¿Qué pasa después del cáncer de vejiga?

El cáncer de vejiga puede categorizarse en dos tipos según la invasión o no del músculo de la pared de la vejiga urinaria. La elección del enfoque quirúrgico dependerá del grupo al que pertenezca:

Cáncer de vejiga sin invasión muscular: las células cancerosas se encuentran solo en la capa superficial de la vejiga y no han llegado a las capas musculares más profundas. Es decir, la enfermedad está en una etapa inicial. El abordaje quirúrgico para este tipo de cáncer implica opciones menos invasivas, como la resección transuretral asociada o no a tratamiento intravesical complementario, generalmente BCG. La mayoría de las personas quedan definitivamente curadas, excepto algunas que pueden recaer a nivel local y algunas pueden progresar a cáncer infiltrante después de superarlo.

Cáncer de vejiga con invasión muscular: cuando el cáncer de vejiga invade el músculo, en ocasiones el abordaje quirúrgico consiste en extraer una parte o toda la vejiga. Este procedimiento de extracción se denomina cistectomía.

Independientemente del tipo de cáncer de vejiga, la perspectiva para las personas que han superado el cáncer de vejiga en España es esperanzadora. Aproximadamente, el 75% de los hombres y el 70% de las mujeres que se han enfrentado a esta enfermedad han logrado superarla. Algunas personas pueden beneficiarse de tratamiento conservador de la vejiga urinaria efectuándose resección transuretral asociada a quimioterapia y radioterapia. En otros pacientes se puede efectuar una reconstrucción de la vejiga con una nueva vejiga (neovejiga) a partir de intestino delgado.

Sin embargo, es importante tener en cuenta que la superación de esta enfermedad puede conllevar secuelas, dependiendo del tipo, el abordaje quirúrgico y la fase del cáncer de vejiga:

Posibles secuelas

Después de superar el cáncer, es importante considerar la posibilidad de experimentar algunos cambios o secuelas. Estos cambios pueden variar de una persona a otra y dependen de varios factores, como el abordaje quirúrgico, la invasión muscular y la situación individual de cada persona.

Tal y como ocurre en otros procesos oncológicos, los pacientes que han superado un cáncer de vejiga pueden presentar secuelas más generales, tanto físicas como emocionales.

Por un lado, entre las secuelas físicas destacan la fatiga persistente, el dolor o rara vez, pérdidas de memoria.

La fatiga puede ser un reto significativo, ya que afecta a los niveles de energía y a la capacidad para realizar las actividades diarias. Además, algunas personas pueden experimentar molestias o dolor residual relacionado con el tratamiento recibido. La pérdida de memoria, aunque menos común, también puede presentarse en algunos individuos.

Por otro lado, las secuelas emocionales son otro aspecto importante para considerar después de superar el cáncer. El miedo a la recurrencia, la ansiedad y la dificultad para recuperar el ritmo de vida anterior son algunas de las secuelas más comunes que pueden aparecer.

La preocupación sobre la posible recaída después de superar la enfermedad puede producir ansiedad. La incertidumbre a largo plazo puede generar pensamientos intrusivos que impactan negativamente en la calidad de vida.

A su vez, la adaptación a una rutina normal puede convertirse en un proceso complejo, provocando emociones encontradas, desde alegría y gratitud, hasta ansiedad sobre la gestión de cambios en la salud y la reintegración social.

Además de estas secuelas más generales, el cáncer de vejiga puede dar lugar a secuelas específicas derivadas del abordaje quirúrgico realizado:

Secuelas post resección transuretral: incontinencia urinaria o infecciones de orina de repetición.

La resección transuretral es un abordaje quirúrgico poco invasivo que se emplea como diagnóstico, determinando el grado de invasión del cáncer de vejiga en el músculo y como tratamiento, en la etapa temprana de la enfermedad.

Los efectos secundarios de esta cirugía son generalmente leves y de poca duración, como dolor o sangrados tras la operación. Sin embargo, cuando esta técnica se realiza varias veces, puede provocar que la vejiga cicatrice y no pueda almacenar mucha orina, causando posibles secuelas como el deseo de orinar frecuentemente o incluso incontinencia urinaria.

Secuelas tras la cistectomía:

Para casos más avanzados la cistectomía se presenta como el abordaje quirúrgico de elección.

Existen distintos tipos de cistectomías:

  • Cistectomía parcial: esta operación se realiza cuando únicamente hay una parte del tejido afectado. La ventaja de este procedimiento es que el órgano sigue siendo funcional y no hace falta reconstruir el tejido.
  • Cistectomía radical: el objetivo de esta cirugía es extirpar toda la vejiga junto con los ganglios linfáticos. Sin embargo, una vez extirpado el órgano, deja de ser funcional y se debe realizar una cirugía de derivación, cuyo objetivo es derivar la orina para conducirla fuera del cuerpo.

La derivación urinaria se puede realizar mediante distintas cirugías:

  • Derivación incontinente: este procedimiento se caracteriza porque no se controla el flujo de orina que sale del cuerpo. En esta intervención, se conecta la parte final del intestino con los uréteres (encargados de transportar la orina desde los riñones hasta la vejiga), esta unión se denomina conducto ileal. Este conducto se conecta a una abertura en la piel, denominada estoma, donde se encuentra una pequeña bolsa que almacena la orina. Una vez llena, se vacía.
  • Derivación continente: en esta técnica, se forma un saco con una parte del intestino y se conecta a los uréteres. Un extremo de este saco se conecta con la estoma y se crea una válvula que permite almacenar la orina en el interior del saco. Después, cuando se quiera vaciar, la orina acumulada se expulsa colocando un catéter en la válvula de la estoma. La ventaja de esta cirugía es que la orina se almacena dentro, sin necesidad de utilizar una bolsa externa.
  • Neovejiga: en este caso, se genera una “vejiga” (neovejiga) utilizando una porción de intestino. La neovejiga se conectará a los uréteres y a la uretra, por lo que la orina se redirige de nuevo desde los riñones hasta la uretra para ser expulsada.

Las principales secuelas de las cistectomías, especialmente de la radical, son lo cambios en la evacuación de orina (incontinencia urinaria y alteraciones en la micción) y los cambios sexuales.

Por un lado, la incontinencia urinaria se define como la pérdida involuntaria de orina, lo que afecta la comodidad y la confianza del individuo. Además, la forma en la que se evacúa la orina puede cambiar, lo que conlleva un periodo de adaptación y aceptación. Por otro lado, los cambios sexuales varían en función del género.  En el caso de los hombres, la cistectomía puede tener implicaciones en la función eréctil; la alteración en la irrigación sanguínea puede afectar la capacidad de mantener una erección. En mujeres, la cistectomía puede influir en la respuesta sexual, ya sea a través de cambios hormonales o ajustes en la anatomía.

Además de estos cambios tras la cistectomía, la derivación de la orina puede dar lugar a infecciones, incontinencia, obstrucción del flujo de la orina, piedras en la bolsa o problemas de absorción.

Recomendaciones

La aparición de secuelas puede impactar directamente en la vida de la persona que ha superado esta enfermedad. Existen una serie de recomendaciones que se pueden seguir para lograr mitigar o atenuar el impacto de estas secuelas.

Recomendaciones para personas que han superado un cáncer de vejiga sin invasión muscular:

  • Mantenimiento de la salud vesical: implementar hábitos saludables, como la hidratación adecuada y evitar el tabaquismo y el alcohol, puede contribuir a cuidar la vejiga y reducir el riesgo de recurrencia.
  • Entrenamientos de vejiga: en el caso de aparición de incontinencia, entrenar el músculo es fundamental. Para ello, se recomiendan las siguientes acciones:
    • Intentar establecer unos horarios específicos.
    • Ir al baño antes de realizar una actividad intensa y justo antes de acostarse.
    • Mantener una dieta equilibrada, un exceso de peso puede ejercer presión sobre la vejiga.
    • Utilizar compresas absorbentes en la ropa interior.
    • Limitar el consumo de alcohol y fumar.
    • Controlar el volumen de líquidos, evitando consumir mucha agua antes de dormir.
    • Hacer ejercicios de Kegel, en los cuales se contrae y relaja el músculo de la vejiga.
  • Seguimiento médico regular: programar revisiones médicas periódicas para un seguimiento continuo y la detección temprana de posibles signos de recurrencia.
  • Estilo de vida activo: incorporar actividad física regular, adaptada a las capacidades de cada persona, puede ser beneficioso para la salud física y el bienestar emocional.

Recomendaciones para personas que han superado un cáncer de vejiga con invasión muscular:

  • Adaptación a cambios en la evacuación de orina:
    • Rehabilitación: participar en programas de rehabilitación guiados por profesionales para aprender técnicas que faciliten la adaptación a los cambios en la micción.
    • Asesoramiento psicológico: buscar apoyo psicológico para lograr superar los desafíos emocionales asociados a la adaptación a la nueva rutina de evacuación de orina.
    • Entrenamiento de vejiga: en caso de cistectomía parcial, se pueden realizar las acciones descritas anteriormente.
  • Afrontar cambios sexuales:
    • Participación en asociaciones de pacientes: unirse a grupos de apoyo puede proporcionar una red de personas que han pasado por experiencias similares, compartiendo consejos y estrategias.
    • Involucramiento de la pareja: fomentar una comunicación abierta con la pareja y considerar la posibilidad de buscar asesoramiento para fortalecer la relación.

 

En conclusión, tras superar el cáncer de vejiga es posible que aparezcan secuelas físicas y emocionales. Con el objetivo de disminuir su impacto, se recomienda mantener la salud de la vejiga, realizar ejercicio dentro de sus posibilidades y seguir un estilo de vida saludable.

Referencias

  1. Vida después del tratamiento de cáncer de vejiga– American Society of Clinical Oncology
  2. Managing Life After Bladder Cancer– cxbladder
  3. La vida con desviación urinaria y urostomía – Oncolink
  4. Cirugía de extracción de la vejiga (cistectomía) – Mayo Clinic
  5. Cáncer de vejiga: supervivencia – Asociación española contra el cáncer https://www.contraelcancer.es/es/todo-sobre-cancer/tipos-cancer/cancer-vejiga/pronostico
  6. Tipos de cáncer de vejiga– Instituto Nacional del Cáncer
  7. Cirugía para el cáncer de vejiga – American Society of Clinical Oncology
  8. Incontinencia urinaria – Cancer.net

LACTANCIA DESPUÉS DEL CÁNCER DE MAMA

El cáncer de mama es el tumor más común en las mujeres, con más de 2,2 millones de casos diagnosticados en el año 2020. 1 de cada 8 mujeres aproximadamente padecerán cáncer de mama a lo largo de su vida y, según datos de la SEOM, la incidencia aumenta con la edad.

Este tumor se relaciona con niveles altos de estrógenos en la mayoría de los casos, y se origina en el tejido mamario, que está formado principalmente por células mamarias productoras de leche materna y tejido mamario graso.

 

¿Es posible quedarse embarazada después de un cáncer de mama?

Cuando una mujer ha superado un cáncer de mama antes de la menopausia, buscar un embarazo puede resultarle complicado, ya que el propio cáncer o su tratamiento puede causar infertilidad. Sin embargo, son muchas las mujeres que, después de este proceso, pueden quedarse embarazadas.

Además, diversos estudios han observado que no hay un aumento de malformaciones congénitas en el bebé como consecuencia del cáncer ni problemas de salud a largo plazo, aunque algunos médicos aconsejan esperar al menos 2 años después de finalizar el tratamiento.

Asimismo, a las mujeres con cáncer de mama con receptores de hormonas positivos, cuya terapia hormonal complementaria suele durar entre 5 y 10 años, se les aconseja haber finalizado el tratamiento al menos 2 años antes de un embarazo; después del nacimiento, podrán amamantar a su hijo.

Sin embargo, estos consejos no están basados en ningún estudio clínico.

 

Lactancia después de un cáncer de mama

Una vez se cierra la etapa del embarazo, comienza la crianza del bebé. Este es también el momento en que la madre decide si quiere darle el pecho. Lo importante es que cada mujer haga lo mejor para ella misma y para su bebé, pues la lactancia materna debe ser, pese a las molestias que pueden experimentarse al principio, un proceso agradable.

En este contexto, ¿haber superado un cáncer de mama puede tener alguna implicación en la lactancia?

La posibilidad de amamantar al bebé dependerá en gran medida del tipo de cirugía y radioterapia al que se ha sometido el pecho, y será posible siempre que se haya conservado el tejido mamario. Las cirugías en las que solo se extirpa el nódulo mamario y se conserva el resto de la mama y el pezón pueden permitir la lactancia con los dos pechos; aunque, en ocasiones, puede resultar algo doloroso y la mama tratada puede producir menos leche. Por otro lado, en el caso de una mastectomía radical o total, la lactancia será posible con el pecho no tratado.

En resumen, mientras el tejido mamario no haya sido extirpado junto con el tumor, la lactancia podrá llevarse a cabo, tanto con el pecho sano como con el tratado, aunque la producción de leche del segundo suele ser menor y puede generar rechazo en el bebé al ser más alto su contenido en sodio.

 

Beneficios de amamantar al bebé

De acuerdo con el Código Europeo Contra el Cáncer, la lactancia materna reduce el                            riesgo de padecer cáncer de mama en el futuro. La Unión Europea recomienda esta práctica hasta los 6 meses de edad del bebé y, a partir de entonces, combinarla con otros alimentos.

Son varias las razones por las que dar el pecho protege la salud de una mujer:

  • Limita la capacidad de las células mamarias de actuar de manera anormal al estar produciendo leche constantemente.
  • Los niveles de estrógenos son más bajos, ya que la mayoría de las mujeres tiene menos ciclos menstruales cuando amamanta, sumado a los 9 meses previos de embarazo.
  • La mayoría de las mujeres cuida más su alimentación y sus hábitos mientras amamanta.

 

Por eso, en el caso de mujeres mastectomizadas con imposibilidad de dar el pecho, se recomienda el uso de un suplementador o relactador, que permite el contacto directo entre la madre y el niño, manteniendo así los beneficios afectivos de la lactancia materna sin comprometer la alimentación: el bebé obtiene la cantidad de leche necesaria a la vez que garantiza la estimulación del pecho mediante la succión directa del seno de la madre.

 

En definitiva, la lactancia materna después de un cáncer de mama es posible en muchos casos y es segura para el bebé, y aquellas mujeres que presenten dificultades para hacerlo o decidan no hacerlo pueden recurrir a biberones o relactadores. La decisión de amamantar al bebé pertenece a cada mujer y ella es quien debe escoger lo que resulte más agradable para sí misma y para su hijo.

 

Referencias

SEOM – Cáncer de mama

Mayo Clinic – Cáncer de mama

American Cancer Society – Cómo el cáncer y el tratamiento pueden afectar a la fertilidad

American Cancer Society – Embarazo después de un cáncer de seno

Código Europeo Contra el Cáncer – Lactancia materna

Juntos x tu salud – Lactancia después de un cáncer

 

Problemas de visión: consejos y recomendaciones

Introducción

El ojo es uno de los órganos de nuestro cuerpo que nos permite percibir la realidad de nuestro entorno a través de imágenes, que procesa y envía al cerebro. Para realizar esta función, el globo ocular está dotado de un sistema óptico que se asemeja al de una cámara fotográfica. Gracias a él, la luz reflejada en los objetos penetra a través de nuestra córnea, que es transparente, pasa a través del cristalino y el humor vítreo, para llegar finalmente a la retina, donde se procesan las imágenes, que son enviadas al cerebro a través del nervio óptico.

La pupila se encarga de regular la entrada de luz al interior del ojo, mientras que el cristalino actúa como una lente que permite enfocar los objetos, proyectando las imágenes sobre la retina. Es esencial que todas las partes funcionen de forma correcta, para poder observar nítidamente aquello que nos rodea, pero es frecuente que se presenten problemas oftalmológicos cuyas causas pueden ser múltiples.

 

Figura 1: Partes del ojo. Imagen adaptada a partir de: https://www.visiondirect.es/ojo-humano

Problemas oftalmológicos derivados de tratamientos oncológicos

En ocasiones, los tratamientos contra el cáncer pueden provocar secuelas y efectos secundarios a largo plazo, que se dejan notar incluso un tiempo después de haber concluido el tratamiento y superado la enfermedad. La mayoría de ellos son leves y transitorios, y los demás tienen solución a través de su detección y tratamiento. Existen múltiples efectos tardíos que pueden aparecer tras un tratamiento oncológico, y dependen del tipo de tratamiento utilizado, pero varían de una persona a otra.

Quimioterapia

 La quimioterapia se basa en la utilización de fármacos para destruir las células cancerosas, pero también puede afectar a otras células “sanas” e impedirles realizar correctamente su función. Concretamente, a nivel oftalmológico, puede afectar a diversas estructuras oculares, pudiendo causar:

  • Síndrome de ojo seco: Se produce cuando los ojos no son capaces de producir suficientes lágrimas para mantener la superficie ocular lo suficientemente húmeda, o estas lágrimas no contienen todas las sustancias necesarias para la correcta lubricación del ojo. En especial, las personas que se han sometido a tratamientos oncológicos pueden padecer una insuficiente hidratación ocular, por lo que se recomienda el uso de algún tratamiento (bajo supervisión médica) que la favorezca.
  • Cataratas: El cristalino es una de las estructuras que más se ve afectada por la quimioterapia, puesto que este tipo de fármacos pueden producir la pérdida de transparencia de dicha estructura, como por ejemplo los corticoesteroides. Afortunadamente, se trata de una enfermedad reversible mediante su extracción y sustitución por una lente intraocular.
  • Afectaciones de retina o nervio óptico: La retina es la zona del globo ocular donde se transforman los estímulos de luz en impulsos nerviosos, y se trata de un área muy sensible al tratamiento. Además, la quimioterapia puede causar aumento de presión ocular, lo que puede llegar a dañar el nervio óptico y causar problemas de visión.

Radioterapia

Cuando se aplica radioterapia en el tratamiento de tumores de cabeza o cuello, puede llegar a afectar a las estructuras oculares de forma inevitable, produciéndose diferentes daños:

  • Conjuntivitis: Se caracteriza por una inflamación de la conjuntiva, una membrana que cubre el globo ocular de forma parcial. Puede causar dolor ocular, sensación de cuerpo extraño y visión borrosa.
  • Problemas cutáneos en los párpados: La radioterapia puede producir sequedad en la piel de los párpados e inflamación, llegando incluso a la caída de las pestañas y el mal funcionamiento del párpado.
  • Inflamaciones en la córnea: Es una de las estructuras oculares más sensibles a la radiación, por ser una de las más expuestas. Se pueden desencadenar úlceras, opacificación o necrosis.

Adicionalmente, la radioterapia puede producir cataratas, inflamación del nervio óptico (neuritis óptica), inflamaciones y afectaciones vasculares de la retina (retinitis, edema macular, etc).

Hormonoterapia

Algunos tipos de cáncer, como el cáncer de mama, requieren tratamiento a largo plazo con hormonas para reducir su riesgo de recurrencia. En este tipo de tratamientos existe cierto riesgo de desarrollar problemas oculares, pero suelen ser leves. El tamoxifeno, uno de los fármacos hormonales más conocidos, puede provocar cataratas, ojos llorosos y otras alteraciones visuales.

Recomendaciones para las afecciones oculares después del cáncer: consejos para tratar algunos síntomas

Afortunadamente, existen soluciones eficaces en caso de que aparezca algún problema de visión tras el tratamiento del cáncer. Ante los primeros síntomas en los ojos o en la visión, es muy recomendable informar a tu médico y no utilizar ningún medicamento y/o colirio sin su supervisión.

Para algunas afecciones leves, como puede ser el síndrome del ojo seco, se recomienda parpadear frecuentemente, especialmente si se pasa mucho tiempo enfrente a un monitor. Además, las lentes de contacto pueden contribuir a la sequedad ocular, por tanto es preferible el uso de gafas.

Por otro lado, para prevenir la aparición de conjuntivitis u otra infección ocular, es recomendable evitar frotarse los ojos, y en caso necesario, lavarse las manos antes de hacerlo. En caso de problemas cutáneos en los párpados, puede ser eficaz el uso de colirios, o cremas oftalmológicas para calmar la inflamación. Adicionalmente, se podría utilizar una compresa tibia para aliviar el posible dolor y eliminar la costra si apareciese.

Si aparecen problemas más graves que dificulten la visión, como pueden ser las cataratas, existe la posibilidad de extraer el cristalino mediante una operación quirúrgica, para colocar uno artificial y así solucionar el problema de visión. Esta decisión debe ser consensuada con su médico.

 

En definitiva, acudir rápidamente a un especialista ante los primeros síntomas en la visión ayudará a prevenir problemas más graves, especialmente cuando aparecen algunos de los siguientes:

  • Visión borrosa
  • Visión apagada donde los colores no son tan brillantes como de costumbre.
  • Visión de halos alrededor de las luces
  • Visión brumosa
  • Visión menos clara de lo habitual
  • Pérdida de áreas de visión
  • Dolores de cabeza

Importancia de las revisiones oftalmológicas después del tratamiento

 En el caso de que se haya utilizado un tratamiento con efectos colaterales oculares, como pueden ser los arriba descritos, se deberían realizar controles oftalmológicos periódicos, incluso después de haber finalizado el tratamiento. De cara a anticipar problemas oculares futuros, o tratar los ya existentes, se deben programar citas regulares (según le indique su médico) con un oftalmólogo.

 


Referencias

Innova Ocular. El ojo humano.

Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM). Hormonoterapia o tratamiento hormonal.

Innova Ocular. El tratamiento contra el cáncer y efectos secundarios en la vista.

American Society of Clinical Oncology. Efectos secundarios a largo plazo del tratamiento del cáncer.

Vanesa Blázquez Sánchez. Efectos secundarios de la radioterapia a nivel ocular.

Chemocare. Eye problems.

Cancer Research UK. Your eyes and cancer drugs.

BreastCancer.org. Trastornos oculares y de la vista.

 

La osteoporosis: una secuela frecuente después del cáncer

¿Qué es la osteoporosis?

La osteoporosis se considera un problema importante de salud a escala mundial, ya que se estima que hay más de 200 millones de personas en el mundo que la padecen y que presentan un mayor riesgo de fracturas.

 

Lo que sucede en los casos de osteoporosis no es que el hueso esté incorrectamente calcificado, sino que hay una densidad ósea menor a la habitual, es decir, hay menos cantidad de hueso dentro del mismo volumen. En consecuencia, disminuye la resistencia del hueso ante los traumatismos o la carga de peso, con el consiguiente incremento del riesgo de aparición de fracturas.

 

La osteoporosis: una posible secuela del tratamiento oncológico

Las secuelas fisiológicas forman parte de las dificultades que pueden aparecer al completar el tratamiento de un cáncer y, en los últimos años, la detección de estas secuelas en una fase tardía ha ido en aumento.

 

En cuanto a las secuelas fisiológicas que pueden afectar específicamente a los huesos, muchos tratamientos oncológicos pueden provocar efectos negativos sobre estos tejidos. Debido a esto, las personas que han superado este tipo de tratamiento, en general, tienen un mayor riesgo de padecer osteoporosis. Además, en algunos casos, el transcurso de la propia enfermedad también puede convertirse en un factor de riesgo, ya que se pueden haber presentado situaciones de inmovilización y sedentarismo que pueden desfavorecer el correcto desarrollo de los huesos. De la misma manera, la edad puede ser también, por si sola, un factor de riesgo.

 

Así pues, la pérdida ósea asociada al cáncer puede ser el resultado de múltiples factores interrelacionados y estos factores pueden incluir, tanto los efectos directos de la enfermedad como los efectos de las terapias utilizadas en su tratamiento. Dentro de estas terapias podríamos encontrar a los corticoides; que a menudo se asocian a la quimioterapia contra algunos tumores, y los tratamientos hormonales; que inhiben a los estrógenos o la testosterona y que se administran a la mayoría de los enfermos con cáncer de mama o de próstata, durante años.

 

En consecuencia, la gestión óptima de la salud esquelética se ha convertido en una parte cada vez más importante de la atención prestada tanto a las personas en tratamiento por un cáncer como a las personas que lo han superado.

 

Signos y síntomas de pérdida ósea

La pérdida ósea no aparece de un día para otro. Con frecuencia, las personas no lo notan hasta que manifiestan una pérdida de funciones o sufren una fractura. Algunos de los síntomas que pueden presentar las personas que presentan osteoporosis son:

 

  • Dolor de espalda; que con frecuencia puede ser causado por una fractura por comprensión o colapso de una vértebra.
  • Pérdida de estatura a lo largo del tiempo.
  • Postura encorvada o espalda superior curvada.
  • Articulaciones dolorosas o rigidez.
  • Huesos que se fracturan fácilmente.

 

Diagnóstico de la osteoporosis

Normalmente, para hacer el diagnóstico de este problema de salud se realiza, en primer lugar, una visita para identificar posibles factores de riesgo existentes en la persona afectada. A continuación, para conseguir una valoración más global, se suele completar el diagnóstico a partir de una densitometría ósea y la determinación de vitamina D, calcio y fósforo en sangre, que habrá que ir reevaluando estos parámetros periódicamente durante el control evolutivo de la salud ósea.

 

Gestión de la osteoporosis y su tratamiento

Así pues, puede ser conveniente favorecer el diagnóstico precoz de la osteoporosis en los pacientes con antecedentes oncológicos con el objetivo de adoptar las medidas preventivas oportunas, ya que las mejoras marcadas en la supervivencia de muchos cánceres implican que las estrategias para limitar la pérdida ósea y para reducir el riesgo de fractura deban incorporarse a los planes de cuidado de muchos de los pacientes con cáncer.

 

En cuanto a su tratamiento, para la osteoporosis hay muchas terapias que pueden ser de utilidad, si el médico las considera necesarias. Las más utilizadas son los bifosfonatos (alendronato, risedronato y ibandronato), el zoledronato o el denosumab, generalmente acompañados de suplementos y una dieta variada que contenga alimentos ricos en calcio y vitamina D.

 

Prevención de la osteoporosis después del cáncer

Para prevenir la osteoporosis y tratar de disminuir la afectación del hueso, puede ser adecuado intentar realizar un ejercicio físico apropiado de cualquier tipo, como caminar un rato cada día, hacer gimnasia de mantenimiento o hacer natación; ya que son actividades que pueden estimular la regeneración ósea. Además, cabe destacar que estos hábitos de vida pueden ser saludables después del tratamiento de un cáncer, pero también durante su tratamiento.

 

Como hemos comentado, otro aspecto que también puede ser recomendable para prevenir la osteoporosis sería seguir una alimentación variada que asegure un aporte suficiente de calcio y vitamina D. Así pues, al ser los pacientes oncológicos personas predispuestas a tener osteoporosis, puede ser recomendable que sigan una alimentación siempre variada y equilibrada, donde se incluyan los siguientes alimentos:

 

 


Referencias

Drake MT. Osteoporosis and Cancer. Curr Osteoporos Rep. 2013 Sep; 11(3): 163–170. https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC3783531/

MD Anderson Cancer Center – Posibles efectos secundarios del tratamiento del cáncer.

Olmos Martínez JM, González Macías J. Osteoporosis tras la curación tumoral. Med Clin 2007;129:669-76. http://www.elsevier.es/es-revista-medicina-clinica-2-articulo-osteoporosis-tras-curacion-tumoral-13112094

ASCO Cancer.net –  Osteoporosis

Col·legi de Farmacèutics de Barcelona – Osteoporosi

TopDoctors – Osteoporosis: su relación con el cáncer, diagnóstico y tratamiento

 

Neurotoxicidad, complicaciones después de la quimioterapia

En la actualidad, la frecuencia de las complicaciones neurológicas asociadas con cáncer y su tratamiento ha aumentado debido a la mayor supervivencia de los pacientes y la administración de tratamientos más agresivos.

 

A veces no es fácil determinar la causa, por lo que es muy importante que su médico conozca en profundidad el perfil de toxicidad que produce cada fármaco quimioterápico para excluir otras causas, así como que el paciente consulte a su médico la aparición de ciertos síntomas como: dolor o inestabilidad al caminar, pérdida de fuerza en los dedos de la mano, dificultad para realizar tareas que requieren precisión, alteraciones sensoriales, pérdida de reflejos o pérdida de la audición, entre otros.

 

¿Qué es?

 

La neurotoxicidad es una complicación bastante frecuente del tratamiento quimioterápico y dependerá del fármaco administrado, la duración del tratamiento y la dosis acumulada del fármaco. Generalmente comienza en las manos y los pies y asciende con el tiempo por los brazos y las piernas. En ocasiones se siente un hormigueo o entumecimiento, otras veces es más como un pinchazo, un dolor ardiente o sensibilidad a la temperatura. Estos síntomas pueden dificultar el realizar actividades diarias abrocharse una camisa, separar monedas o incluso caminar. Esta condición también se conoce con el nombre de neuropatía periférica inducida por la quimioterapia.

 

El área del sistema nervioso afectada determina las manifestaciones clínicas de la neurotoxicidad. El sistema nervioso central está protegido por la barrera hematoencefálica (BHE) que evita que las sustancias nocivas, incluyendo muchos fármacos, alcancen el cerebro y la médula espinal en altas concentraciones. La BHE no es perfecta y algunos fármacos la pueden atravesar, especialmente si son administrados en dosis altas. Una vez el fármaco atraviesa la barrera, ejerce sus efectos tóxicos sobre los tejidos nerviosos.

 

Fuera de estudios clínicos, los síntomas de la neuropatía inducida por quimioterapia se tratan comúnmente de manera similar a otros tipos de neuralgia; es decir, con una combinación de terapia física, terapias complementarias tales como masaje y acupuntura, y con medicamentos, que pueden incluir esteroides, antidepresivos, antiepilépticos y opiáceos para controlar el dolor severo. Sin embargo, estos tratamientos también producen sus propios efectos secundarios.

 

Tratamiento preventivo

 

Para intentar reducir el impacto y mejorar la calidad de vida, es esencial la detección temprana. Los objetivos de este tipo de tratamiento son prevenir el desarrollo de neurotoxicidad periférica, evitar el agravamiento de una neuropatía preexistente, disminuir el dolor e incomodidad, y permitir a las personas que la sufren realizar las actividades de su vida cotidiana.

 

Lamentablemente, no existe ninguna estrategia efectiva para prevenir el desarrollo de una neurotoxicidad en el 100% de los pacientes. Una vez que se desarrolla la neurotoxicidad, suspender el agente neurotóxico es el mejor tratamiento.

 

Las personas que son o han sido sometidas a tratamientos quimioterápicos deben ser informadas adecuadamente sobre la existencia de neurotoxicidades, incluyendo las manifestaciones clínicas y los signos de progresión. También es importante no confundir el inicio de la neurotoxicidad con recidivas tumorales, previniendo así una ansiedad innecesaria. (link artículo de miedo a la recaída)

 

Consejos una vez desarrollaron la neurotoxicidad:

 

-Proteger manos y pies de temperaturas extremas (usar guantes y calcetines).

-Controlar la temperatura del agua de la ducha para evitar las quemaduras solares (evitar también el agua muy fría).

-Utilizar ropa y calzado cómodo

 

 

Conclusiones

 

El reconocimiento temprano y la reducción subsecuente de la dosis o la suspensión del agente neurotóxico es actualmente la mejor manera de minimizar el desarrollo de esta complicación. Ante las dificultades que conlleva, es muy importante el seguimiento y la educación de los candidatos a recibir quimioterapia con agentes neurotóxicos, especialmente si tiene una neuropatía de base o subclínica, con el fin de reducir el riesgo de padecer efectos graves y letales.

 


Referencias

Grupo Español de Pacientes con Cáncer (2016) Recomendaciones básicas para pacientes en relación a la toxicidad por quimioterapia.

Pérez B, Corral J y Casas AM. Neurotoxicidad por quimioterapia.

Velasco R y Bruna J. Neuropatía inducida por quimioterapia: un problema no resuelto. Neurología. 2010 March; 25(2):116-131.

Instituto Nacional del Cáncer. Neuropatía periférica inducida por quimioterapia.