Testimonio de Maria

El verano de 2019, mi hijo se rompió el brazo y teníamos que ir al hospital cada semana. En una de estas visitas para acompañarlo, pedí avanzar mi revisión ginecológica de noviembre a septiembre porque me había notado un bulto en el pecho. En esta visita me hicieron todas las pruebas: mamografía, ecografía, biopsia… Cuatro días más tarde me dieron los resultados: un cáncer de mama triple negativo, un tumor poco común y con un bajo porcentaje de supervivencia. Si no hubiera pedido adelantar la visita médica, posiblemente ahora no estaría aquí.

 

Entré en un ensayo clínico. Me operaron el día antes de la Diada de San Jordi de 2020, en pleno confinamiento por la COVID. Antes ya había pasado por unas sesiones de quimioterapia, y después de la cirugía, hice más sesiones de radioterapia y quimioterapia. Después de un año y tres meses de tratamiento, me dieron el alta con sesiones de control cada tres meses. Pero ahí no acaba todo, hay un proceso de recuperación médica que no va alineada con la recuperación de tu cuerpo y de tu mente.

 

Cuando te dijeron que ya estabas recuperada, ¿cuáles fueron las principales dudas o temores que te vinieron a la cabeza?

Aparte de que después del alta, mentalmente todavía no estás totalmente bien, a los 18 meses del diagnóstico y cuatro meses después de haber hecho la última sesión de quimioterapia, tuve visita con el ICAM (Instituto Catalán de Evaluaciones Médicas). Recibí un trato muy desagradable por parte de quien me evaluó y el tribunal determinó que ya estaba preparada para volver a trabajar. En ese momento, trabajaba en un centro de educación especial con niños con enfermedades neurodegenerativas y no me veía en condiciones físicas ni psicológicas para continuar allí. Este fue uno de los principales temores que te hacen volver a la realidad de lo que estás viviendo: si podría ser capaz de volver al mundo laboral.

En aquel momento, ese fue el principal miedo, porque confío plenamente en la ciencia en relación con la enfermedad. Ahora, pasado algo más de tiempo, sí que tengo miedo a la recaída cada vez que me toca hacerme un control.

¿Y cómo fue tu proceso de retorno al trabajo después del cáncer? ¿Recibiste algún tipo de apoyo por parte de la empresa donde trabajabas?

 

Cuando me detectaron la enfermedad, era comienzo de curso y dejé todo atado con mi sustituta. Al volver, me di cuenta de que, debido a mi brazo, el cual me cuesta mucho mover, me iba a ser imposible seguir allí. Afortunadamente, había hecho unas oposiciones previamente y pude hacer el cambio. Ahora trabajo como profesora de ciclos de secundaria.

 

 

Y en tu nuevo trabajo, ¿has tenido alguna dificultad por el hecho de haber sufrido la enfermedad?
Por suerte, me ayudaron mucho en esta transición de puesto de trabajo. Al principio, el equipo directivo del nuevo centro educativo era un poco reacio a otorgarme un cambio de horario, pero el equipo médico habló con el responsable de riesgos laborales y me hicieron una adaptación de horario que ya no necesité al año siguiente. Ellos me dieron esta confianza y yo se lo he devuelto desarrollando mi trabajo de la mejor manera que sé. Creo que, si la empresa hace un buen acompañamiento al enfermo, después de un año la persona puede volver a un ritmo similar al que tenía antes de la enfermedad. Eso sí, la empresa debe tener en cuenta que, durante el primer año, no serás la misma persona.

En cuanto a las visitas médicas, siempre intento cambiarme el horario con algún compañero, a pesar de que me dijeron que no hacía falta, ya que es mi derecho. Pero yo soy así, me gusta hacerle fácil el trabajo a todo el mundo.

 

¿Has tenido o te ha quedado algún tipo de secuela física?

Sí, tengo problemas de hígado a raíz del ensayo clínico. También sufrí una reducción drástica de pecho, tengo menopausia inducida, osteoporosis, sequedad en las mucosas, pérdidas de memoria ocasionales y el brazo izquierdo muy afectado. Hago marcha nórdica para ejercitarlo.

 

Es verdad que los médicos te dan mucha información, pero es imposible retenerla toda. Por eso aconsejo ir acompañada al médico. También la Fundació Oncolliga Girona me ayudó mucho, informándome a través de la psicooncóloga de todo, y es fundamental ir siempre dispuesta a escuchar.

 

¿Y las secuelas psicológicas?

Tienes que asumir que estás pasando por un proceso de duelo y que lo que has perdido es tu salud. La enfermedad te lo para todo: la vida laboral, la social, la familiar… Tienes que gestionar todo esto y aceptarlo. Yo, por mi trabajo, sabía que existía un proceso de duelo por una enfermedad, pero fue muy diferente vivirlo desde dentro. La psicooncóloga me explicó todo lo que me estaba pasando y pude ponerle nombre. Por eso digo que el proceso del cáncer lo tienes que vivir para volver a vivir, pero una vida que ya no será la misma. Eso sí, una vez superas el cáncer, tienes que convivir con él, pero no lo tienes que convertir en el centro de tu vida.

Lo que sí que he visto claro es el papel importantísimo de los psicooncólogos, y lo he encontrado a través de una fundación.

 

Muchas personas que han superado un cáncer coinciden en decir que, después del cáncer, se produce una especie de “vacío” en muchos ámbitos. ¿Cuál es tu vivencia al respeto?

Lo que me ha ayudado mucho a gestionar mis emociones es escribir. He hecho un libro sobre mi proceso oncológico para ayudar a otras personas. Al escribir, me di cuenta de que tenía muchas ganas de vivir para ver crecer mis hijos, a ver mi vida en pareja, etc. Más que un vacío, el cáncer para mí ha sido una oportunidad para aprender a vivir y a priorizar, distinguir lo que es realmente importante de lo que no lo es. Me ha ayudado a priorizar la familia, las amistades, los viajes y a vivir el presente.

 

Después del cáncer, hay toda una serie de necesidades físicas, emocionales y carencias en el ámbito social, financiero, laborales que ni las administraciones en general ni la sociedad contemplan. Según tu situación personal, ¿qué destacarías o con que te has encontrado?

 

Además de la cantidad de dinero que gasté en productos para mis secuelas en la farmacia, me encontré que, por el hecho de haber tenido dos pagadores, tuve que pagar mucho a Hacienda en la declaración del año siguiente. Esto debería que estar regulado. Además, mi pareja y yo no estamos casados y él tuvo problemas para pedirse días para acompañarme en el hospital. Esto también se debería tener en cuenta.

 

¿Has tenido dificultades en la hora de pedir algún tipo de seguro o producto financiero?

Sí. Yo tenía un seguro de vida por la hipoteca que teníamos contratada. Una vez que terminamos de pagar la hipoteca, quise renovar el seguro, pero me pidieron el historial médico y me denegaron la renovación.

 

¿Cómo se afronta la vida después de superar un cáncer?

Se afronta con muchas ganas de vivir. Es una oportunidad para priorizar en tu vida. Todavía me cuesta a veces encontrar este equilibrio en la vida cotidiana y no perder esta perspectiva de qué poner en valor. Antes no era tan consciente de que estaba viviendo la vida, y ahora que sí que lo soy. Lo encaro teniendo muy presente la salud y velando por estos efectos secundarios: tengo que hacer actividad física diaria, cuidar la alimentación, etc. Hay un después de la enfermedad y cómo lo vivas definirá como vivirás. He pasado por un cáncer, pero estoy aquí. Podría no estar, pero lo estoy.

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