¿Qué pasa después del cáncer de mama?

La superación del cáncer de mama ha mostrado un progreso significativo en las últimas décadas. Según las estadísticas, las tasas de superación del cáncer de mama en España han aumentado notablemente, brindando perspectivas más positivas y esperanza a las mujeres afectadas. En España, se estima que más del 80% de las mujeres diagnosticadas con cáncer de mama logran superar la enfermedad y continúan con una vida plena y saludable.

 

Sin embargo, es importante reconocer que la vida después del cáncer de mama puede presentar desafíos importantes, ya que las mujeres que han superado la enfermedad pueden presentar secuelas físicas, emocionales, sociales y laborales. Afortunadamente, se trabaja activamente en abordar estas secuelas y se están encontrando soluciones que permiten mejorar la calidad de vida de las mujeres que han superado la enfermedad. Actualmente, existen entidades y organizaciones comprometidas en brindar apoyo y promover las investigaciones, aportando esperanza en que cada vez más mujeres puedan superar con éxito los desafíos que surgen después del cáncer.

 

Principales secuelas físicas después de un cáncer de mama

 

Tal y como se ha mencionado anteriormente, es común que aparezcan una serie de secuelas físicas tras superar el cáncer de mama. A continuación, se enumeran algunas de las principales secuelas físicas que pueden surgir después del cáncer de mama y se brindan algunas pautas para afrontarlas:

 

  • Cicatrices y cambios en la apariencia física: algunos procedimientos quirúrgicos como las mastectomías pueden dejar cicatrices visibles y provocar cambios en la apariencia física. Es importante tener en cuenta que, a pesar de que las mastectomías pueden comportar secuelas físicas y psicológicas muy duras, siguen siendo un tratamiento muy eficaz para la eliminación completa de las células cancerosas. Considerar opciones de reconstrucción mamaria y buscar apoyo emocional pueden ayudar a afrontar estos cambios.

 

  • Pérdida de masa muscular: Por otro lado, la cirugía y los tratamientos como la quimioterapia también pueden contribuir a la pérdida de masa muscular. Mantener un estilo de vida activo y saludable, realizar ejercicios de fuerza y seguir una dieta equilibrada pueden ayudar a contrarrestar la pérdida de masa muscular y promover la recuperación física.

 

  • Linfedema y pérdida de la función del brazo: el linfedema es una acumulación de líquido en los tejidos, generalmente en el brazo, que puede ocurrir tras la extirpación de los ganglios linfáticos. El manejo adecuado incluye el uso de prendas de compresión y ejercicios específicos. Es muy recomendable seguir las precauciones para prevenirlo y prestar especial atención a la extremidad afectada, consultando al médico si se presenta dolor, dificultades de movimiento o inflamación.

 

  • Alteraciones cutáneas: además de los edemas , como el linfedema o la retención de líquidos en otras partes del cuerpo, algunos tratamientos como la quimioterapia y la radioterapia también pueden causar otras alteraciones cutáneas, como sequedad, picor, úlceras o cicatrices. Mantener una buena rutina de cuidado de la piel, utilizar productos suaves y proteger la piel del sol son algunas medidas para mantener la salud de la piel.

 

  • Fatiga, debilidad y cansancio: la fatiga es uno de los efectos adversos más comunes del cáncer y su tratamiento. Es importante escuchar y respetar las necesidades del cuerpo, descansar lo suficiente, realizar ejercicio físico ligero, además de seguir una dieta equilibrada.

 

  • Cambios en la salud ósea: algunos tratamientos para el cáncer de mama pueden afectar la salud ósea, aumentando el riesgo de osteoporosis. Mantener una dieta equilibrada con un aporte suficiente de calcio y vitamina D, así como realizar ejercicio físico pueden ayudar a mantener la salud ósea.

 

  • Menopausia precoz: algunos tratamientos pueden generar la menopausia a una edad anterior a la prevista, lo cual puede tener consecuencias negativas en la calidad de vida y en la salud en general. Es importante consultar con un médico especialista para gestionar los síntomas de la menopausia y considerar opciones de terapia hormonal o terapias alternativas.

 

  • Deterioro cognitivo: frecuentemente, las personas que han sufrido cáncer refieren problemas para procesar la información o para recordar ciertos detalles o palabras. Algunos consejos útiles que se pueden seguir son: anotar aquello que sea importante recordar, repetir en voz alta nombres y frases importantes para facilitar la memorización y utilizar reglas mnemotécnicas o pistas que nos ayuden a recordar.

 

 

Regreso al trabajo

 

Casi la mitad de las mujeres diagnosticadas de cáncer de mama se encuentran en edad laboral. Después del cáncer de mama, es posible que las secuelas físicas que enfrentan las mujeres afecten su capacidad para desempeñarse en el trabajo. Por ejemplo, la fatiga, el dolor crónico, el linfedema y los problemas cognitivos pueden dificultar ciertas tareas laborales y, por lo tanto, dificultar el retorno al lugar de trabajo y/o requerir ciertas medidas de adaptación.

 

Es importante reconocer estas secuelas para poder solicitar ajustes razonables, en caso de que sean necesarios, cuando se decida regresar al trabajo. En función de las secuelas físicas, pueden requerirse adaptaciones en el lugar de trabajo, como la instalación de rampas o elevadores, ajustes ergonómicos para mejorar la comodidad o la asignación de espacios de trabajo accesibles. Algunas mujeres pueden necesitar ajustes en las tareas o responsabilidades, que pueden incluir la redistribución de tareas, cambios en las demandas físicas o adaptaciones en las expectativas de rendimiento. Por otro lado, también puede ser necesaria una mayor flexibilidad en el ritmo de trabajo para gestionar la fatiga u otras secuelas físicas, por ejemplo haciendo pausas regulares o adaptando los horarios a las necesidades individuales. Así mismo, la flexibilidad en los horarios también puede ser importante para acomodar visitas médicas o terapias de seguimiento.

 

Por lo tanto, es importante planificar la vuelta al trabajo, por ejemplo tener una reunión con el responsable de la empresa antes de incorporarse, de forma que se detallen el momento adecuado para la vuelta, el régimen de trabajo, horario, funciones, etc. En caso de ser necesario cambiar de trabajo, las entidades de la FECEC, Junts contra el càncer, ofrecen un servicio de orientación laboral gratuito que tiene el objetivo de acompañar y dar apoyo a las personas que han sufrido un cáncer y buscan un trabajo adaptado a sus necesidades emocionales y físicas.

 

 

Secuelas emocionales y cambios en las relaciones sociales

 

Las secuelas físicas pueden desencadenar, a su vez, secuelas emocionales que pueden tener un impacto significativo en la salud emocional y en las relaciones sociales de las mujeres que han superado un cáncer de mama. Algunas de las secuelas emocionales comunes después del cáncer de mama son:

 

  • Ansiedad y miedo: el temor a una posible recaída, la incertidumbre sobre el futuro y los cambios físicos pueden provocar preocupación constante y nerviosismo.

 

  • Depresión: la carga emocional de la enfermedad, los desafíos físicos y los cambios en la vida cotidiana pueden contribuir a sentimientos de tristeza, desesperanza y falta de interés en las actividades que antes resultaban placenteras.

 

  • Cambios en la autoestima: las secuelas físicas, como las cicatrices, la pérdida de masa muscular o los cambios en la imagen corporal, también pueden afectar la autoestima de las mujeres, que pueden experimentar una disminución de la confianza en sí mismas y una imagen corporal negativa.

 

  • Cambios en las relaciones sociales: algunas personas pueden sentirse incomprendidas o experimentar dificultades para relacionarse con los demás debido a los cambios físicos o emocionales. Además, pueden surgir cambios en las dinámicas familiares o de pareja como resultado de la experiencia del cáncer.

Estas secuelas emocionales pueden tener un impacto significativo en la calidad de vida de las mujeres que han superado la enfermedad y, por eso, es de suma importancia abordarlas correctamente. Pedir ayuda puede ser clave para poder disponer de las herramientas necesarias para afrontar los desafíos y avanzar hacia una vida satisfactoria después del cáncer de mama.


Recomendaciones

 

A continuación, se presentan algunos consejos prácticos y recomendaciones que pueden ser de ayuda para superar los desafíos que aparecen tras haber superado un cáncer de mama:

  • Apoyo médico y psicológico: mantén una comunicación regular con tu equipo médico y profesionales de la salud; ellos podrán ofrecerte información específica sobre las secuelas físicas y emocionales, además de ayudarte a gestionarlas. Considera también la posibilidad de recibir terapia psicológica o unirte a grupos de apoyo donde puedas compartir tus experiencias y recibir el apoyo de otras personas que han pasado por situaciones similares. Aquí encontrarás servicios de orientación y soporte psicológico. Además, practicar técnicas de relajación como la meditación o mindfulness puede ser de gran ayuda para reducir el estrés y promover el bienestar emocional.

 

  • Compartir la experiencia con tus seres queridos: compartir tus preocupaciones y sentimientos con tu familia y amigos cercanos puede brindarte un valioso apoyo. No tengas miedo de expresar tus necesidades y pedir ayuda cuando la necesites. La comprensión y el apoyo de tus seres queridos pueden marcar una gran diferencia en tu proceso de recuperación. Las entidades de la FECEC, Junts contra el càncer, ofrecen diferentes recursos y servicios de apoyo que pueden ser de gran ayuda tanto para el paciente como su familia.

 

  • Educación sobre las secuelas físicas: conocer qué cambios pueden ocurrir después del cáncer te ayudará a manejar mejor las expectativas y a buscar opciones adecuadas. Puede ser de gran interés participar en programas educativos y grupos de apoyo que te ofrezcan información sobre el manejo de las secuelas (prevención del linfedema, asesoramiento nutricional y de actividad física, etc.).

 

  • Rehabilitación física: si experimentas secuelas físicas, como pérdida de masa muscular o limitaciones en la movilidad del brazo, los programas de rehabilitación física pueden ayudarte a recuperar la fuerza, la flexibilidad y la funcionalidad. Las entidades de la FECEC, Junts contra el càncer, ofrecen un servicio de rehabilitación para tratar las secuelas de los tratamientos, como por ejemplo rehabilitación para laringectomizados o drenaje linfático, y terapias manuales como masajes o reflexoterapia.

 

  • Mantener un estilo de vida saludable: adoptar hábitos saludables puede ayudarte a promover tu bienestar general: mejorar los niveles de energía, fortalecer tu sistema inmunológico y mejorar tu estado de ánimo. Practicar ejercicio físico regularmente (por ejemplo ejercicios de fuerza, yoga u otras actividades deportivas en grupo), en general, resulta muy recomendable después del cáncer. Por otro lado, también es importante seguir una dieta equilibrada. Las entidades de la FECEC también ofrecen asesoramiento dietético, además de otros talleres y actividades que pueden ser de gran interés como por ejemplo: reiki, sofrología, chikung, risoterapia, musicoterapia, taller de respiración, costura, etc.

 

  • Recomendaciones en el ámbito laboral: si has decidido regresar al trabajo y crees que puedes enfrentarte a ciertas dificultades, comunícate con recursos humanos o con tu responsable para discutir posibles ajustes razonables. Explícales tus necesidades y los desafíos que puedas enfrentar debido a las secuelas físicas o emocionales para decidir qué adaptaciones puedes necesitar. Por otro lado, en caso de ser necesario cambiar de trabajo, aquí podrá encontrar un servicio de orientación laboral gratuito. Entre los recursos y servicios ofrecidos por las entidades de la FECEC también encontrarás un servicio de asesoramiento legal, así como soporte para resolver dudas administrativas.

 

Podrás encontrar estas recomendaciones y más información de interés sobre la vida después del cáncer en nuestros webinarsDiálogos después del cáncer”.

 


Referencias

Testimonio de Maria

El verano de 2019, mi hijo se rompió el brazo y teníamos que ir al hospital cada semana. En una de estas visitas para acompañarlo, pedí avanzar mi revisión ginecológica de noviembre a septiembre porque me había notado un bulto en el pecho. En esta visita me hicieron todas las pruebas: mamografía, ecografía, biopsia… Cuatro días más tarde me dieron los resultados: un cáncer de mama triple negativo, un tumor poco común y con un bajo porcentaje de supervivencia. Si no hubiera pedido adelantar la visita médica, posiblemente ahora no estaría aquí.

 

Entré en un ensayo clínico. Me operaron el día antes de la Diada de San Jordi de 2020, en pleno confinamiento por la COVID. Antes ya había pasado por unas sesiones de quimioterapia, y después de la cirugía, hice más sesiones de radioterapia y quimioterapia. Después de un año y tres meses de tratamiento, me dieron el alta con sesiones de control cada tres meses. Pero ahí no acaba todo, hay un proceso de recuperación médica que no va alineada con la recuperación de tu cuerpo y de tu mente.

 

Cuando te dijeron que ya estabas recuperada, ¿cuáles fueron las principales dudas o temores que te vinieron a la cabeza?

Aparte de que después del alta, mentalmente todavía no estás totalmente bien, a los 18 meses del diagnóstico y cuatro meses después de haber hecho la última sesión de quimioterapia, tuve visita con el ICAM (Instituto Catalán de Evaluaciones Médicas). Recibí un trato muy desagradable por parte de quien me evaluó y el tribunal determinó que ya estaba preparada para volver a trabajar. En ese momento, trabajaba en un centro de educación especial con niños con enfermedades neurodegenerativas y no me veía en condiciones físicas ni psicológicas para continuar allí. Este fue uno de los principales temores que te hacen volver a la realidad de lo que estás viviendo: si podría ser capaz de volver al mundo laboral.

En aquel momento, ese fue el principal miedo, porque confío plenamente en la ciencia en relación con la enfermedad. Ahora, pasado algo más de tiempo, sí que tengo miedo a la recaída cada vez que me toca hacerme un control.

¿Y cómo fue tu proceso de retorno al trabajo después del cáncer? ¿Recibiste algún tipo de apoyo por parte de la empresa donde trabajabas?

 

Cuando me detectaron la enfermedad, era comienzo de curso y dejé todo atado con mi sustituta. Al volver, me di cuenta de que, debido a mi brazo, el cual me cuesta mucho mover, me iba a ser imposible seguir allí. Afortunadamente, había hecho unas oposiciones previamente y pude hacer el cambio. Ahora trabajo como profesora de ciclos de secundaria.

 

 

Y en tu nuevo trabajo, ¿has tenido alguna dificultad por el hecho de haber sufrido la enfermedad?
Por suerte, me ayudaron mucho en esta transición de puesto de trabajo. Al principio, el equipo directivo del nuevo centro educativo era un poco reacio a otorgarme un cambio de horario, pero el equipo médico habló con el responsable de riesgos laborales y me hicieron una adaptación de horario que ya no necesité al año siguiente. Ellos me dieron esta confianza y yo se lo he devuelto desarrollando mi trabajo de la mejor manera que sé. Creo que, si la empresa hace un buen acompañamiento al enfermo, después de un año la persona puede volver a un ritmo similar al que tenía antes de la enfermedad. Eso sí, la empresa debe tener en cuenta que, durante el primer año, no serás la misma persona.

En cuanto a las visitas médicas, siempre intento cambiarme el horario con algún compañero, a pesar de que me dijeron que no hacía falta, ya que es mi derecho. Pero yo soy así, me gusta hacerle fácil el trabajo a todo el mundo.

 

¿Has tenido o te ha quedado algún tipo de secuela física?

Sí, tengo problemas de hígado a raíz del ensayo clínico. También sufrí una reducción drástica de pecho, tengo menopausia inducida, osteoporosis, sequedad en las mucosas, pérdidas de memoria ocasionales y el brazo izquierdo muy afectado. Hago marcha nórdica para ejercitarlo.

 

Es verdad que los médicos te dan mucha información, pero es imposible retenerla toda. Por eso aconsejo ir acompañada al médico. También la Fundació Oncolliga Girona me ayudó mucho, informándome a través de la psicooncóloga de todo, y es fundamental ir siempre dispuesta a escuchar.

 

¿Y las secuelas psicológicas?

Tienes que asumir que estás pasando por un proceso de duelo y que lo que has perdido es tu salud. La enfermedad te lo para todo: la vida laboral, la social, la familiar… Tienes que gestionar todo esto y aceptarlo. Yo, por mi trabajo, sabía que existía un proceso de duelo por una enfermedad, pero fue muy diferente vivirlo desde dentro. La psicooncóloga me explicó todo lo que me estaba pasando y pude ponerle nombre. Por eso digo que el proceso del cáncer lo tienes que vivir para volver a vivir, pero una vida que ya no será la misma. Eso sí, una vez superas el cáncer, tienes que convivir con él, pero no lo tienes que convertir en el centro de tu vida.

Lo que sí que he visto claro es el papel importantísimo de los psicooncólogos, y lo he encontrado a través de una fundación.

 

Muchas personas que han superado un cáncer coinciden en decir que, después del cáncer, se produce una especie de “vacío” en muchos ámbitos. ¿Cuál es tu vivencia al respeto?

Lo que me ha ayudado mucho a gestionar mis emociones es escribir. He hecho un libro sobre mi proceso oncológico para ayudar a otras personas. Al escribir, me di cuenta de que tenía muchas ganas de vivir para ver crecer mis hijos, a ver mi vida en pareja, etc. Más que un vacío, el cáncer para mí ha sido una oportunidad para aprender a vivir y a priorizar, distinguir lo que es realmente importante de lo que no lo es. Me ha ayudado a priorizar la familia, las amistades, los viajes y a vivir el presente.

 

Después del cáncer, hay toda una serie de necesidades físicas, emocionales y carencias en el ámbito social, financiero, laborales que ni las administraciones en general ni la sociedad contemplan. Según tu situación personal, ¿qué destacarías o con que te has encontrado?

 

Además de la cantidad de dinero que gasté en productos para mis secuelas en la farmacia, me encontré que, por el hecho de haber tenido dos pagadores, tuve que pagar mucho a Hacienda en la declaración del año siguiente. Esto debería que estar regulado. Además, mi pareja y yo no estamos casados y él tuvo problemas para pedirse días para acompañarme en el hospital. Esto también se debería tener en cuenta.

 

¿Has tenido dificultades en la hora de pedir algún tipo de seguro o producto financiero?

Sí. Yo tenía un seguro de vida por la hipoteca que teníamos contratada. Una vez que terminamos de pagar la hipoteca, quise renovar el seguro, pero me pidieron el historial médico y me denegaron la renovación.

 

¿Cómo se afronta la vida después de superar un cáncer?

Se afronta con muchas ganas de vivir. Es una oportunidad para priorizar en tu vida. Todavía me cuesta a veces encontrar este equilibrio en la vida cotidiana y no perder esta perspectiva de qué poner en valor. Antes no era tan consciente de que estaba viviendo la vida, y ahora que sí que lo soy. Lo encaro teniendo muy presente la salud y velando por estos efectos secundarios: tengo que hacer actividad física diaria, cuidar la alimentación, etc. Hay un después de la enfermedad y cómo lo vivas definirá como vivirás. He pasado por un cáncer, pero estoy aquí. Podría no estar, pero lo estoy.

Testimonio de María

 

¿Cuándo te diagnosticaron el cáncer?

Con 52 años, y después de trabajar durante años como administrativa, la empresa cerró. En ese momento pensé que era una oportunidad para cambiar y aprender, y eso es lo que hice.

Me inscribí en un curso de Mediación Comunitaria y al poco tiempo encontré trabajo en el Ayuntamiento de mi ciudad. Tenía un contrato de nueve meses que me daba la oportunidad de volver a empezar. Justo cuando acababa el contrato, fui a hacer la revisión anual al ginecólogo y la sorpresa fue importante: cáncer de mama.

 

¿Cómo fue tu proceso con la enfermedad?

En quince días estaba operada de una mastectomía y un mes después inicié el tratamiento, quimioterapia y radioterapia, que duró un año. Más tarde llegaron otras dos intervenciones quirúrgicas, por lo que todo el proceso de tratamiento se prolongó dos años. Por suerte, todo fue bien. Lo que no iba tan bien en ese momento era mi economía. No cobraba ningún subsidio. Suerte que tenía un dinero ahorrado… Sin embargo, sufrí mucho porque se acabara el dinero.

Una vez finalizado el tratamiento del primer año de enfermedad, y mientras volvía a buscar trabajo, decidí formarme como coach. Me llamaba la atención. Pensé que podía ayudarme personalmente y a la vez aprender a cómo ayudar a otras personas. Al mismo tiempo, desde la Fundación Oncolliga me pusieron en contacto con Reprèn, servicio de orientación laboral después del cáncer de la FECEC. Se trata de un servicio gratuito dirigido a los usuarios de las entidades federadas que han sufrido un cáncer y buscan un trabajo adaptado a las necesidades físicas y/o emocionales derivadas de la enfermedad.

 

¿Pudiste conseguir trabajo?

Afortunadamente sí. Al cabo de unos días desde Reprèn me propusieron enviar un currículum a una empresa donde necesitaban «mediadores» para un proyecto en las piscinas públicas de Sabadell durante dos meses. Aunque todavía estaba afectada por el tratamiento y tenía prevista otra intervención, me contrataron.

 

¿Cómo viviste tu reincorporación al mercado laboral?

Estuve tan contenta que, a pesar de mi estado físico, pude desarrollar el trabajo. Pasados ​​estos dos meses y terminado el contrato, hablé con Sergio, mi jefe. Le pedí si podía continuar trabajando con él y al cabo de un par de meses me contrató como administrativa a media jornada.

Debo decir que para mí tiene mucho valor que me contrataran sabiendo que debería faltar algunos días para hacerme las revisiones trimestrales.

 

¿En estos momentos continúas ocupada?

Sí, actualmente continúo realizando media jornada y estoy buscando un trabajo que me permita tener más estabilidad económica.

 

¿Cuál es tu punto de vista sobre la situación social en que se encuentran las personas después de un cáncer y qué aspectos se tienen que resolver todavía?

Pienso que existe un vacío, tanto en la administración como en la sociedad, que aboca a la precariedad económica a las personas que viven una situación como la mía. Esto hace que vivas todo el proceso de tratamiento y recuperación del cáncer con una inquietud, no sólo causada por la enfermedad. Afrontar un «después del cáncer» no es fácil. Hay temores a los que te tienes que enfrentar y superar emocionalmente. Si a todo esto le sumas la preocupación económica, se hace aún más grande y puede derivar en una depresión.

 

¿Una última reflexión que quieras compartir?

No ha sido sencillo, pero en la vida no debemos perder nunca el entusiasmo para luchar y conseguir lo que deseamos.

 

Testimonio Maria Carmen

Cuando te dijeron que ya estabas recuperado/da, ¿cuáles fueron las principales dudas o temores que te vinieron a la cabeza (si es que las tuviste)?

Tuve miedo. En lugar de sentir alegría me sentí desprotegida. Es ese miedo que te dice: “Ya estoy recuperada y me han dejado de lado”. Te preguntas: “¿y ahora qué? ¿Qué pasará ahora?” Te vienen muchas dudas y temores de este tipo.

¿Has tenido o te ha quedado algún tipo de secuela física? ¿Estabas informada de esta posibilidad?

He tenido muchas secuelas. Cuando acabé la quimioterapia comencé a tener mal la vista y no sabían qué tenía. Tengo la baja por las secuelas y aún es el momento que me han de decir que todo esto que me pasa es de les secuelas.

Ahora veo mejor, pero me tuvieron que operar porque tenía problemas de tiroides. Resulta que la tiroides hizo anticuerpos y mi cuerpo los rechazaba. Este rechazo me afectó a la vista: es como si los ojos me explotaran, se salieran hacia fuera.

Estuve un año y medio así hasta que encontraron lo que me pasaba. Había un tratamiento, pero llegué tarde y no me hacía efecto. Después tuve malestar en el estómago y tuve que pasar a cirugía. Me operaron la vista, me sacaron los ojos, los limpiaron y los volvieron a poner en su sitio. La primera operación fue muy dura, estuve 9 meses viendo doble y poco a poco empecé a ver mejor. Me volvieron a operar por la visión doble. Para arreglar esto necesitaba hasta 5 cirugías.

Hasta ahora me han hecho 4. Actualmente, veo bien pero todavía no acaba de funcionar y me falta la última operación. Es muy angustioso porque produce mucho malestar y estoy cansada.

¿Has tenido alguna secuela emocional? ¿Estabas informada de esta posibilidad?

Somos humanos y hay momentos en que te hundes, porque luchas y luchas y no ves la luz. Siempre salen cosas y a veces sale la angustia y te dices: «soy humana, ya sé que debo ser fuerte, pero tengo derecho a encontrarme mal, a tener ganas de gritar». Hay momentos que pierdes las fuerzas. Me ha cambiado la vida, no puedo trabajar… también debemos tener derecho a decir: «hoy no puedo más». Es una lucha. Yo siempre digo que es un camino de espinas que tiene que pasar, y el mío, a veces, es una cuesta arriba. Pero estoy aquí y lo puedo contar.

Muchas personas que han superado un cáncer coinciden en que, después del cáncer, se produce una especie de «vacío» en muchos ámbitos. ¿Cuál es tu vivencia al respecto?

 Sí, hay un vacío porque piensas: «¿y ahora qué? ¿Qué pasará conmigo? » Tienes miedo, te sientes pequeña, limitada… No sabes si podrás volver a trabajar, te encuentras con personas que te dicen que te tienes que animar, trabajar … pero uno a veces no tiene fuerzas. Pasas de estar en una burbuja muy protegida y controlada a estar desprotegida, a ser una más. Y eso te produce muchas dudas del estilo: «¿sabré hacer bien las cosas?» He vivido una odisea y he tenido suerte de la familia que me ha apoyado.

Después del cáncer, hay toda una serie de necesidades físicas, emocionales y carencias en el ámbito social, financiero, laborales que ni las administraciones en general ni la sociedad contemplan. Según tu situación personal, ¿qué destacarías o con que te has tenido que afrontar?

He tenido que afrontar el miedo de decir que me encuentro mal, que no me veo capaz, por ejemplo, de ir a trabajar. Me preguntaba: «¿podré hacer tantas horas? ¿Qué podré hacer? ¿Qué no podré hacer? » Además, te encuentras con muchas trabas. Parece que uno haya provocado la enfermedad y que te hagan sentir culpable por no poder trabajar. Te encuentras con la angustia que lidiar con los médicos o con el ICAM.

Anímicamente me costó volver a sentirme yo misma, enfrentarme con la pareja, con el sexo… lo único que te encuentras son obstáculos. «Ya te has curado, pues hala, aire». Yo me he encontrado obstáculos con el ICAM. Es muy duro, pero siempre he tenido a mi pareja que me ha ayudado y hemos salido adelante.

¿Cómo fue tu proceso de regreso al trabajo después del cáncer? ¿Recibiste algún tipo de apoyo por parte de la empresa donde trabajabas?

 Para empezar, la empresa me llamó y me dijo que tenía que empezar a trabajar sí o sí. Yo trabajaba de cara al público, debía comenzar en Navidad y mi médico no lo aconsejaba.

Cuando pasas por este tipo de tratamiento, te bloqueas. La memoria queda en shock. Por ello, mi doctora pensaba que debía comenzar en otra época que no fuera tan estresante. En todo caso, cuando me incorporé, me sentí muy bien recibida por parte de mis compañeras. Por parte de la empresa no, porque no hizo ningún gesto de flexibilidad. Yo trabajaba 40 horas sí o sí. Al final de la jornada acababa agotada. Me costó mucho adaptarme. Lo superé gracias a mis compañeras. Si no podía coger peso, ellas me ayudaban. A la hora de ir al médico sí, la empresa no me ponía trabas (faltaría). Pero sólo el tiempo que tenía que ir y volver de nuevo.

Así estuve trabajando un año y medio. Después me tuvieron que operar de nuevo porque la prótesis del pecho se había quedado mal y, en este momento, yo no quería ir al médico por miedo a perder el trabajo. Los médicos me insistieron para hacer la operación y tuve que coger la baja.

La operación no funcionó y se alargó la baja. Ahí fue cuando la empresa me despidió enviándome un burofax. Entonces yo estaba más preocupada de haber perdido el trabajo que de mi salud y la operación.

Estaba muy triste, pero por suerte tuve una doctora que me ayudó mucho psicológicamente. No podía ir a trabajar, estaba toda abierta de arriba a abajo. Después de 18 meses de baja pasé por el tribunal médico para ver cómo estaba y, a raíz de los ojos y de la mama, me dijeron que esperara a ver si me daban la invalidez. Entonces ya me dieron la incapacidad. Cada dos años te han de revisar.

¿Has tenido dificultades a la hora de pedir algún tipo de seguro o producto financiero?

 Te rechazan. Ya no lo intento. Al principio probé en una mutua y me dijo que entraban mis hijos y mi marido, pero yo no. Y si vas a hacer un seguro también, más de lo mismo. Te echan atrás. Somos como la peste, es muy triste, pero es la realidad. No te quieren en ninguna parte.

 ¿Crees que las instituciones dedican los mismos esfuerzos tanto para abordar los tratamientos contra el cáncer como para solucionar las dificultades sociales que hay después del cáncer? ¿O crees que hay un vacío en este último aspecto?

 Siempre pienso que se debe hacer más. Cada vez hay más cánceres que se curan y con el cáncer de mama pasa lo mismo. Te dicen: «esto no es nada, eso ahora se cura». Y las instituciones no ayudan mucho después del cáncer. Necesitamos más apoyo por parte de las instituciones. Si no trabajo es porque no puedo, no porque no quiera. Te encuentras con muchos problemas, sobre todo muchos problemas burocráticos. No te dan oportunidades ni soluciones. Y tú ves cómo te vas quedando sin salud, sin economía… y como te cierran las puertas. He vivido una situación angustiosa, yo he salido adelante, pero pienso que hay gente que no tiene para vivir.

¿Cuál es tu punto de vista general sobre la situación social en que se encuentran las personas después de un cáncer y qué aspectos se tienen que resolver todavía.

Con el cáncer pierdes algunas cosas y ganas otras. También hay cosas buenas como, por ejemplo, el hecho de vivir la vida de otra manera, con otra ilusión de hacer cosas, de ayudar … He perdido, pero he ganado. Hay asociaciones que ayudan y ahora tengo la opción de dar mi apoyo a otra compañera. Con las asociaciones te sientes protegida, porque te dan mucho apoyo, y entre nosotros también.

 ¿Cómo se afronta la vida tras superar un cáncer?

 Soy otra persona. Aunque acabas volviendo a la realidad, particularmente vives de otra manera. Cualquier cosa me hace ilusión y pienso que la salud es lo más importante de todo. Cualquier cosa te hace feliz y valoras más tu alrededor. Hago las cosas que me apetecen, disfruto de todo y vivo el momento.

Pienso que debemos ser felices y vivir el momento. El cáncer es un camino de espinas, pero se debe superar y luego a vivir que son dos días. Cuando lo pasas, tienes que volver a caminar y a veces es una cuesta arriba. Pero, sobre todo, cuando te quitas la peluca y te quitas el disfraz, es cuando empiezas a remontar. Peluca fuera y a vivir. Adelante y a respirar.

 

 

 

 

Salud cardiovascular en personas que han superado un cáncer

La supervivencia después del cáncer ha aumentado mucho en los últimos años debido a las recientes mejoras en el diagnóstico y en el tratamiento. Consecuentemente, las posibles secuelas a largo plazo están más descritas. Aunque la probabilidad de que aparezcan es baja, es importante conocerlas para prevenirlas y minimizar los factores de riesgo. Una de las secuelas que, a pesar de ser poco comunes, son posibles, son las enfermedades cardiovasculares.

¿Qué riesgo hay de sufrir una enfermedad cardiovascular después de un cáncer?

El riesgo dependerá de distintos factores: el tipo de cáncer, el tratamiento y la respuesta individual de cada persona. Los cánceres en los que se irradia la zona torácica, como el cáncer de mama, el de pulmón o el linfoma de Hodgkin, son los que tienen más riesgo de sufrir enfermedades cardiacas, aunque no se puede descartar que ocurra en personas que han pasado por otro tipo de cáncer. Por otro lado, el tipo de tratamiento y la dosis administrada también son importantes: las células cardíacas tienen una capacidad de regeneración limitada, así que el corazón es más frágil que otros tejidos a los efectos de los tratamientos a largo plazo.

Por último, también influye el estado de salud cardiovascular de cada persona y la respuesta individual al tratamiento. Por este motivo, es muy recomendable tener unos hábitos de vida saludables.

¿Qué problemas cardiovasculares se pueden sufrir a largo plazo?

Radioterapia

La radioterapia actúa sólo en las partes del cuerpo que se irradian. Por ello, únicamente puede haber riesgo de sufrir una enfermedad cardíaca cuando el tumor está en la zona torácica y, además, la probabilidad es muy baja.

Las principales enfermedades cardiacas derivadas de la radioterapia son las siguientes:

  • Miocardiopatía restrictiva: Rigidez del miocardio que impide que el corazón se estire y se llene de sangre de forma adecuada.
  • Aterosclerosis acelerada: Engrosamiento de las paredes de las arterias de forma acelerada.
  • Fibrosis del pericardio: Engrosamiento y rigidez del pericardio, la membrana que envuelve al corazón.

Quimioterapia y terapias dirigidas

Los problemas cardiovasculares se pueden presentar después de algunos tipos de quimioterapia.  La quimioterapia actúa principalmente sobre las células en división, y por eso, es más activa sobre las tumorales que sobre las sanas. Por ese mismo motivo, las células sanas sobre las que tiene más efecto son las del pelo, la piel, la sangre y el aparato digestivo, aunque prácticamente siempre de manera reversible. No obstante, algunos tipos de quimioterapia, como las anticiclinas o el trastuzumab, pueden afectar a las células del corazón, sobre todo si se tienen que sobrepasar las dosis máximas recomendadas.

Las cardiopatías más frecuentes derivadas de la quimioterapia y las terapias dirigidas son las siguientes:

  • Insuficiencia cardíaca: Dificultad para que el corazón bombee correctamente. De esta forma, la sangre oxigenada no puede llegar a todas las partes del cuerpo de forma eficiente.
  • Isquemia: Disminución o detención del riego sanguíneo en una zona determinada del cuerpo que impide que el oxígeno llegue a los tejidos afectados.
  • Infarto de miocardio: Obstrucción de alguna de las arterias del corazón que provoca el infarto.
  • Miocardiopatía: Afección en el músculo cardíaco que impide el correcto bombeo del corazón. Puede derivar en insuficiencia cardíaca.
  • Arritmia: Latidos irregulares.
  • Miopericarditis: Inflamación del músculo cardíaco que reduce la capacidad de bombeo y produce arritmias.
  • Hipertensión: Presión arterial alta.
  • Trombosis venosa: Coagulación de la sangre en el interior de las venas.

¿Qué síntomas tienen las enfermedades cardiovasculares?

Los síntomas de los problemas cardíacos son diversos y dependerán del tipo de alteración, pero, en general, los siguientes síntomas pueden indicar alguna alteración cardiovascular:

  • Molestias o dolor en el pecho
  • Fatiga
  • Dificultad respiratoria
  • Mareos
  • Pies y/o manos hinchados

Caso concreto: cáncer de mama

El cáncer de mama es el cáncer más frecuente entre las mujeres. Actualmente, las mujeres diagnosticadas con cáncer de mama en un estadio temprano tienen una probabilidad muy alta de supervivencia. Esto hace que el propio cáncer no sea el principal factor que determine su calidad de vida, sino las posibles enfermedades cardiovasculares derivadas del tratamiento. Está demostrado que varios fármacos contra el cáncer de mama, como el trastuzumab o las antraciclinas, pueden actuar también sobre las células sanas del corazón. Las antraciclinas, por ejemplo, tienen una incidencia global de insuficiencia cardíaca sintomática de menos del 5%.

¿Cómo se pueden prevenir los problemas cardíacos?

Para reducir el riesgo a sufrir problemas cardíacos, lo más efectivo es llevar un estilo de vida saludable que comprenda los siguientes puntos:

Además, es importante que los médicos hagan un seguimiento periódico de la salud cardiovascular.

 


Referencias

Plana JC. La quimioterapia y el corazón. Rev Esp Cardiol. 2011;64(5):409-415.

Gepac – Todo lo que empieza cuando termina el cáncer

Cancer.net – Problemas cardíacos

NIH – Problemas cardíacos: investigación de los efectos secundarios cardíacos de tratamientos del cáncer.

 

Neus Farreras

Cuando te dijeron que ya estabas recuperada, ¿Cuáles fueron las principales dudas o temores que te vinieron a la cabeza?

 Los principales dudas que tuve eran si podía continuar trabajando, si me darían la discapacidad, que dejaría de ganar, como viviría. Mi marido es autónomo y me preocupaba la situación económica. También sufres por si el cáncer volverá a aparecer o si podrás seguir haciendo una vida normal.

¿Has tenido alguna secuela física?

 Muchísimas. La mayoría causadas por los tratamientos con quimioterapia y radioterapia. Tengo secuelas en el estómago y también tengo los pulmones quemados desde la tráquea hasta el esófago. El estómago lo tengo muy delicado por los medicamentos y los dos tratamientos. Sufrí una lesión por la quimioterapia y tuve que estar ingresada porque no la toleraba. Fue una reacción alérgica muy fuerte.

¿Cómo fue tu proceso de reinserción laboral después del cáncer?

 Yo trabajaba en la cafetería de un hospital. Tengo un linfedema en el brazo que me impide levantarlo, coger peso etc. En el trabajo me dijeron me que no me podían reubicar en ningún otro lugar y que me solicitarían la incapacidad. Me hicieron todos los trámites y al cabo de un mes ya tenía la carta certificada conforme me daban la incapacidad total. Esto suponía el 55% de mi base reguladora.

Todo esto ocurrió después de que estuviera un año de baja y al cabo de 18 meses en la mutua me valoraron y la doctora me concedió la incapacidad.

Me hubiera gustado más que me hubieran reubicado. Llevaba trabajando en el hospital desde hacía 22 años y estaba muy a gusto. Añoro el trabajo y el trato con la gente. Pero allí tenías que hacer de todo y yo no podía. Ahora cobro 700 euros sin contar los gastos que suponen la inyección de Zoladex® o el tratamiento para las hormonas. 700 euros es poco pero vamos pasando.

En este sentido, ¿Sientes que recibiste apoyo por parte de la empresa donde trabajabas?

 Sí, tuve mucho apoyo de mis compañeros. Recuerdo que, cuando me detectaron el cáncer, estaba trabajando allí. Me picaba mucho el pecho y me pinchaba. Tenía un mal presentimiento por mis antecedentes familiares (dos muertes por cáncer de pecho). Me hice una mamografía y salió negativa. El médico me dijo que era un cáncer malo. Cuando llegué a la cafetería lo comenté a mis compañeros y tuve todo su apoyo. Cogí la baja porque me tenían que hacer muchas pruebas (biopsia, punciones etc). La empresa en seguida me hizo todos los papeles de la baja y todos los trámites. Estuve en esta situación hasta el máximo, que son 2 años (después pasas a trabajar o te dan la discapacidad).

¿Has tenido dificultades a la hora de pedir algún tipo de seguro o productos financieros?

 No me he atrevido a decir nada a la aseguradora porque si dices algo no te pueden asegurar. Yo de momento pago pero no digo nada por miedo. Si me hubieran dado la incapacidad absoluta si que hubiera cobrado pero al ser la total no te dan ninguna pensión ni indemnización.

¿Crees que las instituciones dedican los mismos esfuerzos tanto para abordar los tratamientos contra el cáncer como para solucionar las dificultades sociales que hay después del cáncer? ¿O crees que hay un vacío en este último aspecto?

 Me parece que hay un vacío. Si no fuera por las asociaciones apenas dispondríamos de información ni de nada. Los médicos te visitan, eso sí, y te hacen las pruebas que hagan falta pero nada más. Para que te hagas una idea, yo estoy en Tortosa y para ir a la psicóloga tenemos que desplazarnos a Reus.

Por suerte hay una asociación que nos ayuda con ejercicios para mejorar el tema del linfedema pero dentro del ámbito institucional no hay nada de esto. Para las secuelas que me quedan sólo puedes acceder a 12 sesiones de la seguridad social y una vez acabas estas sesiones, ya está. Lo pasas mal.

Cuál es tu punto de vista general sobre la situación social en que se encuentran las personas después de un cáncer y qué aspectos crees aún deben resolverse.

 Esta bien curar el cáncer pero después del cáncer hay muchas secuelas y estás dejado de la mano de dios. Por ejemplo, cada mes me pongo una inyección que me marea mucho y me cuesta mucho recuperarme.

Debería haber una atención más personalizada por el tema de las secuelas que te quedan después del cáncer. Podrían ponerte al alcance un profesional de la fisioterapia que te diera consejos por el tema del linfedema o que te pudiera visitar una vez al mes o cada 15 días o que te pusieran al alcance un servicios de drenaje linfático.

Por parte de la seguridad social sólo te entra un número concreto de sesiones pero no hay un fisioterapeuta por ello. Te tienes que espabilar a través de las entidades. Si no fuera por ellas, repito, por las asociaciones, estaríamos desamparados. La “lliga de Tarragona i les Terres del Ebre”, por ejemplo, también nos ofrece clases de yoga. Encuentro que la Seguridad Social podría incluir el yoga para las personas después del cáncer. Nos va muy bien.

¿Cómo se afronta la vida tras superar un cáncer?

 La vida se afronta al 100%. Es una lástima que tengas que valorar todo lo que tienes cuando has estado al límite o después de una enfermedad grave. Dentro mis posibilidades, intento vivir, cuando me encuentro bien. Cuando vas a hacerte los análisis y pasas la «ITV», los médicos te dicen «vuelve de aquí 3 meses» y yo después pienso: «tengo 3 meses más para vivir».

Valores las pequeñas cosas: Ir a tomar un café con las amigas, abrir la ventana y respirar el aire, ir de excursión. Porque siempre tienes la incertidumbre de si el cáncer se volverá a despertar.

Hace dos semanas me hicieron unos análisis genéticos y han dado positivos, esto quiere decir que tengo el cáncer latente. Y me quitarán los ovarios. Cuando tienes antecedentes familiares, en mi caso abuela y tía de parte de padre, lo miran mucho. Tengo el cáncer por genética y es uno de los más malos que se puede volver a los ovarios, pecho y páncreas. Me quitarán los ovarios y el otro pecho pero hoy en día para el páncreas no hay nada. Y por eso vives con el temor y respeto pensando «¿Me volverá a pasar?».

Y por eso, también, valoras cualquier cosa.

Laura Sancho

 

Uno de los principales temores que tuve cuando me dijeron que ya estaba recuperada fue el de volver a recaer. Acabas la quimioterapia y la radioterapia (unos tratamientos muy heavys) y, cuando aún te estás recuperando, no te aseguran que ya estés curada del todo.

 

Estuve tomando tamoxifeno durante 5 años y es muy duro, aun sabiendo que cuanto más tiempo pasa, más juega a tu favor la vida. Con todo, la supervivencia del cáncer de mama es a partir de los 10 años, a diferencia de los otros tipos de cánceres que es a partir de los 5 años. Por eso tenía ese temor de volver a recaer. Ahora, sin embargo, ya han pasado 10 años.

 

Te dicen que tienes que tomar la enfermedad con mucho ánimo, pero yo caí en una depresión y ansiedad importantes. Me hundí. Tomaba ansiolíticos y sentía que estaba en un pozo profundo, muy profundo. Vivía en otra dimensión.

 

Al cabo de unos meses salí de este pozo gracias a la ayuda psicológica y, sobre todo, gracias a quien yo llamo «los sherpas». Son personas cercanas que están a tu lado, que te ayudan y que son determinantes en tu día a día. Tuve apoyo de amistades cercanas que me animaban y, especialmente, un amigo mío que es psicólogo y que estuvo al pie del cañón.

 

Debido al tratamiento, he tenido secuelas físicas. Por ejemplo, cuando me levanto soy como una especie de Robocop hasta que el cuerpo no se calienta. Me duelen las articulaciones y todas las mucosas de la parte derecha (la zona del pecho afectado que me irradiaron).

 

Siento como mis mucosas (vagina, ano, cuello, boca, etc.) están secas y me queman, como cuando tienes la lengua seca o cuando te tomas algo demasiado caliente y te quema la boca. Esta sensación ya es crónica, porque han pasado 10 años y todavía la noto, no se ha ido. Por suerte, yo no he sufrido linfedema, pero sí que tengo como un entumecimiento en toda la parte derecha de mi cuerpo.

 

Sobre el tema laboral, tuve la suerte de que, justo después del tratamiento, me ofrecieron un trabajo en una obra de teatro. Psicológicamente me fue bien, pero estaba muy débil y me costaba mucho aguantar el tipo en el escenario. Todo aquel tiempo que estaba en escena, me servía para no pensar en la enfermedad y esto, a nivel psicológico, me iba muy bien.

 

Durante el periodo de tratamiento, de más de un año, no dejé de trabajar como actriz y creo que fue una buena decisión para distraerme y no estar pendiente de la enfermedad. Y ahora ya hace cinco años desde que me hicieron la reconstrucción de mi pecho derecho afectado.

 

En el ámbito laboral, pues, no me he sentido estigmatizada ni discriminada. El único ejemplo que podría decir al respecto es cuando quise adoptar. Había que dar muchas explicaciones: que me estaba tomando pastillas, que me hacían un seguimiento exhaustivo, que estaba muy controlada, que no había peligro… Sin embargo, tuve que pasar por un expediente del comité médico y del comité psicológico. Finalmente, lo dejé y opté por la acogida permanente.

 

Creo que las instituciones dedican más esfuerzos a curar. El engranaje se queda vacío una vez se ha superado un cáncer. Para empezar, debería haber psicólogos gratuitos que te acompañan durante y después de la enfermedad. Especialistas en oncología.

 

Te dan el teléfono de una enfermera, pero sólo para consultas médicas. Creo que una enfermera no es la persona indicada para ayudarte. Por ello, pienso que es necesario hacer un seguimiento a posteriori, gratuito y de acompañamiento. Sí que es verdad que hay un departamento de psicología y psiquiatría, pero no son especialistas en oncología, y hace falta una figura de referencia.

 

También pienso que los oncólogos, a veces, son demasiado cerrados. Supongo que es por su exposición en su día a día. No son empáticos con el paciente. A mí, por ejemplo, me tocó uno que me respondía con monosílabos y las respuestas las acababas descubriendo a través de las enfermeras.

 

Por eso considero que no estaría mal que hicieran algún curso de psicología para aprender a ser más cercanos a los enfermos y saber responder a las preguntas de una manera más diplomática y más humana. Para los efectos secundarios, sobre todo, no te los explican. Es verdad que cada caso es un mundo, pero no se esfuerzan en decirte que te puede pasar, yo he tenido efectos secundarios que me decían que no eran posibles y que me los inventaba.

 

Ahora que ya ha pasado el tiempo y lo miro desde otra perspectiva, no soporto cuando la gente dice que gracias al cáncer es mejor persona. Yo ya lo era antes y no me hacía falta tener que pasar por esto. De lo único que me ha servido el cáncer es para relativizar las cosas. Ahora pienso que lo más importante es la salud y el resto ya irá saliendo y no hay que amargarse. Hay que vivir el momento y ser feliz a cada instante.

El silencio de la menopausia precoz

Menopausia precoz inducida por el tratamiento del cáncer

 

La menopausia ocurre cuando los ovarios de una mujer dejan de producir óvulos. Generalmente, esto sucede de forma natural alrededor de los 50 años y como resultado, el cuerpo de la mujer produce menos estrógeno y progesterona. Al disminuir estas hormonas, los períodos menstruales se vuelven irregulares y, con el tiempo, se detienen.

 

Algunos tratamientos del cáncer pueden generar la menopausia a una edad anterior a la prevista:

 

  • Cirugía: la extirpación de ambos ovarios provoca que la menopausia se presente inmediatamente.

 

  • Quimioterapia: algunos tipos de quimioterapia pueden dañar los ovarios y provocar que se presente una menopausia temprana. La menopausia puede presentarse inmediatamente o meses después del tratamiento. El riesgo de presentar menopausia precoz depende del tipo y la cantidad del fármaco quimioterapéutico que se administre, así como la edad de la mujer, ya que cuanto más joven sea, más posibilidades hay de recuperar una función ovárica normal.

 

  • Radioterapia: recibir radioterapia en la zona pélvica también puede dañar los ovarios. En algunos casos, los ovarios se pueden curar y volver a funcionar de nuevo. Pero, si se reciben grandes dosis de radiación, el daño puede ser permanente.

 

  • Terapia hormonal: estos tratamientos usados ​​para tratar cánceres de mama pueden provocar alteraciones en los ovarios y llevar a la ausencia de menstruaciones de forma transitoria (amenorrea) o permanente, induciendo en este caso la menopausia.

 

La menopausia precoz se acompaña de cambios físicos y emocionales que pueden tener consecuencias negativas en la calidad de vida y en la salud en general.

 

 

Posibles efectos sobre la salud y cómo gestionarlos

 

El problema de sufrir una menopausia inducida por algún tratamiento es que, al producirse antes de tiempo, la mujer no atraviesa el periodo de adaptación donde los síntomas son más leves, sino que los sofocos, la sudoración, el aumento de peso, la sequedad vaginal, los cambios de estado de ánimo, el insomnio y la pérdida de energía aparecen sin previo aviso.

 

Los niveles hormonales disminuyen en cuestión de días o semanas en vez de años, de este modo los síntomas se presentan de manera más abrupta que en el caso de una menopausia natural y gradual. Además, la menopausia precoz genera preocupación sobre los efectos a largo plazo que puede llevar la falta de estrógeno durante años, como la osteoporosis o el riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares.

 

Hay maneras de gestionar los síntomas y vivir más cómodamente con la menopausia. Los cambios de estilo de vida (dieta, dejar de fumar, hacer ejercicio, tener buenos hábitos de sueño, apoyo emocional) pueden ser tan importantes y eficaces como los medicamentos cuando se trata de sentirse mejor y vivir bien.

 

Algunos medicamentos que pueden ayudar incluyen:

 

  • Terapia hormonal: en algunos casos se pueden recetar hormonas femeninas para ayudar con los sofocos y otros síntomas. Pero, hay que tener en cuenta que las hormonas comportan algunos riesgos y se debe tener en cuenta si se han tenido ciertos tipos de cáncer.

 

  • Estrógeno vaginal: estas hormonas se pueden vender como cremas y geles, es un tratamiento localizado. Utilizar pequeñas cantidades de estrógeno en crema en el interior y los alrededores de la vagina puede aliviar la sequedad, si bien un poco de estrógeno llega al torrente sanguíneo, parece ser menos que lo que llega con las terapias de reemplazo hormonal. Por ello, si ninguna alternativa provee alivio, el estrógeno vaginal puede ser una opción viable. Se necesita una receta para adquirir estos medicamentos.

 

  • Antidepresivos u otros medicamentos: si no se toman hormonas, el médico podría recetar otro tipo de medicamento para aliviar los sofocos, como ciertos antidepresivos.

 

  • Lubricantes o humectantes: estos productos pueden ayudar a que las relaciones sexuales sean más cómodas si se presenta sequedad vaginal.

 

  • Medicamentos para la pérdida ósea: algunas mujeres toman medicamentos para ayudar a reducir la pérdida ósea después de la menopausia.

 

¿Es seguro recibir terapia hormonal después de haber pasado por un cáncer?

 

La terapia hormonal para la menopausia es un tratamiento que los médicos pueden recomendar para aliviar los síntomas comunes de la menopausia y, también, para prevenir cambios biológicos a largo plazo, como la disminución de la masa ósea. Estos cambios biológicos son consecuencia de la reducción en los niveles de las hormonas naturales (estrógeno y progesterona) que sucede en el cuerpo de la mujer durante y después de la menopausia.

 

Esta terapia generalmente comprende el tratamiento con estrógeno solo; una combinación de estrógeno y progesterona; o estrógeno y progestina, que es una hormona sintética con efectos similares a los de la progesterona.

 

Aunque ayuden a aliviar síntomas como los sofocos y la osteoporosis, los médicos no recomiendan este tratamiento para la mayoría de las mujeres, ya que podrían tener un mayor riesgo de contraer determinadas afecciones. Los riesgos y los beneficios de la terapia hormonal difieren para cada mujer, por lo tanto, lo más conveniente sería hablar con un equipo de atención médica para resolver cada caso en particular.

 

 


Referencias

Associació Espanyola Contra el Càncer (aecc). Menopausia y cáncer de mama.

MedlinePlus (2016). Tratamiento para el cáncer – menopausia temprana.

Cancer.Net. Síntomas de la menopausia en las mujeres.

Breastcancer.org (2017). Cómo manejar los síntomas menopáusicos.

Instituto Nacional del Cáncer (NIH) (2011). Terapia hormonal para la menopausia y el cáncer.

Rosa


 

 

Se me diagnosticó un cáncer de mama positivo para receptores de estrógenos y progesterona, y negativo para HER-2 en junio de 2016.

 

El tratamiento consistió en:

  • Quimioterapia con antraciclinas (4 sesiones) y taxol (12 sesiones) julio a diciembre 2016

2- Cirugía conservadora en el mes de enero 2017

3- Radioterapia (33 sesiones) abril-mayo 2017.

 

Viví el tratamiento con paciencia y cierta serenidad. Estuve bien informada y muy apoyada por mi oncóloga y el resto de personal médico y enfermería del hospital de la Vall d’Hebron.

 

El tratamiento coincidió con la separación de mi pareja. Creo que la simultaneidad de estos dos hechos hizo que ni uno ni otro se convirtieran en el eje central de mi vida. Sé que puede sonar extraño, pero cuando uno se me hacía demasiado pesado, me centraba en el otro. Y así, fui saliendo adelante.

 

Cuando me dijeron que ya estaba recuperada, el temor es el mismo que compartimos todos los que hemos sufrido un cáncer: el miedo a volverlo a sufrir. En mi caso, el hecho de ser bióloga e investigadora es un arma de doble filo. Por un lado, te facilita la comprensión de la enfermedad, su diagnóstico, pronóstico, tratamiento etc., pero a la vez te hace ser más consciente de todo lo que puede ir mal y los riesgos que hay en el futuro.

 

Respecto las secuelas físicas, estoy tomando tamoxifeno y tengo algunos de los efectos secundarios de este fármaco como son los sofocos, dolores articulares y rampas, pero son sostenibles. También he notado cierta pérdida de memoria y sobre todo de concentración, las cuales probablemente tienen que ver con el tamoxifeno («chemo-brain» se dice en inglés). No es nada grave (¡de momento!) Pero lo noto, quizás por el tipo de trabajo que hago. Esto me preocupa un poco porque puede llegar a interferir con mi profesión.

 

Mi proceso de reinserción laboral después del cáncer fue el siguiente: cogí la baja laboral durante las 3 semanas después de la cirugía. Durante el resto del tratamiento, tanto durante la quimioterapia primero como la radioterapia después, seguí trabajando. Lo pude hacer por las características de mi trabajo (horario flexible, puedo trabajar desde casa etc.) y por el apoyo y facilidades que recibí de mis jefes y compañeros.

 

Creo que el hecho de seguir trabajando me hizo sentir menos «enferma» y me permitió vivir con cierta «normalidad» los 10 meses que duró todo el tratamiento. Por tanto, no puedo hablar de una reinserción laboral.

 

Creo que las instituciones dedican menos esfuerzo a las dificultades después del cáncer que no su tratamiento. El objetivo del médico especialista es salvarte la vida. Una vez logrado esto, que ya es mucho, quedan las revisiones periódicas, el seguimiento médico para controlar que todo está bien. Hasta aquí, todo correcto.

 

Pero sabemos que hay efectos secundarios de la quimioterapia, de la cirugía o los tratamientos hormonales que pueden afectar de manera crónica e interferir con la vida personal y profesional post-cáncer. Además, las molestias, dolores… que se sufren a posteriori muchas veces se viven con un miedo irracional por sí indican una recaída, un nuevo cáncer.

 

Los blogs de pacientes son de gran ayuda porque te dan un espacio donde poder compartir tus vivencias y dudas. Pero pienso que no siempre pueden o deben sustituir un soporte más profesional. El médico especialista en oncología de los centros hospitalarios no tiene tiempo para hacer este trabajo porque debe dedicarse a los pacientes con cáncer. Y los médicos de atención primaria no siempre saben cómo hacerla.

 

Por ejemplo, no hace mucho fui al CAP por un resfriado y acabé en el hospital de día de Oncología del hospital de referencia porque tenían dudas sobre el tratamiento con antibióticos. Y es que una vez has sufrido un cáncer, no sabes si siempre llevarás esta etiqueta, o cuándo, o si nunca se te podrá considerar un paciente «normal». Estaría bien que el paciente «post-cáncer» tuviera una figura médica, sea de enfermería o médico, de referencia. Alguien que hiciera de puente entre el paciente, médico de primaria y el médico especialista.

 

Así que, tras superar el cáncer, la vida se afronta como una segunda oportunidad. El cáncer te hace consciente de la fragilidad de la vida. Has visto cómo pueden cambiar tus expectativas vitales de un día para otro. Aprendes a vivir más el presente y miras de no pensar tanto en el futuro.

 

Ahora que hace sólo 7 meses que terminé el tratamiento, lo tengo muy claro. Me pregunto, sin embargo, si el tiempo me lo hará olvidar. Diría que no, pero no lo sé. No me gusta pensar o hacer planes más allá de un año. Me cuesta decir que estoy «curada» porque quizás hay alguna célula rebelde en algún lugar de mi cuerpo que un buen día decidirá salir de su escondite. Es esta mi miedo más grande.

 

Sí, todo el mundo está expuesto. Pero si ya lo has pasado, te sientes más vulnerable. Como si te hubieran colocado en una casilla de salida privilegiada sin ti quererlo.