Cuando el cáncer desaparece y las emociones se despiertan

A menudo, los valores de cada persona afectan su manera de pensar y de hacer frente a una enfermedad como el cáncer. Por ejemplo, algunas personas sienten que deben ser fuertes y proteger sus amigos y familiares. Otras, buscan apoyo y recurren a seres queridos u otras personas que hayan superado un cáncer. Las hay que se apoyan en su fe para que les ayude a vencerlo.

 

Una gran parte de las personas que han pasado por un cáncer prefieren apreciar más la vida y sobre todo haber experimentado un aumento de la estima hacia ellos mismos. Estas conclusiones forman parte de lo que se llama crecimiento personal y ofrece un nuevo sentido a la vida que hasta ahora nunca se había presentado. Es también el resultado del crecimiento postraumático.

 

Este crecimiento postraumático supone un cambio en los procesos cognitivos de la persona y, por tanto, de su manera de percibir la realidad. Se describen como:

 

  • Cambios en uno mismo: mayor sentimiento de fortaleza, aumento de la autoestima y mayor capacidad para enfrentarse a posibles futuras dificultades. Sin embargo, pueden coexistir con un sentimiento de vulnerabilidad por el hecho de pensar que la enfermedad puede reaparecer en cualquier momento.

 

  • Cambios en las relaciones interpersonales: se ven fortalecidas las relaciones con los demás y es habitual que la familia esté más unida que antes de la experiencia. Puede que también haya aumentado la necesidad de compartir los hechos experimentados y la de pedir ayuda y, por tanto, se haya desarrollado la capacidad de búsqueda de apoyo social.

 

  • Cambios en la espiritualidad y en la filosofía de vida: esto se hace patente en una mayor valoración de lo que se tiene, un cambio de prioridades (separando lo que es importante de lo secundario) y una mayor apreciación de los detalles.

 

Es importante resaltar que el crecimiento postraumático no se da en todos los casos, y cuando se da, se puede manifestar de maneras diferentes y sin tiempos establecidos de aparición. En cambio, este es dependiente del proceso personal de cada uno, de la espiritualidad, el apoyo social, la extraversión, el optimismo, y la capacidad de aceptar gradualmente lo que se vive.

 

También es muy importante comprender que el malestar y el crecimiento postraumático no son incompatibles, sino que de alguna manera están fuertemente relacionados. De hecho, muchas personas que manifiestan este crecimiento siguen teniendo emociones como la tristeza, la ira y el miedo por la inseguridad de una recidiva.

 

Cómo identificar y distinguir los diferentes tipos de emociones

Todas las emociones retroalimentan el crecimiento personal y forman parte de la coexistencia natural durante el proceso de transformación y adaptación:

 

  • Tristeza: muchas personas con cáncer y después de este se sienten tristes. Se tiene la sensación de haber perdido la salud y la vida de antes de enterarse de la enfermedad. Hay que tener en cuenta que es una respuesta normal ante cualquier enfermedad grave. Es posible que lleve tiempo superar y aceptar todos los cambios sucedidos. A nivel fisiológico, la tristeza suele ir acompañada de cansancio y pocas ganas de comer. Para algunas personas, estos sentimientos desaparecen o disminuyen con el tiempo. Para otros, estas emociones pueden intensificarse. Si los sentimientos dolorosos no mejoran y se interponen en la vida cotidiana, pueden llegar a desarrollar una depresión.

 

  • Rabia: las personas que han tenido que afrontar un cáncer a menudo también sienten ira, rabia o enojo por la impotencia generada ante un evento imprevisible. Son frecuentes los tipos de preguntas retóricas del estilo «¿Por qué a mí?», «¿Qué he hecho para merecer esto?». Es probable que también se sienta resentimiento con sus proveedores de asistencia médica, sus amigos y sus seres queridos. El enfado, a menudo, se origina de sentimientos más difíciles de mostrar, como el miedo, el pánico, la frustración o la ansiedad. Hay una tendencia generalizada a nivel social de esconder el enojo pero, de hecho, este puede ser útil ya que puede generar motivación para actuar.

 

  • Estrés/ansiedad: tanto durante el tratamiento como después de éste, es normal tener estrés y ansiedad debido a todos los cambios y novedades por los que está pasando. La ansiedad se origina al tener preocupaciones que sobrepasan los límites de uno mismo, a la incapacidad para relajarse y la tensión que se sufre. El estrés es un estado de nerviosismo muy alto y que puede impedir que el cuerpo termine de recuperarse de la manera en que debería hacerlo.

 

¿Qué puedo hacer para gestionarlas?

 

La gente se da cuenta que cuando expresa sentimientos fuertes como el enojo o la tristeza, tiene más posibilidad de canalizarlos. Algunas personas ordenan sus sentimientos hablando y compartiendo la experiencia con amigos o familiares, con otras personas que han superado un cáncer, un grupo de apoyo o un consejero.

 

  • Ser proactivo: tratar de centrar el esfuerzo y la atención en aquellas cosas que están al alcance de uno mismo, intentando utilizar la energía de uno mismo para centrarse en el bienestar y en el que se puede hacer para mantenerse con la mejor salud posible. En algunos casos, salir de casa y hacer alguna actividad puede ayudar a enfocarse en otras cosas, más allá del cáncer sufrido y de las preocupaciones que causa esta situación. El ejercicio, el yoga y estirar pueden ayudar también.

 

  • No tratar de aparentar tener entusiasmo en su defecto, es decir, ser sincero con uno mismo y aceptar todos los tipos de emociones en diferentes momentos. Frecuentemente la gente del entorno da mensajes y ánimos expresando «la importancia de ser positivo». Hay que remarcar que pedir y/o exigir una actitud positiva suele suponer una gran carga adicional para la persona enferma (y/o por su familiar o cuidador), puede no resultar empática en no permitir precisamente la expresión de aquellas emociones y/o sentimientos socialmente no aceptados como el enojo o la tristeza, pero a la vez tan necesarios ser canalizados y compartidos.

 

  • Encontrar formas para liberar la tensión: diferentes técnicas de relajación o distensión pueden ayudar a reducir el estrés, como la atención plena o mindfulness que consiste en una terapia científicamente validada en la que la persona aprende a centrar su atención en el aquí y ahora, sin juzgar el momento, ni dejarse llevar por los pensamientos y las emociones del momento, lo que produce una regulación fisiológica del exceso de activación emocional. El objetivo es facilitar las herramientas necesarias para ayudar a reconocer los estados de ánimo que resultan más difíciles de gestionar, que inicialmente son adaptativos pero que pueden conducir a emociones y sentimientos que no ayudan a adaptarse en el día a día. Estos tipos de prácticas pueden ayudar a analizarlos, y reconducir hacia el espacio de paz interior.

 

  • Expresión del afecto: para las personas más extrovertidas, hablar sobre los hechos vividos con otras personas, no evitar hablar sobre el tema que nos preocupa y escribirlo en un diario tiene efectos beneficiosos en el estado de ánimo. Incluso el tiempo invertido en la expresión del afecto se asocia positivamente con el crecimiento postraumático, siempre y cuando esté en consonancia con la personalidad base de cada persona.

Referencias

Generalitat de Catalunya. Les emocions.

Instituto Nacional del Cáncer. Los sentimientos y el cáncer.

American Cancer Society. El cáncer y los efectos emocionales.

Mayo Clinic (2014). Sobrevivientes de cáncer: cómo manejar tus emociones después del tratamiento de cáncer.

Miedo a la recaída: uno de los aspectos emocionales más comunes

Miedo a la recaída, miedo de volver a pasar por lo mismo otra vez, miedo de no poder superar nuevamente la enfermedad, miedo de no poder aguantar de nuevo la quimioterapia… Tras finalizar los tratamientos, se puede sentir la amenaza que el cáncer pueda volver a aparecer, especialmente ante las situaciones como las revisiones y controles médicos o ante cualquier dolor o molestia física. Este temor generalmente suele ser mucho mayor cuando se acercan las revisiones médicas o fechas destacadas como la del diagnóstico de la enfermedad o la de finalización de los tratamientos.

 

Esta sensación de incertidumbre y miedo es bastante frecuente entre todos los que han pasado por un cáncer. Es completamente comprensible y aunque es normal y muy frecuente, puede afectar a la calidad de vida.

 

 

 

¿Qué es una recaída?

 

La recaída o recidiva es la reaparición del cáncer después de un período más o menos largo de tiempo sin enfermedad. En función de dónde se localice, la recaída puede ser:

  • Locorregional, es decir, en el mismo lugar o zona donde estaba localizado el tumor de origen.
  • A distancia o metástasis, aparece en una parte u órgano diferente al del tumor de origen.

 

¿Por qué es tan frecuente el miedo a la recaída entre los que han superado un cáncer?

 

Puede que el miedo sea mayor por la agresividad y complejidad de los tratamientos recibidos para curar el cáncer. El tratamiento del cáncer es multidisciplinar, es decir, diferentes modalidades terapéuticas (cirugía, radioterapia, quimioterapia, etc.) que se combinan, a veces durante un largo espacio de tiempo, para proporcionar un plan de tratamiento más adecuado que permita aumentar las posibilidades de curación de la enfermedad.

 

Sin embargo, la posibilidad de la recaída existe y, aunque el miedo no debe paralizar ni anular la vida ni el futuro, es importante que se sepan ciertas cosas. Hay que saber que, si la enfermedad reaparece, se puede volver a tratar. Cada vez se conoce más la evolución del cáncer, y este conocimiento junto con las revisiones médicas periódicas, facilitan el diagnóstico precoz de la recaída, su tratamiento más rápido y eficaz. La comunicación y apoyo con los especialistas puede ayudar en gran medida a afrontar esta situación.

 

¿El miedo a la recaída durará siempre?

 

Muchas personas que han superado un cáncer explican que a medida que pasa el tiempo, el miedo a la recaída del cáncer disminuye y que cada vez piensan menos en la enfermedad. Sin embargo, incluso años después del tratamiento, algunas situaciones, cosas o momentos pueden hacer que uno se preocupe más.

 

Deberá pasar un tiempo para recuperar la confianza en uno mismo y poder afrontar estas situaciones sin tanta dificultad. Pero incluso después de varios años, este miedo puede volver a aparecer y hacer que uno se sienta mal. No hay que culpabilizarse por esta emoción, es humana y natural, se puede ser feliz teniendo estas emociones y llevar una vida totalmente normal, todo depende del caso que se le haga a este temor.

Hay que aceptar el miedo a la posible recaída y tratar que este miedo no impida centrarse en el presente.

 

¿Cuándo tengo que pedir ayuda?

 

Cada persona afrontará esta situación y el miedo a la recaída de una manera diferente. Pero si le preocupa continuamente y nota que le impide continuar con su vida cotidiana porque le hace sufrir demasiado, pida ayuda. Sin duda, un profesional especializado podrá ayudarle a gestionar esta situación de miedo e incertidumbre.

 

En un estudio clínico, la intervención psicológica disminuyó sustancialmente el miedo a la recaída. Tanto la ansiedad general como la angustia específica por cáncer o la calidad de vida fueron mejores en las personas sometidas a esta intervención psicológica inmediatamente después del tratamiento. Si se desea, se pueden consultar los servicios de apoyo psicooncológico que ofrecen las entidades de la FECEC, juntos contra el cáncer, donde se proporciona orientación y apoyo psicológico para conseguir una mejor calidad de vida después del cáncer.

 

No hay que olvidar que, aunque se haya tenido cáncer, se pueden volver a tener resfriados, gripes, molestias o dolor de cabeza. Así que la mayoría de los síntomas que se tendrán serán debidos a estas enfermedades que no están relacionadas con el cáncer. Sin embargo, si se tiene algún dolor, síntoma o molestia que preocupa especialmente, no debe dudar en dirigirse a los profesionales sanitarios, ellos entenderán la preocupación y temor, y sabrán mejor lo que está pasando.

 


Referencias

Curados de cáncer (2013). Miedo a la recaída.

El Mundo (2016). El miedo a la recaída no desaparece en los pacientes con cáncer.

El medico interactivo (2017). Diseñan un programa para reducir el miedo a la recaída tras el cáncer.