Alcohol y cáncer

A pesar de que en muchas culturas el consumo de alcohol está amplia y socialmente aceptado, las bebidas alcohólicas tienen un impacto negativo en la salud. En España, por ejemplo, hay mucha tradición de elaboración y consumo de vino. A este se le asocian propiedades beneficiosas por la presencia de antioxidantes como el resveratrol, que está presente en la uva. Sin embargo, el alcohol es nocivo para la salud, y su consumo está directamente relacionado con un incremento en el riesgo de sufrir cáncer.

 

De hecho, según un informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS), alrededor del 4% de los diagnósticos de cáncer en el mundo en 2020 se atribuyeron al consumo de bebidas alcohólicas. En este artículo haremos un repaso de la relación que tienen el consumo de alcohol y el cáncer, y el papel que este juega en el riesgo de recaída.

 

Por qué hay relación entre el consumo de alcohol y el aumento de riesgo de padecer cáncer

Los mecanismos por los cuales el alcohol aumenta el riesgo de cáncer son diversos. Por un lado, al metabolizarse, se genera una sustancia denominada acetaldehído, que es tóxica y daña al ADN y las proteínas de las células. Por otro lado, el alcohol aumenta la generación de moléculas oxidantes, que también pueden dañar al ADN, las proteínas y los lípidos (grasas). Además, aumenta la producción de estrógeno, que está relacionada con un mayor riesgo de cáncer de mama, e interfiere en la descomposición y asimilación de nutrientes importantes, como algunas vitaminas, el folato y los carotenos.

 

El consumo de alcohol, pues, puede aumentar hasta un 60% el riesgo de sufrir ciertos tipos de cáncer, como por ejemplo el cáncer de cabeza y cuello (incluyendo boca, faringe y laringe), hígado, esófago, mama y La frecuencia, la cantidad y el tipo de bebidas que se consumen pueden variar el riesgo asociado al consumo de alcohol. De este modo, cuanto mayor es el consumo, mayor es el aumento del riesgo asociado.

 

A pesar de que la reducción del consumo de alcohol reduce también el riesgo de sufrir cáncer al cabo de los años, es posible que este riesgo no se elimine por completo, incluso reduciendo el consumo a cero, dependerá de las cantidades que se hayan consumido a lo largo de la vida. Las cifras estiman que, reduciendo el consumo de cuatro o más bebidas diarias, a una o menos, el riesgo de cáncer de hígado se reduce en un 21%, el colorrectal en un 31%, y el de mama en un 30%.

 

El alcohol y el riesgo de recaída después del cáncer

La recaída o recurrencia es cuando el cáncer vuelve después de un tratamiento. Durante los tratamientos, el consumo de alcohol puede interactuar con los medicamentos y empeorar los efectos secundarios, como por ejemplo úlceras o sequedad bucal, deshidratación o pérdida de nutrientes. Por ello, no se recomienda el consumo de bebidas alcohólicas.

 

Pero, una vez superado un cáncer, no hay una clara evidencia científica del impacto que tiene el consumo de alcohol en el riesgo de recurrencia. Hay estudios que determinan que, en el caso del cáncer de mama, el consumo de alcohol no se relaciona con una supervivencia más baja o riesgo de recaída. No obstante, estos estudios tienen limitaciones puesto que se basan en encuestas donde, quizás por falta de memoria o por el estigma asociado al consumo de alcohol, las personas participantes no informaron adecuadamente de su consumo real.

 

A pesar de esto, otros estudios sí que demuestran que el consumo moderado y excesivo puede incrementar el riesgo de recaída y reducir las tasas de supervivencia, especialmente en los cánceres de cabeza y cuello, hígado, mama (en mujeres) e intestino (en hombres). Además, el riesgo aumenta con la dosis de consumo, que no tendría que superar el de una bebida al día para las mujeres, y dos para los hombres.

 

A pesar de que el efecto del alcohol en la recaída no esté claro, las recomendaciones respecto al consumo después de superar un cáncer son las mismas que para la población en general: cuanto menos, mejor.

 

 

Resumen final y recomendaciones

Ser conscientes de la relación que tienen el alcohol y el cáncer es el primer paso para tratar de minimizar este Además, es importante reflexionar sobre los momentos en los cuales se consumen estas bebidas: ¿es solo en ocasiones especiales o acontecimientos con otras personas? ¿O quizás se compra de manera habitual en casa y se consume diariamente?

 

Evitar el alcohol completamente es la opción más recomendable, puesto que el consumo cero es el único consumo seguro que hay. Sin embargo, en caso de consumir, es importante limitar la cantidad de bebidas, no beber en grandes cantidades ni en exceso, y no hacer excepciones con las bebidas más aceptadas socialmente, como el vino. De este modo, podremos reducir el riesgo asociado al alcohol de sufrir cáncer o de su recurrencia.

 

Además, hay otras pequeñas acciones que pueden reducir el riesgo de sufrirlo y que están en nuestras manos, como por ejemplo seguir un estilo de vida saludable. Esto comporta dejar atrás hábitos como el tabaco e incorporar rutinas como la práctica de actividad física o la mejora de los hábitos alimentarios. En conjunto, el consumo de tabaco y alcohol aumenta considerablemente el riesgo de sufrir cáncer, especialmente los que afectan en la boca, garganta y esófago. Por eso, la recomendación no es solo dejar de consumir alcohol, sino también dejar de fumar.

 

Por el contrario, las personas que siguen un estilo de vida saludable tienen un 18% de riesgo menor de sufrir esta enfermedad. Son personas que practican ejercicio, tienen un peso corporal adecuado, evitan las bebidas azucaradas y la comida rápida, priorizan el consumo de alimentos frescos y vegetales, reducen el consumo de carnes rojas y procesadas, y el consumo de alcohol.

 

En definitiva, tanto antes como después de un cáncer, las recomendaciones para reducir el riesgo de la enfermedad son muy parecidas. Un estilo de vida saludable, que incluya una dieta equilibrada, la práctica de ejercicio físico, y que abandone los hábitos tabáquicos y de consumo de alcohol, ayudará a minimizar el riesgo asociado a estos factores modificables.

 


Referencias

  1. El alcohol y el cáncer
  2. Conciencia sobre la relación entre el consumo de bebidas alcohólicas y el cáncer
  3. El alcohol y el riesgo de cáncer
  4. 5 datos sobre alcohol y cáncer
  5. Evita el consumo de alcohol
  6. ¿Cómo afecta el alcohol a los tratamientos oncológicos?
  7. Alcohol
  8. ¿Por qué se recomienda abandonar el alcohol con cáncer colorrectal?
  9. Código Europeo Contra el cáncer. 12 maneras de reducir el riesgo de cáncer
  10. ¿El consumo de bebidas alcohólicas aumenta el riesgo de recurrencia?
  11. ¿Puedo hacer algo para prevenir la recurrencia del cáncer?
  12. Kwan ML, et al. Alcohol Consumption and Breast Cancer Recurrence and Survival Among Women With Early-Stage Breast Cancer: The Life After Cancer Epidemiology Study. Journal of Clinical Oncology. 2010;28(29). DOI: 10.1200/JCO.2010.29.2730.

 

 

 

 

 

Beneficios de la atención psicooncológica tras haber vivido un cáncer

Haber vivido una enfermedad oncológica tiene un impacto más allá del estado físico, afectando también aspectos emocionales, al ambiente familiar y laboral, y a la calidad de vida. De esta forma, surge la necesidad de adaptarse a la nueva situación de forma sana y de tomar consciencia de la importancia del autocuidado a nivel psicológico.

Es así como nace la psicooncología, cuyo objetivo es el de atender las necesidades psicológicas de la persona que ha tenido una enfermedad oncológica, los familiares que lo necesiten y atender también a los profesionales de los equipos de salud relacionados con la enfermedad. Existen varias alternativas a disposición de las personas que han vivido una situación de este tipo, así como para sus familiares o cuidadores.  Así, encontramos las psicoterapias individualizadas, las psicoterapias grupales, o los grupos de apoyo mutuo. La participación en estos recursos de soporte psicológico no es obligatoria, sin embargo, hay evidencia de que la atención psicooncológica, cuando la persona considera que lo necesita, tiene un efecto casi inmediato en la mejora de la situación emocional.

 

¿Cuándo se debería acudir al psicooncólogo?

El diagnóstico del cáncer es habitualmente un hecho que desestabiliza emocionalmente, y una vez que se ha vivido la experiencia también pueden surgir miedos e inseguridades. La psicooncología se encarga de atender las necesidades a nivel psicológico de la persona afectada en el proceso y evolución de la enfermedad, mejorar el afrontamiento a la misma y repercute en beneficiar la calidad de vida. Acudir a un psicooncólogo puede ser necesario durante el proceso de la enfermedad, pero muy frecuentemente surge la necesidad de acudir en el período de la remisión de la enfermedad, puesto que es cuando se detecta un aumento del malestar emocional, con la afectación del estado de ánimo. Así pues, la intervención psicooncológica puede beneficiar en cualquier momento, tanto a la persona que ha vivido un cáncer como a otros miembros de su familia que puedan necesitarlo.

Algunos centros de salud y hospitales ofrecen este servicio especializado de atención psicológica, pero en caso de no estar disponible,  o no tener acceso a él, hay varias entidades que dan soporte a los interesados, como las organizaciones federadas a la FECEC.

 

¿Cuáles son los beneficios de la psicooncología?

La psicooncología tiene varias funciones que son beneficiosas a lo largo de todo el proceso:

  • Proporcionar herramientas para manejar el dolor y aliviar el malestar emocional.
  • Ayudar a mantener la autoestima, puesto que los tratamientos pueden afectar al aspecto físico.
  • Permitir el desahogo emocional, facilitando la expresión de miedos y preocupaciones por la incertidumbre a volver a padecer la enfermedad.
  • Proporcionar las herramientas psicológicas necesarias para asumir la experiencia, integrarla y lentamente, volver a la normalidad.
  • Promover el soporte sociofamiliar fortaleciendo la comunicación entre los afectados y los familiares.
  • Valorar los criterios para participar en la psicoterapia grupal y los grupos de ayuda mutua.
  • Ayudar a los familiares y cuidadores, fomentando el autocuidado y comprender sus emociones para poder adaptarse de forma saludable a la situación.

 

La psicooncología es importante en todas las fases del cáncer:

La psicooncología está presente en todas las fases de la enfermedad y aborda las necesidades específicas de cada una de ellas para mejorar la calidad de vida. El papel del psicooncólogo en la remisión es particularmente importante, puesto que acompaña en el proceso de vuelta a la normalidad, a la rutina, y se encarga de trabajar los miedos a la recaída.

Las personas que han vivido un cáncer pueden presentar secuelas físicas y psicológicas. Por ello, la intervención psicooncológica juega un papel fundamental ayudando a estas personas a gestionar sus emociones y cómo perciben la vida, contribuyendo a que se sientan mejor consigo mismos e integren de forma adaptativa las viviencias de cada momento.

 

La intervención psicooncológica puede ser individual o grupal.

En la psicoterapia individual, las sesiones se realizan con el psicooncólogo directamente. Las psicoterapias grupales, por otro lado, aunque también están dirigidas por un psicooncólogo, se realizan en grupos de iguales que intentan ser homogéneos.

 

¿Cuál es la diferencia entre la terapia de grupo y los grupos de ayuda mutua (GAM)?

La terapia psicológica de las personas que han vivido un cáncer también ofrece la posibilidad, si se requiere, de asistir a terapias de grupo y a grupos de ayuda mutua.

  • Terapia de grupo:

Las terapias de grupo forman parte de la psicoterapia y ayudan a la adaptación psicosocial de la persona que ha vivido la experiencia de tener un cáncer. Estas terapias se enfocan en fomentar su adaptación y favorecer su crecimiento personal. Un buen momento para iniciar la terapia de grupo es una vez finaliza el tratamiento oncológico, que es el punto de inflexión cuando el control pasa del personal médico a la propia persona.

Las terapias grupales, que pueden ser de varios abordajes psicoterapéuticos distintos, se adaptan a las necesidades de los miembros que lo componen y están guiadas por un psicoterapeuta que dirige las sesiones. Suelen estar divididas en módulos que tratan diferentes temas, ya que se busca un cambio duradero en el afrontamiento de los participantes, favoreciendo la expresión emocional y el aprendizaje interpersonal. Por ello, normalmente, se intenta que el grupo sea homogéneo y que se encuentren en el mismo estadio de la enfermedad.

  • Grupo de ayuda mutua:

A diferencia de las terapias de grupo, los grupos de ayuda mutua no se engloban dentro de la psicoterapia. Estos grupos son un espacio de encuentro y apoyo entre iguales y aunque pueden beneficiar la salud mental de los participantes, no tienen la figura del psicoterapeuta que medie las sesiones de grupo. Los grupos de ayuda mutua se caracterizan porque se gestionan ellos mismos, no tienen diferencias de rol, se expresan los sentimientos y se comparten las experiencias vividas con otras personas en situación similar. Esto permite a los participantes sentirse más comprendidos y acompañados, reduciendo el estrés y la sensación de impotencia.

 

¿Los familiares y cuidadores también pueden usar estos grupos?

La terapia grupal y los grupos de ayuda mutua pretenden mejorar la calidad de vida de las personas que han vivido un cáncer y la de sus familiares, ayudándoles a desarrollar las competencias que les permitan manejar el malestar psicológico asociado a esta situación.

La participación en estos grupos ayuda a familiares y cuidadores a comprender que el cáncer afecta tanto al paciente como al entorno, y da herramientas para aprender a gestionar las emociones durante el proceso o una vez finalizada la enfermedad.

Existen varias entidades federadas a la FECEC, Junts contra el càncer, que proporcionan recursos para la orientación y apoyo psicológico a las personas que comienzan esta nueva etapa tras finalizar el tratamiento contra el cáncer.

 

Asesoramiento y apoyo:

 

Terapia de grupo:

 

Soporte clínico:

 

Terapia sexual y de pareja:

 

Grupos de ayuda mutua:

 

Diez falsos mitos después del cáncer

A pesar de que hay cada vez más información y recursos disponibles sobre el cáncer, todavía existen muchos mitos acerca de esta enfermedad y sobre cómo es la vida de las personas una vez la superan. Estas confusiones se crean debido a la falta de información o comprensión que surge después del cáncer. Por eso, es importante desmitificar y aclarar estos malentendidos/falsos mitos, para que las personas puedan tener información precisa y tomar decisiones en su vida después de esta enfermedad.

 

A continuación, repasamos algunos de estos mitos y explicamos por qué no son verdad.

 

1. Cuando una persona ha superado un cáncer, su vida vuelve a ser como antes.

Los tratamientos pueden tener efectos secundarios que continúan mucho después de la última administración de quimioterapia o la última sesión de radioterapia, incluso los tratamientos de corta duración pueden provocar cambios permanentes en el organismo. Muchas personas experimentan cambios emocionales y sociales a largo plazo como consecuencia de la transformación que supone sufrir una enfermedad como el cáncer. Después de un proceso oncológico, la transformación y la incorporación de nuevos aprendizajes son fundamentales para adaptarse a la vida después del cáncer, ya que pueden ayudar a la persona a superar los miedos y ansiedad relacionados con el cáncer y a adoptar una nueva perspectiva de vida.  Por lo tanto, para las personas que han superado un cáncer no todo vuelve a ser igual, y deben adaptarse a su “nueva normalidad”.

 

2. Si una persona no presenta ningún síntoma después del tratamiento de cáncer, no tiene la necesidad de realizar controles regulares.

Incluso si no se experimentan síntomas, es importante seguir con los controles regulares establecidos por los profesionales sanitarios, para detectar la recurrencia del cáncer o cualquier efecto tardío del tratamiento. Las recomendaciones sobre el control de seguimiento regular dependen de varios factores, entre ellos, el tipo y estadio del cáncer diagnosticado originalmente y los tipos de tratamiento proporcionados. Es fundamental que las personas que hayan pasado por un proceso oncológico sigan los controles médicos que pauta su oncólogo.

 

3. Las mujeres que han superado un cáncer de mama, con el tiempo, podrán dejar de hacerse mamografías.

Las mamografías son una herramienta crucial en la detección temprana de la recurrencia del cáncer de mama. Para las mujeres que lo han superado, se recomienda una mamografía anual, tanto si se ha realizado un tratamiento quirúrgico conservador de la mama como si se ha realizado una reconstrucción en el caso de mastectomía. El control anual se mantendrá a lo largo de toda la vida, porque estas pacientes, a diferencia de la población sana que se somete a mamografías bianuales en las campañas de cribado, tienen una probabilidad de desarrollar una recidiva local o un segundo tumor del 5-10% en los 10 años siguientes al tratamiento.

 

4. Quienes han cronificado el cáncer son héroes.

Dentro del sistema sanitario y en nuestra sociedad, se considera un triunfo el hecho de acabar el tratamiento con éxito y cronificar el cáncer. Lamentablemente, esto contrasta con la realidad en la que se encuentran estas personas al volver a su día a día, no solo por las dificultades externas, sino también por sus sentimientos de desconcierto, angustia, aceptación o frustración ante los cambios físicos o psicológicos. Las personas que han superado un cáncer muchas veces también describen una sensación de desamparo, desprotección y abandono, una vez finalizado el tratamiento, como consecuencia por romper o distanciar el vínculo con el sistema sanitario.

 

5. Las personas que han superado un cáncer infantil tienen una esperanza de vida más corta.

Algunas personas que han superado un cáncer infantil pueden tener un riesgo mayor de desarrollar ciertas condiciones médicas con el tiempo, como tener efectos a largo plazo y cánceres secundarios, pero esto no significa necesariamente que su esperanza de vida sea más corta. En general, las personas que han superado un cáncer infantil y han recibido atención médica adecuada y seguimiento regular tienen una esperanza de vida similar a la de la población general.

 

6. Una mujer que ha superado un cáncer de mama no debería quedarse embarazada.

No hay ninguna evidencia científica de que el riesgo de cáncer aumente si una mujer se queda embarazada después de un cáncer de mama. Como norma general, el embarazo después del cáncer es seguro para la madre y el bebé. A menudo se recomienda esperar un tiempo, entre seis meses y un año después de completar todos los tratamientos contra el cáncer antes de intentar quedarse embarazada, por los posibles efectos adversos del tratamiento. No obstante, no es posible predecir cuándo es el mejor momento para quedarse embarazada después de finalizar el tratamiento, así que se debería consultar con el médico para tomar la mejor decisión para cada caso.

 

7. Las personas que han superado un cáncer tienen que seguir una dieta equilibrada para reducir las probabilidades de recurrencia.

No hay evidencia clara de que una dieta específica o la eliminación de ciertos alimentos pueda prevenir la recurrencia del cáncer. Seguir una dieta equilibrada que incluya frutas, verduras frescas y alimentos integrales siempre es útil para mejorar y mantener la salud general. Sin embargo, los alimentos por sí solos no previenen el cáncer, sino que favorecen una reducción del riesgo de desarrollar cáncer. Como se indica desde el Código Europeo Contra el Cáncer, es posible reducir el riesgo de cáncer, hasta en un 18%, a través de una alimentación sana y el cuidado del peso corporal. Algunos consejos para seguir una dieta equilibrada y saludable son:

 

8. Una persona que ha superado un cáncer no puede hacer ejercicio físico.

El ejercicio físico puede ser beneficioso para muchas personas que han superado un cáncer, incluso los programas de rehabilitación oncológica lo consideran parte fundamental de la atención estándar también durante el tratamiento. Varios estudios sugieren que el ejercicio regular puede ayudar a mejorar la calidad de vida de las personas y reducir el riesgo de recurrencia del cáncer. El ejercicio puede ayudar a mejorar la fuerza muscular, la capacidad cardiovascular, la función inmunológica y la densidad ósea. Además, el ejercicio también puede ayudar a reducir los niveles de estrés y ansiedad, mejorar el estado de ánimo y mejorar la autoestima.

 

9. Las personas que han superado un cáncer no pueden hacer nada para cambiar cómo se sienten física o emocionalmente.

Aunque puede haber desafíos físicos y emocionales después del cáncer, las personas tienen opciones y recursos disponibles para mejorar su bienestar y calidad de vida, como buscar apoyo de familiares o amigos o cambiar su estilo de vida para mejorar su salud. Por ejemplo, algunos han descrito que superar el cáncer les dio la confianza en uno mismo y la fuerza emocional para crear cambios positivos en sus vidas. Pero tampoco hay que tratar de aparentar tener entusiasmo, es decir, hay que ser sincero con uno mismo y aceptar todos los tipos de emociones en diferentes momentos.

 

10. Una persona con un familiar que haya superado un cáncer tiene más posibilidades de padecerlo.

No necesariamente. Si bien hay ciertos tipos de cáncer que pueden tener un componente genético (del 5 al 10% de los casos) y tener un familiar cercano que ha padecido cáncer puede aumentar ligeramente el riesgo de desarrollar la enfermedad, en la mayoría de los casos el cáncer no es hereditario. El 90-95% de los cánceres restantes son causados por mutaciones que le suceden a la persona durante la vida, como consecuencia natural del envejecimiento y la exposición a factores ambientales.

 

Impacto de los mitos en las personas que han superado un cáncer

 

En conclusión, es importante tener en cuenta que después del cáncer pueden surgir muchos mitos y creencias erróneas que pueden tener un impacto significativo en la vida de las personas que han superado la enfermedad. Estos mitos pueden influir en las decisiones que se toman sobre el cuidado de la salud y pueden generar preocupaciones innecesarias y estrés emocional. Es importante obtener información precisa y actualizada sobre el cáncer y hablar con los profesionales de la salud para aclarar cualquier duda o preocupación.

 

Referencias

 

Support connection – Cancer Survivorship: Myths, Realities, and Moving Forward

Johns Hopkins Medicine – 10 Myths About Breast Cancer Survivorship

Childhood Cancer International – Myths and Misconceptions about Childhood Cancer Survivors

FECEC – Millorar l’experiència dels supervivents de càncer a Catalunya

SEOM – Mitos y realidades en oncología

Match Trial – Mitos sobre el cáncer

FECEC – Buscando el embarazo después del cáncer

Cancer.net – Cáncer de mama: Atención de seguimiento y monitoreo

SEOM – Recomendaciones para el seguimiento de las mujeres supervivientes de cáncer de mama

Código europeo contra el cáncer – 12 formas de reducir el riesgo de cáncer

Blog FECEC – Efectes beneficiosos de l’exercici i nutrició al cervell del pacient amb càncer

AECC – Alimentación y cáncer. Control de peso

AECC – Alimentación sana contra el cáncer

 

¿Es recomendable hacer ejercicios de fuerza después de un cáncer?

El ejercicio físico tiene una gran importancia después de un cáncer. En los últimos años, numerosos estudios han demostrado que el ejercicio físico no solo no es perjudicial, sino que incluso puede resultar beneficioso para aquellas personas con una enfermedad crónica, como el cáncer.

Así pues, la práctica de ejercicio físico, en general, resulta muy recomendable después del tratamiento contra el cáncer, a excepción de algunos casos puntuales en los que puede estar contraindicado por causar dolor.

En este sentido, tanto la práctica de ejercicio aeróbico (por ejemplo, caminar, correr, bailar o ir en bicicleta) como el entrenamiento de fuerza, ayudan en la recuperación y en la mejora de la calidad de vida de las personas con cáncer que han finalizado el tratamiento.


Efectos del entrenamiento de fuerza en personas que han superado un cáncer

Con más frecuencia de la que se debería, se tiende a desaconsejar realizar ejercicio físico más allá de “caminar” o “mantenerse activo” a las personas que han cronificado el cáncer. Sin embargo, los estudios científicos han demostrado que mantener el mismo nivel de ejercicio que antes del tratamiento, o incrementarlo, es seguro y muy útil. El ejercicio puede ayudar a mejorar la salud física, disminuir el cansancio y mejorar la calidad de vida. Eso sí, siempre debe realizarse de forma progresiva, controlada y bajo supervisión profesional al menos al inicio.

El entrenamiento de fuerza es un ejercicio basado en la resistencia que crea una sobrecarga muscular para estimular el crecimiento de nuevos músculos, que cada vez juega un papel más importante en la atención de quienes han superado un cáncer. Los efectos del tratamiento y el desacondicionamiento físico, resultado del reposo o del cansancio, favorecen la pérdida de la masa muscular. A día de hoy, se sabe que cuanto menor es la cantidad de músculo, el pronóstico de la enfermedad es peor y existe mayor riesgo de mortalidad y de recidivas, además de un mayor impacto de los efectos secundarios del tratamiento. Por lo tanto, mantener unos niveles correctos de masa muscular con entrenamientos de fuerza es muy positivo para la salud. De hecho, un estudio que incluyó a 2.863 personas que han superado un cáncer, concluyó que entrenar fuerza al menos una vez a la semana reduce un 33% la mortalidad por cualquier causa, evidenciando el beneficio de tener unos niveles de fuerza altos en quienes han cronificado la enfermedad.

Las investigaciones también muestran que trabajar la fuerza puede ayudar a paliar algunos efectos secundarios propios de la enfermedad y de algunos tratamientos como la quimioterapia y la radioterapia y a prevenir daños en el sistema inmune. Puede ser muy eficaz para combatir la osteoporosis, los dolores, la pérdida de calidad del sueño, los problemas cardiovasculares y el cansancio. En este último caso, pese a que puede sonar paradójico, la fatiga se frena a través de la actividad física. Por otro lado, el entrenamiento de fuerza y un estilo de vida saludable después del cáncer también se han relacionado con la reducción del riesgo de sufrir otras enfermedades a largo plazo.


Para quién es recomendable el entrenamiento de fuerza

Así pues, son muchos los beneficios del ejercicio de fuerza tanto en pacientes con cáncer como en personas que lo han cronificado. Por ejemplo, en el caso del cáncer de mama, el entrenamiento de fuerza puede ayudar a mejorar la calidad de vida, disminuir la fatiga y mejorar el dolor, la movilidad y la fuerza en las extremidades superiores. Además, se ha asociado con un aumento de la esperanza de vida y con la disminución de los riesgos de recidiva del cáncer y del desarrollo de linfedema.

Otro ejemplo donde el entrenamiento de fuerza se considera esencial es en el caso de las personas que han superado un cáncer de colon, ya que es habitual que aparezcan problemas derivados de los cambios en la alimentación y la asimilación de esta, llegando a perder bastante peso y una gran cantidad de músculo. Para evitar esto, el ejercicio de fuerza es fundamental. En concreto, mejorar la fuerza y funcionalidad de la musculatura del abdomen es muy importante para poder realizar con normalidad las actividades de la vida diaria.

Sin embargo, es importante destacar que realizar ejercicios de fuerza es beneficioso en todos los tipos de cáncer y, cada vez más, los programas de rehabilitación oncológica lo consideran una parte fundamental de la atención estándar tanto durante como después del cáncer.

 

 

Entrenamiento de fuerza y suplementación

El entrenamiento de fuerza incluye ejercicios que fortalecen los músculos, como por ejemplo: levantamiento de pesas, ejercicios con bandas de resistencia, ejercicios con máquinas o ejercicios con el propio peso del cuerpo. Estos últimos pueden incluir flexiones de brazos, abdominales, sentadillas u otros ejercicios de intensidad moderada como el pilates y el yoga.

Los expertos recomiendan realizar de 2 a 3 sesiones de entrenamiento de fuerza por semana. Se recomienda que la intensidad del entrenamiento sea de moderada a alta, dependiendo de la situación previa de cada persona. Además, para evitar el resentimiento muscular, se debe establecer una carga progresiva y empezar con ejercicios simples.

El diseño de un buen entrenamiento, acompañado de una alimentación adecuada, suele ser suficiente en la mayoría de las personas. De hecho, un estudio demostró que suplementar con proteínas a personas que han cronificado el cáncer que realizan entrenamiento supervisado de fuerza no lo hace más eficaz que entrenar fuerza sin suplementar con proteínas.

Por otro lado, se recomienda combinar los entrenamientos de fuerza con ejercicio aeróbico y estiramientos. Intentar hacer al menos de 150 a 300 minutos de ejercicio aeróbico a la semana, como caminar, bailar, nadar o ir en bicicleta con un nivel de intensidad moderado (por ejemplo, ejercitándose durante 30 minutos al día, 5 días a la semana), y estirar los principales grupos musculares al menos 2 veces por semana.

Es importante tener en cuenta que toda actividad física que se realice tiene que estar supervisada por un profesional y apoyada por el médico, para evitar ejercicios que puedan estar contraindicados en una situación concreta.

Así pues, la práctica de ejercicio físico tanto durante como después de un cáncer es segura y aporta múltiples beneficios. Tal y como se explica en el podcast “Hablamos sobre la actividad física después del cáncer”, el ejercicio físico puede servir como tratamiento coadyuvante a los distintos tratamientos y fases de la enfermedad, pero, además, se considera esencial como parte de un estilo de vida saludable de las personas que han superado un cáncer, mejorando la calidad y esperanza de vida.

 

Referencias

MSK – Ejercicio durante y después del tratamiento contra el cáncer

Fisiología clínica del ejercicio – Entrenamiento de fuerza en pacientes con cáncer bajo quimioterapia y radioterapia

Pereira-Rodríguez JE, et al. Efectos y beneficios del entrenamiento de fuerza en pacientes con cáncer: revisión sistemática de la literatura. Univ Méd Pinareña. 2020; 16(3):e498.

FISSAC – El entrenamiento de fuerza reduce la mortalidad en supervivientes de cáncer

Fernández Ortega JA, et al. Efectos de un programa combinado de ejercicios de fuerza y aeróbicos de alta intensidad en pacientes supervivientes al cáncer de mama: estudio piloto. Apunts: Medicina de l’esport. 2016; 51(189):3-12

IPEFC – Ejercicio recomendado en supervivientes de cáncer de colon

Heraldo – Salud tras el cáncer

Fisiología clínica del ejercicio – Entrenamiento de fuerza y suplementación con proteínas en supervivientes de cáncer

FECEC – ¿Es recomendable hacer ejercicio después del tratamiento?

FECEC –La osteoporosis: una secuela frecuente después del cáncer

FECEC – Linfedema: qué es y cómo prevenirlo

FECEC – PODCAST: Hablamos sobre la actividad física después del cáncer

FECEC – Qué es y cómo combatir la fatiga después del cáncer

FECEC – Salud cardiovascular en personas que han superado un cáncer

FECEC – Trastornos del sueño, cómo dormir y descansar mejor

ASCO – Un programa de ejercicios para usted: 5 consejos para las personas que tienen cáncer

CR Fisioterapia en cáncer – Ejercicio y Cáncer: Mitos y Realidades

SEOM – Tabla de ejercicios para pacientes con cáncer

U’Kore – La fuerza contra el cáncer se entrena

ESHI – Entrenamiento de la fuerza en pacientes oncológicos

Podcast: Hablamos sobre la actividad física después del cáncer

Bienvenidos al primer podcast de la FECEC, con el que iniciamos un nuevo formato con el objetivo de proporcionar información de manera diferente i amena. En esta ocasión, hablamos con la Dra. Pilar Barretina, médico oncóloga en ICO Girona, y con Paula Moreno, fisioterapeuta especializada en oncología en ICO Hospitalet. ¿Por qué es importante el ejercicio físico después del cáncer? ¿Es seguro practicar deporte después del cáncer? Damos respuesta a estas preguntas y muchas más.

¡Te esperamos!

 

Retención de líquidos después del cáncer: recomendaciones y consejos

Hay personas que, después de superar un cáncer pueden sufrir consecuencias del tratamiento. Hay regiones del cuerpo particularmente sensibles a los efectos secundarios de la quimioterapia, la radioterapia o a las intervenciones quirúrgicas. Concretamente la piel es de las zonas del cuerpo más afectadas en estos casos.

 

Entre las alteraciones cutáneas más frecuentes que pueden aparecer después de un cáncer podemos encontrar:

  • Piel seca (xerosis)
  • Prurito (picor)
  • Úlceras en la piel
  • Edemas (retención de líquidos)
  • Cicatrices

 

Afortunadamente, las reacciones cutáneas son a menudo temporales y existen tratamientos para remediarlas.

 

Los edemas y su relación con el tratamiento contra el cáncer

 

Los edemas son acumulaciones de líquido bajo la piel, dentro de los tejidos que están fuera del sistema circulatorio, que transporta la sangre por todo el cuerpo. El edema se da con mayor frecuencia en los pies y las piernas, dejando una sensación de inflamación y pesadez, y provocan aumento de peso. También puede ocurrir en las manos, los brazos, la cara y el abdomen.

 

Los problemas en el funcionamiento del corazón, el hígado o los riñones pueden tener como consecuencia la retención de líquidos. Enfermedades asociadas como la insuficiencia cardíaca, hepática o renal son las causas más frecuentes de los edemas, a pesar de que la desnutrición o la inactividad también pueden hacer que los líquidos se acumulen en diferentes partes del cuerpo. Otra situación que puede generar acumulación de líquido es el linfedema de brazos o piernas. Cuando los ganglios linfáticos se extirpan (vaciamiento linfático ganglionar) o dañan, el líquido linfático se acumula en los tejidos circundantes y hace que se hinchen. El médico puede aclarar el origen y el tratamiento más adecuado en cada caso.

 

La retención de líquidos es también un efecto secundario del tratamiento contra el cáncer. Aparece después de varios tratamientos y generalmente desaparece unas semanas o meses después de haber dejado el tratamiento, pero también se puede extender más en el tiempo y ser un problema para aquellas personas que ya han superar el cáncer.

 

 

¿Qué tengo que hacer si tengo síntomas?

 

En el caso en que se sienta alguno de estos síntomas, es importante que se informe al equipo de atención de salud. El doctor o la enfermera determinarán qué lo está causando y recomendarán las medidas que se deben tomar, pudiendo recetar algunos fármacos si fuese necesario.

 

Diagnóstico y prevención del edema

 

Para diagnosticar un edema, es posible que el médico verifique si la piel sobre el área hinchada permanece hundida después de presionarla, pregunte si se aumentó de peso recientemente o sobre otros síntomas. También es posible que necesite realizar análisis de sangre, de orina y radiografías.

 

El objetivo del control del edema es tratar la causa subyacente de la acumulación de líquido. En las personas en las que el edema ha sido provocado por fármacos o por una mala nutrición, puede tratarse. En cambio, los casos en que los que la retención de líquidos es resultado del cáncer o de problemas renales, cardíacos o hepáticos, es más difícil de tratar, e incluso puede llegar a ser permanente.

 

A continuación, se pueden encontrar sugerencias para ayudar a reducir el la hinchazón y aliviar los síntomas derivados de la retención de líquidos:

 

  • Preguntar al médico sobre medicamentos diuréticos, puesto que su función es ayudar a eliminar el líquido adicional del organismo debido al aumento de la micción
  • Ingerir una dieta equilibrada y reducir la cantidad de sal
  • Andar o hacer ejercicio, ya que ayudará a que los líquidos vuelvan a bombear en el corazón
  • Cuando se esté sentado o apoyado, poner la zona afectada en alto
  • Evitar estar derecho durante periodos prolongados y sentarse con las piernas cruzadas
  • Utilizar medias de compresión para ayudar a que los líquidos vuelvan al sistema circulatorio
  • No reducir la cantidad de agua ni otros líquidos sin consultar antes al médico
  • Consultar al médico si la fisioterapia o la ergoterapia podrían ser de utilidad

 

También cabe destacar que hay entidades federadas que ofrecen un servicio de drenaje linfático, especialmente indicado para el tratamiento de linfedemas en mujeres operadas de cáncer de mama. Mediante este servicio se favorece el funcionamiento del sistema linfático, con la consecuente mejora de la movilidad del miembro afectado y que también favorece la eliminación del líquido linfático. Puede encontrar más información consultando este enlace.

 

Referencias

 

  1. Net. Manejo de los efectos secundarios físicos.
  2. Instituto Nacional de Cáncer (NIH).
  3. Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM). Cuidados continuos: cuidados de soporte y paliación.
  4. American Cancer Society. Hinchazón, edema y ascitis.