se debe a la afectación del sistema nervioso periférico. Suele afectar a ambos lados del cuerpo y, normalmente, los síntomas aparecen en las manos y los pies (ascendiendo con el tiempo por los brazos y las piernas). En general, se siente un hormigueo o entumecimiento, aunque también puede parecerse a un pinchazo, un dolor ardiente o sensibilidad a la temperatura. Al no existir un tratamiento específico, lo más importante es suspender el agente neurotóxico cuando se desarrolla la neurotoxicidad. Una vez interrumpido el tratamiento, los síntomas suelen desaparecer progresivamente. Asimismo, para el alivio de los síntomas se recomienda combinar la terapia física (masaje, acupuntura…) con medicamentos, y algunos estudios indican que la actividad física puede ser beneficiosa. También es aconsejable proteger las extremidades de las temperaturas extremas y vigilar la temperatura del agua y los alimentos refrigerados.

 

Efecto quimiocerebro

El efecto quimiocerebro es la principal afectación del sistema nervioso central. Puede aparecer cuando los fármacos tienden a alterar el hipocampo, una región del cerebro con especial importancia en la memoria y el aprendizaje. Este tipo de neurotoxicidad se identifica por un deterioro cognitivo, el cual puede incluir problemas de memoria, dificultad para razonar, concentrase o aprender. Los síntomas suelen remitir gradualmente y durar poco tiempo, pero como el estudio del deterioro cognitivo en cáncer es relativamente reciente, aún hay pocos estudios a largo plazo sobre la evolución de estos síntomas. La mayoría de los síntomas tienden a ser transitorios y remiten gradualmente con el tiempo. Para ayudar en el manejo de estos síntomas, se recomienda la terapia cognitiva-conductual (conducida por un psicólogo), la rehabilitación cognitiva, el ejercicio físico y la meditación. Es recomendable anotar aquello que sea importante, usar reglas mnemotécnicas o repetir en voz para facilitar la memorización.

 

Gestión de los síntomas a largo plazo

Ante la ausencia de un tratamiento eficaz para la neurotoxicidad, lo más recomendable son el reconocimiento precoz y la monitorización neurológica de las personas que han sido tratadas con agentes neurotóxicos. No obstante, existen diferentes opciones para ayudar en el manejo de los síntomas que perduran en el tiempo:

  • Medicamentos: pueden ayudar o tratar algunos síntomas como el dolor, las náuseas, el vértigo o la inflamación.
  • Rehabilitación: fisioterapia, terapia del habla, evaluación neuropsicológica (para determinar la función cognitiva) o terapia ocupacional (trabajar las habilidades motoras para las actividades cotidianas).
  • Cambios en el hogar: el objetivo es reducir el peligro. Es recomendable vigilar cuando se manipula el frigorífico o la temperatura del agua, puesto que el agua fría puede desencadenar los síntomas. Instalar agarraderas en el baño o usar alfombras antideslizantes.

Como ya se ha mencionado en el caso de la neuropatía periférica y del efecto quimiocerebro, también existen recomendaciones específicas según el tipo de neurotoxicidad.

 

Conclusiones

Los efectos neurotóxicos pueden tener un impacto significativo en la calidad de vida de las personas en tratamiento o que han cronificado el cáncer, aunque la mayoría remiten una vez finalizado el tratamiento. Al existir la posibilidad que la neurotoxicidad tarde más en manifestarse y para controlar su evolución, es importante que quienes han superado un cáncer y han recibido tratamiento con agentes neurotóxicos estén atentos a la aparición de posibles síntomas y que no interrumpan las visitas con el equipo de atención médica.

 


Referencias

Cancer.net – Efectos secundarios sobre el sistema nervioso

FECEC – Neurotoxicidad, complicaciones después de la quimioterapia

FECEC – Qué es y cómo combatir la fatiga después del cáncer

FECEC – ¿Es recomendable hacer ejercicio después del tratamiento?

FECEC – ¿Es habitual tener problemas de concentración y memoria después del tratamiento?

Instituto Nacional de Seguridad  e Higiene en el Trabajo (INSHT) – NTP 487: Neurotoxicidad: agentes neurotóxicos

Sociedad Americana del Cáncer – Efecto del quimiocerebro

Battaglini E, et al. Chemotherapy-Induced Peripheral Neurotoxicity in Cancer Survivors: Predictors of Long-Term Patient Outcomes. J Natl Compr Canc Netw. 2021;19(7):821-828.

Velasco R, Bruna J. Neuropatía inducida por quimioterapia: un problema no resuelto. Neurología. 2010;25(2):116-131

Madresfera – ¿Qué es la neurotoxicidad tras un cáncer?

La vida después de la leucemia limfocítica crónica (LLC)

La leucemia linfocítica crónica (LLC) es el tipo de leucemia más común en adultos. Se trata de un tumor que se origina en los linfocitos B maduros. Estos se acumulan en la sangre, tejidos y órganos linfáticos debido a las modificaciones cancerosas que padecen. En muchas personas, no se producen síntomas durante años o incluso nunca. En otras, en cambio, la enfermedad evoluciona de tal modo que aparecen síntomas que pueden comprometer su vida. Por ello, se pone de manifiesto la necesidad de explorar con más profundidad cuál es la situación que viven diariamente, tanto los pacientes como sus familias, con tal de ganar conocimiento y derribar barreras en términos de:

  • Desestigmatizar la leucemia asociada a la muerte.
  • Conseguir una atención integral, por ejemplo, contando con la ayuda de un psicólogo especializado.
  • Mejorar el acceso al uso compasivo de medicamentos.
  • Impulsar la investigación.

Conocer todas las opciones de tratamiento y dónde encontrar los recursos disponibles favorecerá la toma de decisiones informadas en relación con la atención médica. A su vez, tener una buena comunicación con el equipo de profesionales médicos es importante para comprender el diagnóstico, el tratamiento específico para cada caso y los métodos para mantener o mejorar la calidad de vida.

 

Tipos de tratamientos

La LLC en pocas ocasiones se puede curar. Sin embargo, las opciones de tratamiento pueden variar ampliamente permitiendo que las personas vivan mucho tiempo con esta enfermedad. En este tiempo, el tratamiento debe persistir. Puede ser que se suspenda durante un tiempo; pero, en realidad, nunca finaliza.

 

La importancia del seguimiento

Antes, durante y después del tratamiento, es muy importante acudir a las citas de seguimiento y guardar todas las copias de informes previos. En las visitas se debe informar a los médicos de cualquier problema de salud y es probable que ordenen análisis de laboratorio para determinar la evolución de la enfermedad o si hay efectos secundarios al tratamiento. Como se ha comentado, lo más probable es que no haya una remisión completa. Por ello, se debe seguir un tratamiento adicional que depende de:

  • Tratamientos recibidos previamente.
  • Tiempo desde el último tratamiento.
  • Estado general de salud.

Un medicamento adicional que el médico puede recomendar son las vacunas. La mayoría de los pacientes con LLC carecen de un sistema inmunitario eficiente, lo que aumenta el riesgo de padecer infecciones. Además, algunos medicamentos pueden aumentar este riesgo. Las vacunas son un modo de mantener a raya estas posibles infecciones. Por ejemplo, los expertos recomiendan que las personas con LLC reciban la vacuna contra la neumonía cada 5 años, y la vacuna contra la gripe cada año. Asimismo, la administración de determinados antivirales en combinación con la quimioterapia es bastante común. En caso de que aparezcan síntomas de infección bacteriana o fiebre neutropénica, se recomienda el uso de antibióticos de espectro extendido.

Por otro lado, la LLC y/o su tratamiento también puede causar recuentos bajos de eritrocitos causando anemia. Si la anemia provoca síntomas (cansancio, debilidad y dificultad para respirar), se puede tratar con transfusiones. La detección de un número reducido de plaquetas también es bastante común y, a consecuencia de ello, puede tener lugar la aparición de hematomas y hemorragias. En caso de que los niveles de inmunoglobulinas sean muy reducidos, una forma de prevenirlo es mediante la administración de inmunoglobulina intravenosa.

Seguir una rutina de actividad física diaria y comer en base a una alimentación saludable también puede comportar grandes beneficios. Algunas recomendaciones generales para hacer frente a la sensación de poco apetito producida por la enfermedad y sus tratamientos son:

  • Aumentar el número de comidas a lo largo del día.
  • Tener siempre a mano alimentos apetecibles y de fácil consumo.
  • Evitar el consumo de alimentos light y sustituirlos por alimentos de mayor aporte calórico.

 

Riesgo de padecer otros cánceres y necesidad de atención psicológica

Las personas que han padecido LLC tienen mayor riesgo de padecer algunos tipos de cáncer. Esta es otra razón por la cual acudir a citas médicas regularmente puede ser beneficioso. En este sentido, las pruebas de detección rutinarias constituyen un elemento clave para detectar de manera temprana el cáncer, lo que facilita su posterior tratamiento. En el caso de la LLC, se ha observado un mayor riesgo de padecer:

  • Cáncer de piel.
  • Melanoma.
  • Cáncer de laringe.
  • Cáncer de pulmón.
  • Cáncer de colon.
  • Sarcoma de Kaposi.
  • Sarcoma de tejidos blandos.

 

Por otro lado, esta enfermedad provoca una serie de trastornos como fatiga, fiebre o infecciones y un impacto emocional a sus afectados, como ansiedad y depresión. Para hacer frente a estos problemas, en los centros hospitalarios y asociaciones de pacientes se ofrece un servicio de atención psicológica. En la Asociación Española de Afectados por Linfoma, Mieloma y Leucemia (AEAL), puede solicitarse una consulta a través del teléfono 91 563 18 01 o en el correo electrónico info@aeal.es. También en las entidades de la FECEC, a través su web, su correo electrónico federacio@juntscontraelcancer.cat o su teléfono 93 314 87 53; o en la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC), a través de su web.

 

Tratándose de una enfermedad que no se considera curable, el principal objetivo es identificar a aquellas personas que precisen intervención y conocer cuál es la más indicada para estos. Gracias a los avances en detección precoz y a los ensayos clínicos en busca de nuevas terapias, se está consiguiendo que la LLC se convierta en una condición crónica. La mayoría de las personas vive con la enfermedad durante muchos años. En definitiva, la suma de los progresos, junto con las pautas de seguimiento y control detalladas en este artículo, permitirá alargar todavía más la esperanza de vida de las personas que han sufrido LLC.

 

Referencias

AEAL – Alimentación y nutrición

AEAL – Leucemia linfocítica crónica

AEAL – Servicio de atención psicológica

AEAL (2016). Sensibilización social sobre los pacientes con Leucemia Linfocítica Crónica y sus familiares. Disponible en: http://www.aeal.es/nueva_web/wp-content/uploads/2015/09/ESTUDIO-LLC-AEAL.pdf

AECC – Atención psicológica

American Cancer Society – Asistencia complementaria para la leucemia linfocítica crónica

American Cancer Society – Cánceres posteriores a la leucemia linfocítica crónica

American Cancer Society – Si los tratamientos contra el cáncer dejan de funcionar

American Cancer Society – Tratamiento de la leucemia linfocítica crónica

American Cancer Society – Vida después del diagnóstico de leucemia linfocítica crónica

FECEC – Servicios de atención a pacientes y familiares de cáncer

Fundació Josep Carreras – Leucèmia limfàtica crònica

Gentry E, et al. Physical, Psychological, Social, and Spiritual Well-Being of Patients with Chronic Lymphocytic Leukemia and Their Caregivers: A Scoping Review. Journal of Oncology Navigation & Survivorship. 2021;12:6. Disponible en: https://www.jons-online.com/issues/2021/june-2021-vol-12-no-6/3811-physical-psychological-social-and-spiritual-well-being-of-patients-with-chronic-lymphocytic-leukemia-and-their-caregivers-a-scoping-review 

MacDonald G, et al. A pilot study of high-intensity interval training in older adults with treatment naïve chronic lymphocytic leukemia. Sci Rep. 2021;11(1):23137

National Institutes of Health – Tratamiento de la leucemia linfocítica crónica (PDQ®)–Versión para pacientes

Sitlinger A, et al. Exercise and Chronic Lymphocytic Leukemia (CLL) – Relationships Among Physical Activity, Fitness, & Inflammation, and Their Impacts on CLL Patients. Blood. 2018;132(Suppl 1):5540

Rehabilitación pulmonar después del cáncer de pulmón

El cáncer de pulmón es uno de los cánceres más comunes, tanto en hombres como en mujeres. De hecho, se estima que en España en 2021 el 10 % de los nuevos diagnósticos pertenecía a este grupo según la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM).

Es importante destacar que el cáncer de pulmón pasó de ser el cuarto tumor más diagnosticado en mujeres en 2015 al tercero en el año 2019. Esto se debe principalmente al aumento del consumo de tabaco en mujeres a partir de los años 70.

Además de presentar una elevada incidencia, el cáncer de pulmón es también uno de los más letales, representando hasta un 25 % de todas las muertes por cáncer.

Sin embargo, en los últimos años se ha observado una disminución general tanto de casos nuevos como de muertes, asociada al abandono del tabaquismo y a los avances en la detección y el tratamiento.

En este contexto, las personas que sobreviven a un cáncer de pulmón ¿pueden sufrir secuelas tanto a corto como a largo plazo?

 

Problemas respiratorios después del cáncer de pulmón

Después del cáncer de pulmón, muchas personas suelen presentar, principalmente, fatiga o dificultades respiratorias, ya sea debido a la propia enfermedad o al procedimiento quirúrgico al que se han sometido, habitualmente acompañado de quimioterapia o, como se abordó en este artículo, radioterapia en el tórax.

Por un lado, pueden producirse daños en el corazón, sobre todo en personas que reciben dosis más altas de quimio y radioterapia, y son mayores de 65 años. Algunos de los problemas cardíacos son:

  • Insuficiencia cardíaca, debido al debilitamiento del músculo cardíaco.
  • Enfermedad de las arterias coronarias.
  • Arritmias, es decir, latidos cardíacos irregulares. Las arritmias pueden conducir al desvanecimiento, dolor torácico y dificultad para respirar.

Por otro lado, las personas que han sido tratadas tanto con quimioterapia como con radioterapia pueden tener un riesgo más alto de presentar daño pulmonar:

  • Engrosamiento de la membrana pulmonar.
  • Inflamación de los pulmones.
  • Dificultad para respirar.

Sin embargo, conviene destacar que estas secuelas no tienen por qué aparecer en todas las personas que sobreviven a un cáncer de pulmón. En cualquier caso, para aquellas que sí las presentan, ¿es la rehabilitación pulmonar un factor determinante en el proceso de recuperación después del cáncer?

 

Rehabilitación pulmonar y fisioterapia respiratoria

La rehabilitación pulmonar es un programa médico para que las personas con problemas respiratorios crónicos, como aquellas que presentan secuelas después de un cáncer de pulmón, mejoren la funcionalidad de sus pulmones. Este programa se compone de distintas partes: una de ellas es la fisioterapia respiratoria. No obstante, este conjunto de técnicas no ha de reemplazar al tratamiento farmacológico, sino que ha de emplearse de forma conjunta.

Se ha demostrado que la rehabilitación pulmonar mejora la sensación de ahogo o disnea, la capacidad de esfuerzo y, por tanto, la calidad de vida después del proceso oncológico.

A continuación, se enumeran algunos ejercicios respiratorios que puede recomendar el fisioterapeuta para mejorar el rendimiento respiratorio, principalmente en situaciones en las que existe un aumento de la secreción bronquial:

  • Ejercicios de expansión torácica y espirometría incentivada, para recuperar o aumentar el volumen pulmonar.
  • Tos asistida, para toser de forma controlada y reducir el daño causado por la tos.
  • Respiración abdominal, para reducir el dolor torácico.

Además de la fisioterapia respiratoria, la actividad física es también un factor clave en la rehabilitación pulmonar. Mientras que tradicionalmente se recomendaba guardar reposo para la recuperación después del proceso oncológico, hoy en día la rehabilitación es una especialidad médica de gran importancia y los especialistas aconsejan seguir rutinas adecuadas de ejercicio físico.

 

Consejos prácticos: actividad física y dieta equilibrada

La AEACaP (Asociación Española de Afectados de Cáncer de Pulmón) recomienda realizar actividad física aeróbica durante al menos 30 minutos al día, siempre que resulte poco agresiva y con objetivos asumibles: caminar, ciclismo, natación, baile, etc.

 

Por último, es importante destacar que, como se detalla en este artículo, la alimentación juega un papel muy importante en la evolución del cáncer. De hecho, estudios observacionales demuestran que las dietas ricas en frutas y verduras, cereales integrales, carne blanca y pescado están asociadas con un mejor pronóstico a largo plazo, en comparación con aquellas que tienen un gran contenido de cereales refinados, carnes rojas y alimentos procesados.

En definitiva, todos estos consejos relacionados con la fisioterapia respiratoria, la actividad física y la dieta equilibrada pueden ser de gran utilidad para personas que han superado un cáncer de pulmón y pueden presentar problemas respiratorios. No obstante, es recomendable consultarlo con un especialista.

 

 

Referencias

Sociedad Española de Oncología Médica – Cifras del cáncer en España en 2021

American Cancer Society – Acerca del cáncer de pulmón

American Cancer Society – Vida después del cáncer de pulmón

American Society of Clinical Oncology – Efectos secundarios a largo plazo del tratamiento del cáncer

Roche pacientes – Consejos sobre el cáncer de pulmón

AEACaP – Consejos para una buena rehabilitación respiratoria en pacientes con cáncer de pulmón

Después del cáncer – Después del cáncer de pulmón: consideraciones sobre la radioterapia

Después del cáncer – El papel de la dieta en la recuperación

Imágenes extraídas de SERMEF

 

LACTANCIA DESPUÉS DEL CÁNCER DE MAMA

El cáncer de mama es el tumor más común en las mujeres, con más de 2,2 millones de casos diagnosticados en el año 2020. 1 de cada 8 mujeres aproximadamente padecerán cáncer de mama a lo largo de su vida y, según datos de la SEOM, la incidencia aumenta con la edad.

Este tumor se relaciona con niveles altos de estrógenos en la mayoría de los casos, y se origina en el tejido mamario, que está formado principalmente por células mamarias productoras de leche materna y tejido mamario graso.

 

¿Es posible quedarse embarazada después de un cáncer de mama?

Cuando una mujer ha superado un cáncer de mama antes de la menopausia, buscar un embarazo puede resultarle complicado, ya que el propio cáncer o su tratamiento puede causar infertilidad. Sin embargo, son muchas las mujeres que, después de este proceso, pueden quedarse embarazadas.

Además, diversos estudios han observado que no hay un aumento de malformaciones congénitas en el bebé como consecuencia del cáncer ni problemas de salud a largo plazo, aunque algunos médicos aconsejan esperar al menos 2 años después de finalizar el tratamiento.

Asimismo, a las mujeres con cáncer de mama con receptores de hormonas positivos, cuya terapia hormonal complementaria suele durar entre 5 y 10 años, se les aconseja haber finalizado el tratamiento al menos 2 años antes de un embarazo; después del nacimiento, podrán amamantar a su hijo.

Sin embargo, estos consejos no están basados en ningún estudio clínico.

 

Lactancia después de un cáncer de mama

Una vez se cierra la etapa del embarazo, comienza la crianza del bebé. Este es también el momento en que la madre decide si quiere darle el pecho. Lo importante es que cada mujer haga lo mejor para ella misma y para su bebé, pues la lactancia materna debe ser, pese a las molestias que pueden experimentarse al principio, un proceso agradable.

En este contexto, ¿haber superado un cáncer de mama puede tener alguna implicación en la lactancia?

La posibilidad de amamantar al bebé dependerá en gran medida del tipo de cirugía y radioterapia al que se ha sometido el pecho, y será posible siempre que se haya conservado el tejido mamario. Las cirugías en las que solo se extirpa el nódulo mamario y se conserva el resto de la mama y el pezón pueden permitir la lactancia con los dos pechos; aunque, en ocasiones, puede resultar algo doloroso y la mama tratada puede producir menos leche. Por otro lado, en el caso de una mastectomía radical o total, la lactancia será posible con el pecho no tratado.

En resumen, mientras el tejido mamario no haya sido extirpado junto con el tumor, la lactancia podrá llevarse a cabo, tanto con el pecho sano como con el tratado, aunque la producción de leche del segundo suele ser menor y puede generar rechazo en el bebé al ser más alto su contenido en sodio.

 

Beneficios de amamantar al bebé

De acuerdo con el Código Europeo Contra el Cáncer, la lactancia materna reduce el                            riesgo de padecer cáncer de mama en el futuro. La Unión Europea recomienda esta práctica hasta los 6 meses de edad del bebé y, a partir de entonces, combinarla con otros alimentos.

Son varias las razones por las que dar el pecho protege la salud de una mujer:

  • Limita la capacidad de las células mamarias de actuar de manera anormal al estar produciendo leche constantemente.
  • Los niveles de estrógenos son más bajos, ya que la mayoría de las mujeres tiene menos ciclos menstruales cuando amamanta, sumado a los 9 meses previos de embarazo.
  • La mayoría de las mujeres cuida más su alimentación y sus hábitos mientras amamanta.

 

Por eso, en el caso de mujeres mastectomizadas con imposibilidad de dar el pecho, se recomienda el uso de un suplementador o relactador, que permite el contacto directo entre la madre y el niño, manteniendo así los beneficios afectivos de la lactancia materna sin comprometer la alimentación: el bebé obtiene la cantidad de leche necesaria a la vez que garantiza la estimulación del pecho mediante la succión directa del seno de la madre.

 

En definitiva, la lactancia materna después de un cáncer de mama es posible en muchos casos y es segura para el bebé, y aquellas mujeres que presenten dificultades para hacerlo o decidan no hacerlo pueden recurrir a biberones o relactadores. La decisión de amamantar al bebé pertenece a cada mujer y ella es quien debe escoger lo que resulte más agradable para sí misma y para su hijo.

 

Referencias

SEOM – Cáncer de mama

Mayo Clinic – Cáncer de mama

American Cancer Society – Cómo el cáncer y el tratamiento pueden afectar a la fertilidad

American Cancer Society – Embarazo después de un cáncer de seno

Código Europeo Contra el Cáncer – Lactancia materna

Juntos x tu salud – Lactancia después de un cáncer

 

DESPUÉS DE UN TUMOR CEREBRAL

Tumores en el sistema nervioso central (SNC)

Un tumor, o neoplasia, es una masa de células que prolifera de forma anormal y puede producirse en cualquier parte del cuerpo. En este contexto, los tumores del sistema nervioso central (SNC), aquellos que se desarrollan en el cerebro o en la médula espinal, representan el 2 % de todas las neoplasias.

Basándose en la célula de origen del proceso tumoral y en las características morfológicas asociadas al pronóstico, la Organización Mundial de la Salud (OMS) estableció el siguiente sistema de clasificación para este tipo de tumores:

  • Grado I: tumores circunscritos, benignos, de lento crecimiento y bajo potencial de conversión a un tumor de mayor malignidad.
  • Grado II: tumores de borde difuso, lento crecimiento y, algunos, con tendencia a progresar a tumores de mayor malignidad.
  • Grado III: tumores infiltrantes, malignos, con células atípicas o anaplásicas y mayor número de mitosis.
  • Grado IV: tumores de rápido crecimiento con alta tasa mitótica, pudiendo presentar neoformación de vasos sanguíneos y áreas de necrosis.

En concreto, los meningiomas, bien diferenciados y relativamente benignos, son los más comunes y representan más del 30 % de todos los casos.

 

Origen y tratamiento de tumores cerebrales

La mayoría de estos tumores se desarrollan de forma esporádica y son varios los factores de riesgo que se han asociado a su desarrollo: la exposición a radiación ionizante o a ondas electromagnéticas, y enfermedades como la diabetes, la hipertensión arterial y la enfermedad de Parkinson. Una proporción menor de casos de tumores del SNC es de carácter hereditario.

El tratamiento habitual de tumores cerebrales consiste en la extirpación del tumor, mediante neurocirugía, seguida de radioterapia y quimioterapia, generalmente con fármacos orales y también intravenosos.

 

Secuelas y posibles efectos secundarios

De la misma manera que en otros tipos de tumor, es posible que las personas que han sido tratadas de un tumor cerebral experimenten secuelas a corto o a largo plazo. Algunas de ellas estarán ocasionadas por el propio tumor, mientras que muchas otras se producirán como consecuencia del tratamiento. Así pues, que se produzcan o no determinados efectos adversos depende del tipo de tumor y de la zona en la que se encuentra.

Considerando el tratamiento, los efectos tempranos más comunes son:

  • Caída del cabello.
  • Irritación de la piel.
  • Fatiga.
  • Náuseas.
  • Vómitos.
  • Cefaleas.
  • Mareos.

Se trata de una fase aguda y transitoria, de la que las personas se recuperan a las pocas semanas de haber completado el tratamiento.

Por otro lado, también pueden producirse efectos adversos de carácter crónico. Estos se presentan varios meses después, o incluso años, y son el resultado de un proceso de transformación de los tejidos afectados. Algunos de ellos son:

  • Incontinencia.
  • Pérdida de memoria.
  • Dificultad para pensar.
  • Dificultad para hablar.
  • Dificultad para moverse.
  • Cambios en la personalidad.
  • Alteraciones visuales y auditivas.
  • Alteraciones hormonales.
  • Aparición de segundos tumores.

En este caso, se trata de una fase permanente generalmente irrecuperable, aunque la probabilidad de que ocurra es baja.

 

Revisiones periódicas después de un tumor cerebral

Las personas que ha sido tratadas de un tumor cerebral precisan de un seguimiento periódico con la frecuencia establecida por el médico. Los objetivos de la revisión son: controlar los efectos secundarios y secuelas, si los hubiera, y vigilar la aparición de nuevos tumores.

Las pruebas médicas que habitualmente se solicitan para las revisiones periódicas son la tomografía computarizada (TAC) y la resonancia magnética.

En el proceso de recuperación después de un tumor cerebral, es importante referir al médico cualquier síntoma o cambio experimentado, como la pérdida de apetito o de peso, la aparición de dolor o cansancio, entre otros.

Además, una buena comunicación médico-paciente ayuda a mejorar la calidad de vida de las personas afectadas y favorece el diagnóstico precoz.

 

Epilepsia

La epilepsia es un trastorno nervioso que consiste en la aparición de actividad eléctrica anormal en la corteza cerebral, y, a grandes rasgos, puede entenderse como:

  • Efecto adverso del tratamiento de un tumor cerebral.
  • Primera manifestación de la reaparición de tumores en el SNC. De hecho, entre un 20 y un 40 % de estos tumores se manifiesta a través de crisis epilépticas.

Por esta razón, es importante que las personas susceptibles de sufrir episodios de epilepsia y sus familiares o convivientes sepan reconocer y actuar en estas circunstancias, ya que lo que hagan, así como lo que comuniquen a los profesionales sanitarios, será fundamental para el diagnóstico.

 

En definitiva, después de un tumor cerebral es preciso realizar un seguimiento que ayude a garantizar la calidad de vida de las personas afectadas, aunque eso no tiene por qué implicar que no puedan llevar una vida normal.

Por último, y no menos importante, desde entidades como la FECEC se ofrecen servicios a pacientes y familiares durante todas las etapas del proceso. Además, existen asociaciones de pacientes como ASATE (Asociación de Afectados por Tumores Cerebrales en España) o fundaciones como DACER que contribuyen a mejorar la calidad de vida y el bienestar de todas estas personas.

 

Referencias

SEOR – Cáncer en el SNC

AECC – Secuelas después de tumores del sistema nervioso central

AECC – Seguimiento y revisiones después de un tumor del sistema nervioso central

SEOM – Tumores cerebrales: seguimiento

Hospital Clínic – ¿Se puede llevar una vida normal después de un tumor cerebral?

Hospital Clínic – Preguntas frecuentes sobre el tumor cerebral

National Brain Tumor Society – After brain tumor treatment

Johns Hopkins Medicine – Care and recovery after brain surgery

Cancer.net – Brain tumor: follow-up care

GEPAC – Gestión de crisis epilépticas en pacientes con cáncer

 

Problemas de tiroides después del cáncer

Después de haber superado un cáncer, el tiroides puede presentar algunos problemas, principalmente metabólicos, que la persona que ha recibido un tratamiento oncológico y el médico deben conocer para realizar un seguimiento adecuado y abordarlos de forma rápida y efectiva.

 

¿Qué es el tiroides?

El sistema endocrino se compone de glándulas y órganos distribuidos por todo el organismo que producen sustancias llamadas hormonas. A través de este sistema, el cuerpo es capaz de coordinar procesos tan complejos como el crecimiento, el desarrollo sexual, el sueño o el hambre. De esta manera, una liberación excesiva o escasa de hormona puede acarrear consecuencias negativas en las personas.

Algunas de estas hormonas, como la tiroxina, son secretadas por el tiroides, una de las glándulas más importantes del sistema endocrino, ubicada en la parte inferior del cuello por delante de la tráquea. La tiroxina está implicada en la regulación del metabolismo; por eso, cualquier desequilibrio en sus niveles puede tener efectos metabólicos.

 

¿Las personas que han superado un cáncer pueden presentar problemas de tiroides?

Los problemas de tiroides pueden presentarse en cualquier persona de la población general, es decir, no son exclusivos de personas que han superado un cáncer; aunque se ha observado que algunas personas de este grupo tienen cierta tendencia a desarrollar este tipo de problemas a largo plazo.

 

Teniendo en cuenta estos factores, ¿qué personas que han pasado por un proceso oncológico son más propensas a desarrollar problemas de tiroides?

 

  • Personas con cáncer de tiroides. El tratamiento del cáncer de tiroides conlleva la extirpación de la glándula en la mayoría de las ocasiones, lo que significa que tendrán que recibir un tratamiento sustitutivo hormonal el resto de su vida.
  • Personas tratadas con radioterapia. La radiación se aplica a nivel local, por tanto, aquellas personas que se han sometido a sesiones de radioterapia cervical, para tratar un cáncer en el cuello o en una zona próxima, tienen mayor riesgo de experimentar problemas de tiroides, debido a que este tratamiento puede disminuir los niveles hormonales o producir inflamación y atrofia de la glándula (tiroiditis rádica). Son factores de riesgo las dosis mayores de 35 Gy y las personas de sexo femenino.
  • Personas que han recibido un trasplante de médula ósea. Dentro de este grupo de personas, también se ha descrito un riesgo incrementado en el desarrollo de disfunción tiroidea a largo plazo.
  • Mujeres. Se ha demostrado que las mujeres, en general, tienen una tendencia mayor a desarrollar problemas de tiroides. Así pues, la combinación de ser mujer y haber tenido un cáncer de tiroides o en una zona próxima puede resultar en un incremento del riesgo de desarrollar problemas de tiroides.
  • Niños y adolescentes. Las personas más jóvenes que han sido diagnosticadas en una edad temprana son propensas a experimentar este tipo de problemas, ya que su expectativa de vida es larga y se encuentran en una etapa en la que las glándulas secretoras de hormonas, como el tiroides, están directamente involucradas en su crecimiento.

¿Qué problemas de tiroides pueden desarrollar estas personas?

 

Los efectos tardíos que pueden presentarse en el tiroides después del cáncer, incluso varios años después del tratamiento, pueden clasificarse en tres grupos principales:

  • Hipotiroidismo. Las glándulas de las personas que lo padecen pierden funcionalidad y no producen cantidad suficiente de hormona tiroxina. Este trastorno puede causar cansancio, obesidad, dolor articular, infertilidad o cardiopatías, entre otras alteraciones. En la mayoría de los casos descritos, el desarrollo de hipotiroidismo se objetiva dentro de los 2 a 5 años después del tratamiento.
  • Hipertiroidismo. En este caso, en cambio, las personas que lo padecen presentan hiperactividad en la glándula, que secreta demasiada cantidad de hormona tiroxina. Este trastorno puede causar pérdida de peso, diarreas, insomnio, palpitaciones o problemas menstruales, entre otras alteraciones. Si bien el hipertiroidismo es menos frecuente que el hipotiroidismo, tiene mayor repercusión clínica, y aparece, por lo general, de 1 a 10 días después de la radioterapia.
  • Nódulos tiroideos. Este trastorno se caracteriza por la formación de neoplasias tiroideas que, en caso de ser benignas, pueden comprimir estructuras adyacentes en el cuello o, en caso de ser malignas, constituir un nuevo cáncer (cáncer de tiroides). En este caso, los nódulos tiroideos son más frecuentes en mujeres, en las que el riesgo se incrementó a partir de los 10 años de seguimiento.

¿Cómo pueden tratarse los problemas de tiroides?

 

En función del trastorno que la persona haya desarrollado, se aconsejan unos tratamientos u otros:

  • Para tratar el hipotiroidismo, los médicos sugieren un programa de suplementación con levotiroxina para suplir la falta de hormona. Este tratamiento tendría efectos positivos a nivel metabólico, cardiovascular y gastrointestinal. El tratamiento puede detenerse si la glándula comienza a funcionar con normalidad.
  • Para tratar el hipertiroidismo, se emplean antiinflamatorios, esteroides y betabloqueantes, destinados a controlar los síntomas y disminuir la inflamación local. En ocasiones, pueden eliminarse las células que producen hormona; o bien, puede realizarse una extirpación quirúrgica. De esta manera, es posible que el tratamiento de hipertiroidismo provoque hipotiroidismo y, por tanto, el afectado tenga que recurrir finalmente al tratamiento de suplementación para conseguir un mejor funcionamiento de el tiroides.
  • Para eliminar nódulos tiroideos, se recurre normalmente a la biopsia, y si hace falta, a la extirpación quirúrgica.

En cualquier caso, es importante que el endocrinólogo conozca al detalle las condiciones de cada persona para poder realizar un seguimiento adecuado y detectar estos problemas de forma precoz. Los controles de tiroides y niveles de hormona en sangre deben realizarse al menos una vez al año, o incluso con más frecuencia.

Al fin y al cabo, los problemas de tiroides son comunes y, cuando se tratan, las personas que han superado un cáncer pueden llevar una vida normal.

Referencias

NIH – Efectos secundarios tardíos del tratamiento de cáncer

Sociedad Argentina de Hematología – Efectos adversos a largo plazo sobre el sistema endocrino vinculados al tratamiento del cáncer

Cancer.Net – Efectos secundarios a largo plazo del tratamiento del cáncer

St. Jude Children’s Research Hospital – Efectos tardíos en la tiroides

SciELO – Secuelas endocrinológicas en sobrevivientes de cáncer en la edad pediátrica

Paula Casano Sancho. Secuelas endocrinológicas en supervivientes de cáncer infantil. Endocrinología, Diabetes y Nutrición. 2017 Nov; 64 (9): 498-505.

Salud cardiovascular en personas que han superado un cáncer

La supervivencia después del cáncer ha aumentado mucho en los últimos años debido a las recientes mejoras en el diagnóstico y en el tratamiento. Consecuentemente, las posibles secuelas a largo plazo están más descritas. Aunque la probabilidad de que aparezcan es baja, es importante conocerlas para prevenirlas y minimizar los factores de riesgo. Una de las secuelas que, a pesar de ser poco comunes, son posibles, son las enfermedades cardiovasculares.

¿Qué riesgo hay de sufrir una enfermedad cardiovascular después de un cáncer?

El riesgo dependerá de distintos factores: el tipo de cáncer, el tratamiento y la respuesta individual de cada persona. Los cánceres en los que se irradia la zona torácica, como el cáncer de mama, el de pulmón o el linfoma de Hodgkin, son los que tienen más riesgo de sufrir enfermedades cardiacas, aunque no se puede descartar que ocurra en personas que han pasado por otro tipo de cáncer. Por otro lado, el tipo de tratamiento y la dosis administrada también son importantes: las células cardíacas tienen una capacidad de regeneración limitada, así que el corazón es más frágil que otros tejidos a los efectos de los tratamientos a largo plazo.

Por último, también influye el estado de salud cardiovascular de cada persona y la respuesta individual al tratamiento. Por este motivo, es muy recomendable tener unos hábitos de vida saludables.

¿Qué problemas cardiovasculares se pueden sufrir a largo plazo?

Radioterapia

La radioterapia actúa sólo en las partes del cuerpo que se irradian. Por ello, únicamente puede haber riesgo de sufrir una enfermedad cardíaca cuando el tumor está en la zona torácica y, además, la probabilidad es muy baja.

Las principales enfermedades cardiacas derivadas de la radioterapia son las siguientes:

  • Miocardiopatía restrictiva: Rigidez del miocardio que impide que el corazón se estire y se llene de sangre de forma adecuada.
  • Aterosclerosis acelerada: Engrosamiento de las paredes de las arterias de forma acelerada.
  • Fibrosis del pericardio: Engrosamiento y rigidez del pericardio, la membrana que envuelve al corazón.

Quimioterapia y terapias dirigidas

Los problemas cardiovasculares se pueden presentar después de algunos tipos de quimioterapia.  La quimioterapia actúa principalmente sobre las células en división, y por eso, es más activa sobre las tumorales que sobre las sanas. Por ese mismo motivo, las células sanas sobre las que tiene más efecto son las del pelo, la piel, la sangre y el aparato digestivo, aunque prácticamente siempre de manera reversible. No obstante, algunos tipos de quimioterapia, como las anticiclinas o el trastuzumab, pueden afectar a las células del corazón, sobre todo si se tienen que sobrepasar las dosis máximas recomendadas.

Las cardiopatías más frecuentes derivadas de la quimioterapia y las terapias dirigidas son las siguientes:

  • Insuficiencia cardíaca: Dificultad para que el corazón bombee correctamente. De esta forma, la sangre oxigenada no puede llegar a todas las partes del cuerpo de forma eficiente.
  • Isquemia: Disminución o detención del riego sanguíneo en una zona determinada del cuerpo que impide que el oxígeno llegue a los tejidos afectados.
  • Infarto de miocardio: Obstrucción de alguna de las arterias del corazón que provoca el infarto.
  • Miocardiopatía: Afección en el músculo cardíaco que impide el correcto bombeo del corazón. Puede derivar en insuficiencia cardíaca.
  • Arritmia: Latidos irregulares.
  • Miopericarditis: Inflamación del músculo cardíaco que reduce la capacidad de bombeo y produce arritmias.
  • Hipertensión: Presión arterial alta.
  • Trombosis venosa: Coagulación de la sangre en el interior de las venas.

¿Qué síntomas tienen las enfermedades cardiovasculares?

Los síntomas de los problemas cardíacos son diversos y dependerán del tipo de alteración, pero, en general, los siguientes síntomas pueden indicar alguna alteración cardiovascular:

  • Molestias o dolor en el pecho
  • Fatiga
  • Dificultad respiratoria
  • Mareos
  • Pies y/o manos hinchados

Caso concreto: cáncer de mama

El cáncer de mama es el cáncer más frecuente entre las mujeres. Actualmente, las mujeres diagnosticadas con cáncer de mama en un estadio temprano tienen una probabilidad muy alta de supervivencia. Esto hace que el propio cáncer no sea el principal factor que determine su calidad de vida, sino las posibles enfermedades cardiovasculares derivadas del tratamiento. Está demostrado que varios fármacos contra el cáncer de mama, como el trastuzumab o las antraciclinas, pueden actuar también sobre las células sanas del corazón. Las antraciclinas, por ejemplo, tienen una incidencia global de insuficiencia cardíaca sintomática de menos del 5%.

¿Cómo se pueden prevenir los problemas cardíacos?

Para reducir el riesgo a sufrir problemas cardíacos, lo más efectivo es llevar un estilo de vida saludable que comprenda los siguientes puntos:

Además, es importante que los médicos hagan un seguimiento periódico de la salud cardiovascular.

 


Referencias

Plana JC. La quimioterapia y el corazón. Rev Esp Cardiol. 2011;64(5):409-415.

Gepac – Todo lo que empieza cuando termina el cáncer

Cancer.net – Problemas cardíacos

NIH – Problemas cardíacos: investigación de los efectos secundarios cardíacos de tratamientos del cáncer.

 

Después del cáncer de pulmón: consideraciones sobre la radioterapia

En los últimos años, la supervivencia del cáncer de pulmón ha aumentado notablemente. Por esta razón, actualmente existe más evidencia que hace unos años de posibles secuelas del tratamiento tanto a corto como a largo plazo.

Aunque no debe descartarse la aparición de secuelas tardías tras el tratamiento, la probabilidad de que éstas aparezcan y una vez superado el cáncer de pulmón son bajas. Un ejemplo son las secuelas tras la radioterapia, donde la probabilidad de que un efecto secundario a largo plazo aparezca es de menos de un 5%.

En este caso concreto, se ha podido observar que la radioterapia en cáncer de pulmón (que se realiza en la zona torácica) puede estar relacionada con la aparición de algunas secuelas determinadas en el corazón y los pulmones, aunque estas no siempre tienen por qué aparecer.

Secuelas en el pulmón

La radiación en la zona pulmonar puede ocasionar efectos a corto y a largo plazo. A corto plazo (menos de 6 meses después del inicio de la radioterapia), la secuela más común es la neumonitis. Los síntomas que pueden aparecer son tos, dificultad respiratoria y fiebre baja.

La principal secuela a largo plazo es la fibrosis pulmonar, aunque la probabilidad de sufrirla es muy baja. Ésta puede darse derivada de la inflamación típica de la neumonitis, que causaría la fibrosis del tejido pulmonar. El mecanismo es el mismo que en un proceso de cicatrización, pero en este caso sin ningún tejido que reparar. Los síntomas típicos son tos seca no productiva, dolor en el pecho, ahogo o dificultad y fatiga.

Secuelas en el corazón

Los efectos secundarios en el corazón han sido muy descritos en otros tipos de cánceres, como el de mama, el de esófago, los linfomas de Hodgkin o los cánceres en niños. Sin embargo, en cáncer de pulmón aún no hay disponible tanta evidencia, por lo que son necesarios más estudios que complementen la información existente en la actualidad.

La información publicada hasta este momento documenta la existencia de estos problemas cardíacos tardíos, aunque hacen falta más estudios para relacionarlos directamente con la radioterapia, como sí se ha comprobado en otros cánceres que también irradian la zona torácica.

Una revisión de los estudios publicados hasta la fecha sobre el tema revela que muchas de las secuelas cardíacas se manifestaron 2 años después del tratamiento. Algunos de los problemas cardíacos que se han observado en personas que han recibido radioterapia por cáncer de pulmón son los siguientes:

  • Infartos supraventriculares y miocárdicos.
  • Pericarditis: El pericardio es una doble membrana fibrosa que envuelve el corazón, protegiéndolo de los órganos que tiene alrededor. En la pericarditis, la membrana se inflama e irrita. Esto causa dolor agudo en el pecho y deficiencia cardíaca, pues el corazón tiene que trabajar más para bombear. La gravedad de esta afección depende del grado de inflamación que se tenga.
  • Derrame pericárdico: Se da cuando hay una acumulación excesiva de líquido dentro del pericardio. El líquido puede remitir de forma espontánea, pero también puede ser que se tenga que extraer de forma quirúrgica.

Por otra parte, se deben tener en cuenta determinados factores de riesgo, como la dosis de radiación en el corazón, el historial de problemas cardíacos, si la persona es o ha sido fumadora, la lateralidad de tumor o la modalidad de tratamiento (se ha visto que hay más riesgo cardíaco si se ha combinado la radioterapia con quimioterapia).

 ¿Cómo se previenen y se tratan estas secuelas?

Lo más importante a la hora de tratar estas secuelas, así como para prevenirlas, son unos hábitos de vida saludable. Las personas que han superado un cáncer de pulmón tienen el riesgo de sufrir alguno de estos efectos tardíos, pero no quiere decir que los vayan a tener. Mantener unos buenos hábitos, tanto antes del cáncer como durante y después, minimizará este riesgo. Por lo tanto, llevar una dieta equilibrada, hacer ejercicio regular (en especial cardiovascular) o no fumar, por ejemplo, son puntos esenciales.

En caso de considerarlo necesario, el médico podría recomendar un tratamiento adecuado para estas secuelas. En el caso de la fibrosis pulmonar, por ejemplo, se recomienda, en primer lugar, llevar un estilo de vida saludable y vacunarse contra determinados microorganismos para la prevención de algunas infecciones en las vías respiratorias.

 

En resumen, con los avances en la terapia de cáncer de pulmón se ha descrito la aparición de posibles secuelas tras el tratamiento una vez superado el cáncer, pero las probabilidades de que estas aparezcan son muy bajas . Aun así, llevar unos hábitos de vida saludable es la mejor opción para ayudar a prevenir su aparición.

 


Referencias

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