Qué es y cómo combatir la fatiga después del cáncer

 

La fatiga es uno de los efectos adversos más comunes del cáncer y su tratamiento (quimioterapia, radioterapia, terapia biológica o cirugía). Generalmente mejora después de completar la fase más activa del tratamiento, pero habitualmente persiste cierto nivel de fatiga durante meses o años después del finalizarlo. Se considera un efecto adverso crónico porque a menudo está presente durante un largo período de tiempo, interfiere con la vida cotidiana de las personas y no se ve completamente disminuida por dormir y descansar.

¿Cuáles son los síntomas que la caracterizan?

La fatiga de después del tratamiento del cáncer se muestra como un agotamiento físicomental y emocional persistente. A menudo quienes la sufren la describen como una fatiga extrema caracterizada por debilidad, sensación de pesadez, lentitud o falta de energía. Sin embargo, esta fatiga es diferente a sentirse agotado por no haber descansado lo suficiente.

Causas

La fatiga después del cáncer puede tener más de una causa, entre las cuales se cree que el tratamiento juega un papel importante, aunque no se conocen las causas exactas de cómo afecta cada tipo de tratamiento.

Se han descrito algunas causas fisiológicas como anemia o alteraciones en los niveles hormonales. Además, causas psicológicas como la ansiedad y la depresión pueden influir en la fatiga en personas que han sufrido de cáncer. Este agotamiento puede aumentar cuando hay falta de sueño, estrés emocional y problemas de coordinación o de memoria (fatiga de la atención).

Se puede tener fatiga cuando el cuerpo no recibe suficiente alimento para producir la energía que necesita. Para muchas personas, los efectos del tratamiento del cáncer o las nuevas necesidades fisiológicas hacen que sea difícil comer bien. Una alimentación inadecuada causada por la falta de apetito, náuseas o porque el cuerpo no es capaz de asimilar bien los alimentos (malabsorción) pueden causar la aparición de la fatiga. También se ha observado que la deshidratación puede provocar o empeorar la fatiga.

El hecho no dormir bien y falta de actividad física están estrechamente relacionados con la fatiga. Se ha observado que las personas con menos actividad durante el día y que se despiertan a menudo durante la noche indican mayores niveles de fatiga. Aun así, restituir los problemas de sueño no implica siempre una mejoría en la fatiga. Por esta razón se recomienda no sólo un buen descanso, sino también complementarlo con algún tipo de ejercicio físico, tanto para aumentar el nivel de energía durante el día, así como disminuir los niveles de angustia y ansiedad.

También se ha observado que algunos medicamentos no relacionados con el tratamiento del cáncer, como los analgésicos opioides, antidepresivos y antihistamínicos (utilizados para tratar el dolor, la depresión y la alergia, respectivamente), puede causar mareos, somnolencia y fatiga. Si usted toma estos medicamentos la fatiga podría empeorar.

Estrategias para combatirlo

Afortunadamente, hay maneras de combatir la fatiga, a partir de un plan equilibrado de actividad y descanso. Hacer actividades relajantes como escuchar música, leer, meditar o pasar momentos agradables con familiares y amigos puede reducir el estrés y proporcionar energía. El ejercicio ligero también puede ser recomendable para tener más energía y sentirse mejor.

Es importante planificar el tiempo para descansar. Si es necesario, se pueden hacer siestas cortas (menos de una hora) durante el día. Sin embargo, dormir demasiado durante el día puede ser contraproducente y dificultar dormir por la noche.

También es muy importante comer y beber bien para hacer llegar al cuerpo toda la energía que necesita. Una dietista puede asesorar sobre alimentos y bebidas que aumenten el nivel de energía, así como aquellos alimentos ricos en proteínas y calorías que ayuden a mantener la fuerza. Algunas personas encuentran más fácil comer varias veces durante el día, en lugar de hacer tres comidas grandes. También es esencial para estar bien hidratado y se recomienda limitar la ingesta de cafeína y el alcohol.

Otra forma de luchar contra la fatiga es tratar causas las psicológicas que pueden generarla. Hablar con un especialista (psicooncólogo) puede ayudar a lidiar con emociones y pensamientos difíciles. Del mismo modo, reducir el estrésansiedad y depresión puede proporcionar más energía. Puesto que el dolor no controlado puede ser también una fuente importante de fatiga, un especialista en dolor puede ayudar a encontrar un tratamiento analgésico adecuado.

La fatiga asociada al cáncer es uno de los efectos secundarios más comunes tras el cáncer. Aunque sus causas son poco definidas, es posible recurrir a estrategias para combatirla eficazmente, con la ayuda de un médico y el establecimiento hábitos de vida saludables.

 


Referencias

Mayo Clinic. 2017. “Fatiga Relacionada Con El Cáncer: Por Qué Ocurre Y Cómo Afrontarla. http://www.mayoclinic.org/es-es/diseases-conditions/cancer/in-depth/cancer-fatigue/art-20047709

National Cancer Institute. 2017. “Fatiga (PDQ®)—Versión Para Pacientes.  https://www.cancer.gov/espanol/cancer/tratamiento/efectos-secundarios/fatiga/fatiga-pdq

Bennett, Sally, Amanda Pigott, Elaine M Beller, Terry Haines, Pamela Meredith, and Christie Delaney. 2016. “Educational Interventions for the Management of Cancer-Related Fatigue in Adults.” In Cochrane Database of Systematic Reviews, edited by Sally Bennett,Chichester, UK: John Wiley & Sons, Ltd..

Y ahora, ¿qué?

Una vez finalizado el tratamiento, es muy común sentir una mezcla de emociones. Por un lado, puede haber las emociones positivas que se desprenden de haber terminado el tratamiento de una forma exitosa, de haber descubierto en uno mismo una fortaleza que no se conocía o de haber forjado relaciones más profundas y significativas con la pareja, familiares o amigos. Por otra parte, es muy normal sentirse desprotegido o que afloren emociones relacionadas con miedos, incertidumbre o ansiedad.

Descubrir una nueva normalidad

Los cambios que muchas personas pueden experimentar con su cuerpo están relacionados con el tipo de cáncer y el tratamiento que han seguido, pero es importante recordar que no hay dos personas iguales: los cambios físicos y las secuelas pueden variar enormemente entre una persona y otra, incluso en casos donde el tipo de cáncer y el tratamiento son los mismos.

Cada persona es un mundo y cada uno reacciona de una manera completamente diferente. Es muy posible que el tiempo ayude a algunas personas a ajustarse a lo que sienten. Sin embargo, a veces el tiempo no es suficiente y es posible necesitar ayuda externa. Es importante entender que no hay un retorno a la normalidad ya que se tiene que redescubrir y redefinir la propia normalidad, que puede no ser la misma que antes del tratamiento.

Necesidades de las personas que han finalizado el tratamiento

Recientemente, la Federació Catalana d’Entitats contra el Càncer (FECEC) publicó un estudio sobre la experiencia de las personas que han sobrevivido un cáncer. Este estudio mostró como, en finalizar el tratamiento, los supervivientes tienden a sentir, más que felicidad, una mezcla de desesperanza y abandono. Al finalizar la fase activa de tratamiento contra la enfermedad, todas las fuerzas y la energía focalizadas hacia la curación quedan en segundo plano, siendo reemplazadas por una sensación de soledad y desprotección. Por otro lado, crece gradualmente la aceptación como persona superviviente, y muchas personas experimentan un cambio de los valores personales, restableciendo sus prioridades personales y su forma de vivir la vida, a pesar de la incertidumbre de que la enfermedad pueda volver.

Otro elemento de interés es el cambio en las relaciones interpersonales. Los supervivientes suelen hablar de cómo, durante la enfermedad, la gente de su entorno tiende a adoptar una actitud protectora y de apoyo. En algunos casos, sin embargo, una vez finalizado el tratamiento las personas afectadas sienten que se les exige una vuelta a la normalidad inmediata, obviando el hecho de que, a pesar de haber terminado la fase más activa del tratamiento, no han terminado las consecuencias de la enfermedad. Las relaciones interpersonales cambian mucho durante la fase de tratamiento de la enfermedad y posteriormente en la recuperación. Muchas veces, la enfermedad contribuye a fortalecer estos vínculos, pero en otras la relación con amigos, familiares o pareja puede terminar cambiando, hasta el punto de debilitarse o romperse.

Los resultados recogidos en el informe de la FECEC, fueron consistentes con los de otros estudios mayoritarios, como el publicado por la Iniciativa Nacional de Supervivencia del Cáncer del Reino Unido, el Instituto Nacional de Salud de EE.UU., o de otros a nivel nacional. Por ejemplo, según un informe realizado por el Grupo Español de Pacientes con Cáncer (GEPAC) sobre las necesidades los supervivientes de cáncer, hay una serie de temas que tienen un gran impacto en la calidad de vida de la gente que los sufre:

Todos estos datos evidencian la existencia de una serie de obstáculos muy presentes en el día a día de las personas después del tratamiento contra el cáncer, y ponen de manifiesto la necesidad que estas dificultades sean dirigidas, atendiendo y dando respuesta a todas las necesidades no cubiertas.

 

Referencias

Federació Catalana d’Entitats contra el Càncer (FECEC) (2014). Millorar l’experiència dels supervivents de càncer a Catalunya.

Grupo Español de Pacientes con Cáncer (GEPAC) (2012). Informe sobre las necesidades de los supervivientes de cáncer (Informe).

National Cancer Institute (2014). Facing forward. Life after cancer treatment.

Livestrong (2016). Emotions After Cancer Treatment (web).

¿Es habitual tener problemas de concentración y memoria después del tratamiento?

Frecuentemente, las personas que han sufrido cáncer refieren problemas para procesar la información, o dificultades a la hora de recordar ciertos detalles o palabras. Estos síntomas se conocen como deterioro cognitivo. Aunque inicialmente se asociaron a aquellas personas con cáncer de mama que habían recibido tratamiento con quimioterapia, estudios posteriores han demostrado que su aparición también se puede dar en diferentes tipos de cáncer y, en algunos casos, se produce incluso antes que se inicie el tratamiento con quimioterapia.

¿Qué síntomas lo caracterizan?

El deterioro cognitivo asociado al cáncer incluye tanto síntomas que son percibidos de forma subjetiva por las personas que los padecen como signos que son objetivamente medibles. Algunos de los síntomas más característicos son:

Causas

Todos estos síntomas pueden estar provocados por el cáncer en sí, por factores genéticos del individuo, por los efectos de los tratamientos administrados al organismo, o por una combinación de los anteriores. Además, hay otras afecciones que son comunes en las personas con cáncer y que indirectamente pueden provocar síntomas cognitivos como problemas de aprendizaje y memoria, dificultades para concentrarse, disfunciones psíquicas y limitaciones del movimiento. Estos factores incluyen la depresión, la ansiedad, la fatiga, problemas para dormir y desajustes hormonales, entre otros.

Diagnóstico y tratamiento

Ante la sospecha de estar desarrollando síntomas de deterioro cognitivo, se pueden utilizar pruebas diagnósticas como análisis neuropsicológicos y técnicas de neurofisiología o de neuroimagen, para detectar la presencia de lesiones o alteraciones en el sistema nervioso, siempre complementadas con una evaluación subjetiva por parte de un especialista. Sin embargo, en ausencia de unas guías terapéuticas que definan el abordaje de este perfil sintomático, lo más recomendable es hablar con el médico y valorar conjuntamente la mejor estrategia a seguir en cada caso. En cuanto el tratamiento, lo más habitual es la llamada terapia cognitiva-conductual, junto con el uso de algún fármaco en caso de que se considere conveniente. Esta terapia, conducida por un psicólogo, está enfocada a detectar problemas y plantear acciones para superarlos. Con la ayuda del terapeuta, la persona identifica los problemas diarios que le originan los síntomas, para luego fijar unos objetivos de mejora y desarrollar estrategias que les permitan superar estas dificultades diarias y mejorar su situación.

Para hacer frente a los problemas de concentración y memoria que pueden dificultar las tareas del día a día, puede ser útil seguir algunos consejos como:

Por otra parte, algunas aproximaciones integrales como la rehabilitación cognitiva o el ejercicio físico también pueden proporcionar beneficios que repercutan positivamente en los síntomas cognitivos.

¿Estas alteraciones son permanentes?

El estudio del deterioro cognitivo en cáncer y su evolución es relativamente reciente; por lo tanto, actualmente disponemos de pocos estudios a largo plazo sobre la evolución de estos síntomas con el paso del tiempo. Sólo una minoría de las personas con deterioro cognitivo tienen efectos permanentes, ya que la mayoría de los síntomas tienden a ser transitorios, y remiten gradualmente con el tiempo.

Linfedema: qué es y cómo prevenirlo

A veces, el cáncer o el tratamiento para combatirlo pueden alterar el funcionamiento de los ganglios linfáticos. Cuando esto ocurre, la acumulación de la linfa en los tejidos puede provocar edema (hinchazón) en una extremidad, habitualmente en el brazo, dando lugar a lo que se llama linfedema.

¿Cuándo y dónde aparece el linfedema?

Aunque el linfedema puede presentarse en cualquier momento, en el 80 % de los casos aparece antes de los 3 años después de la cirugía o tratamiento. La localización depende en gran parte del tipo de cáncer: después del cáncer de mama suele aparecer en los brazos, mientras que el linfedema en las piernas es más frecuente después de un cáncer uterino, de próstata, linfoma o melanoma.

¿Qué riesgo tengo de desarrollar linfedema?

En el caso del cáncer de mama, el riesgo de desarrollar linfedema depende en gran parte de si durante la cirugía se han diseccionado los ganglios linfáticos de las axilas. También hay otros factores que pueden influir, como la obesidad, o el hecho de haberse sometido a radioterapia. Sin embargo, no se conocen con exactitud las causas del linfedema, y no se puede predecir con total certeza qué personas lo sufrirán y cuáles no.

¿Cómo prevenirlo?

A las personas con riesgo de desarrollar linfedema, se les recomienda tomar una serie de precauciones, entre las que se encuentran las siguientes:

  • Evitar extracciones de sangre en el brazo del lado de la operación.
  • Evitar levantar peso o hacer ejercicios violentos.
  • Avisar al médico en caso de notar sensaciones de tirantez o hinchazón.
  • Llevar guantes siempre que haya riesgo de cortarse.
  • Evitar hacerse heridas, por pequeñas que sean.
  • Facilitar el drenaje linfático con ejercicios específicos, vendajes de compresión o medicación, siempre bajo supervisión médica.

Además, hay una serie de ejercicios que, con el visto bueno del médico o fisioterapeuta, pueden ayudar a prevenir el linfedema:

 

Con respecto a otros tipos de actividad física, aunque históricamente se había recomendado limitar el uso del brazo con riesgo de desarrollar linfedema, el ejercicio leve, progresivo y supervisado ha demostrado no aumentar el riesgo de linfedema, y además se ha asociado a determinados beneficios.

Así pues, aunque resulte difícil anticiparse a la aparición del linfedema, es muy recomendable seguir las precauciones para prevenirlo y prestar especial atención a la extremidad afectada, consultando al médico si se presenta dolor, dificultades de movimiento o inflamación. La prevención y tratamiento precoz del linfedema son dos elementos clave para evitar el desarrollo de una inflamación grave y debilitante, que puede tener un gran impacto en la calidad de vida.

Referencias

Federación de mujeres con cáncer de mama (FECMA). El linfedema: recomendaciones y ejercicios para su prevención.

Asociación española contra el cáncer (2010). Linfedema: Prevención y tratamiento.

National Cancer Institute (2015). Lymphedema (PDQ) – Health professional version.

Entendiendo los datos de supervivencia

Cuando hablamos de cáncer, resulta impreciso utilizar el término curación, ya que a veces pueden quedar algunas células cancerosas sin detectar. Es por eso que los expertos utilizan los llamados datos de supervivencia, que miden los porcentajes de personas con un determinado tipo de cáncer que sobreviven un período de tiempo predefinido, normalmente 1, 2 o 5 años.

¿Qué son los porcentajes de supervivencia?

El término científico «supervivencia», sin embargo, no sólo sirve para hacer una estimación de la mortalidad (como es el caso de la llamada supervivencia global), sino que puede medir el tiempo que transcurre, de media, hasta cualquier evento. Así pues, cuando se mide el tiempo hasta una recaída hablamos de supervivencia libre de recaída y, de manera similar, el tiempo hasta el crecimiento del tumor determina la supervivencia libre de progresión. Estos datos sirven tanto para hacer una aproximación a un pronóstico como para estudiar la eficacia de diferentes tratamientos nuevos, en el contexto de los ensayos clínicos.

Datos de supervivencia en Cataluña

Se calcula que el año 2016 se diagnosticaron 38.500 casos de cáncer en Cataluña, excluyendo los cánceres de piel no melanoma, que son el tipo más abundante. Además, la incidencia del cáncer sigue teniendo una tendencia al alza, pues en 5 años se ha observado un incremento del 8 %. Por otra parte, también se ha observado un aumento en las tasas de supervivencia. La Generalitat de Cataluña publicó a principios de 2017 que la supervivencia a 5 años pasó de ser del 50,2 % al 57,3 % en un periodo de 10 años. La disminución de la mortalidad asociada al cáncer puede explicarse por mejoras asistenciales, la aprobación de nuevos tratamientos y las estrategias de cribado y detección precoz, como los programas de detección precoz de cáncer de mama, colorrectal y de próstata.

Evolución de la supervivencia a escala mundial

El incremento en la supervivencia no es un fenómeno exclusivo de Cataluña, sino que también se ha podido observar una progresión similar en España e incluso a escala mundial. Aunque no es posible saber con exactitud el número de personas que conviven con un diagnóstico de cáncer en todo el mundo, los diferentes registros nacionales permiten hacer estimaciones, que sitúan esta cifra en torno a los 28,8 millones de personas.

Esta tendencia al alza evidencia un cambio de paradigma y pone de manifiesto la necesidad de concebir y abordar el cáncer desde la perspectiva de una enfermedad crónica. Así pues, algunos expertos consideran que, más que la remisión total, el objetivo terapéutico debería ser mantener el cáncer estable, controlando la progresión, por lo que la convivencia con la enfermedad no repercuta en la esperanza de vida ni implique una disminución significativa de la calidad de vida.

Por otra parte, el creciente número de personas que superan o conviven con el cáncer contrasta con la falta de recursos dirigidos a mejorar la experiencia de los supervivientes: en este desequilibrio reside, precisamente, la razón de ser de esta página web.

Referencias

Federació Catalana d’Entitats Contra el Càncer (FECEC) (2014). Millorar l’experiència dels supervivents de càncer a Catalunya.

Registre del càncer a Catalunya, Pla Director d’Oncologia (2016). El Càncer a Catalunya (monografia).

Departament de Salut, Generalitat de Catalunya (2017). La supervivència a un càncer a Catalunya creix un 7% en deu anys (nota de premsa).