Consecuencias en la sexualidad: ¿Es algo común?
El cáncer y su tratamiento pueden afectar tanto a la sexualidad como a la funcionalidad sexual. Un alto porcentaje de personas sufren algún tipo de disfunción o alteración sexual tras superar el cáncer y, a pesar de ser un problema bastante común que afecta de manera directa al día a día y a la calidad de vida, el desconocimiento en torno a este tema y el pudor que produce hablar del mismo hace que pueda pasar desapercibido.
La sexualidad es un aspecto muy personal de cada persona, y puede resultar muy complicado hablar abiertamente incluso con la pareja o los profesionales médicos.
Las alteraciones o secuelas pueden darse tanto a nivel físico (a veces directamente relacionadas con la enfermedad o con los tratamientos empleados) como a nivel emocional, siendo lo más aconsejable, en ambos casos, recurrir a ayuda profesional.
El deseo sexual
El ciclo de respuesta sexual humana se divide en las fases de deseo, excitación y orgasmo. El deseo sexual es la emoción, el impulso o la fuerza que mueve a alguien a buscar un encuentro íntimo con otras personas. Nos motiva a relacionarnos, a compartir intimidad, a mantener relaciones afectivas y sexuales.
El deseo, a menudo, es la disponibilidad de iniciar un encuentro sexual, pero no siempre es así. Frecuentemente va asociado a la apetencia por intercambios eróticos diferentes a una relación coital como caricias sexuales o encuentros sensuales sin penetración.
Más allá del duro proceso que es la recuperación física en sí, la angustia o la tristeza pueden afectar al estado de ánimo, y cuando este no es bueno, es muy probable que haya falta de deseo sexual.
Por otro lado, cuando las personas experimentan dolor o malestar debido a la enfermedad, por ejemplo, a causa de los efectos de la quimioterapia o la radioterapia, es normal que no tengan deseo sexual y es muy importante que nadie se sienta presionado a mantener ningún tipo de relación sexual si experimenta dolor o malestar. Es importante que se tenga cuidado de este punto, ya que es lo primero que se debe tener en cuenta: el deseo o ganas de sexualidad de la persona que ha superado la terapia oncológica.
En el caso particular de los hombres, la terapia hormonal masculina puede hacer que disminuyan los niveles de testosterona, y con ello, la libido o deseo sexual. Por otro lado, tratamientos de soporte como los opioides (morfina, fentanilo) o algunos antidepresivos también pueden provocar pérdida de deseo sexual.
Posibles disfunciones sexuales como consecuencia del tratamiento oncológico
Los efectos secundarios o alteraciones que producen los distintos tratamientos suelen remitir al finalizar la terapia pero, a veces, parte de la toxicidad puede persistir un tiempo. En el caso de las disfunciones sexuales, pueden prolongarse durante los primeros dos años una vez superada la enfermedad y, en algunos casos, también durante más tiempo.
Así pues, la quimioterapia, la radioterapia, la terapia hormonal, la cirugía e incluso ciertos tratamientos de soporte pueden causar efectos no deseables sobre la vida sexual de las personas. En las mujeres, pueden provocar sequedad vaginal, dispareunia (dolor durante la penetración), menopausia precoz o dificultad para alcanzar el orgasmo. En el caso de los hombres, la principal secuela o efecto secundario puede ser la disfunción eréctil.
La terapia endocrina en mujeres puede derivar en síntomas como sofocos, sequedad vaginal, dispareunia, mayor prevalencia de infecciones urinarias, o períodos menstruales irregulares o ausentes.
La cirugía por cánceres ginecológicos puede causar cambios físicos que pueden afectar a la forma en la que vemos nuestro cuerpo y eso también puede tener un efecto nada desdeñable sobre la sexualidad. En el caso de los hombres, además, una cirugía de pene, recto, próstata o testículos puede alterar al sistema nervioso, afectando a capacidad de lograr y mantener una erección.
¿Qué tratamientos y medidas terapéuticas existen para combatir estas disfuncionalidades?
Afortunadamente, aunque el hecho de que estos efectos secundarios se prolonguen tras la terapia sea una posibilidad, existen varias aproximaciones terapéuticas que el médico nos puede prescribir si así lo cree aconsejable, que permiten recuperar o mitigar las alteraciones sobre la sexualidad.
En el caso de los hombres, el problema más frecuente es la disfunción eréctil, para el cuál existen diferentes opciones de tratamiento. La opción más cómoda es el tratamiento farmacológico de administración oral.
Los fármacos empleados son inhibidores de la fosfodiesterasa-5; como el sildenafilo, el tadalafilo o el vardenafilo, o los medicamentos inyectables; que aumentan el flujo de sangre en la zona, manteniendo la erección. Existen también otras opciones como la utilización de bombas de vacío o implantación de prótesis. Todos estos fármacos e intervenciones deben venir bajo prescripción y aprobación médica.
En las mujeres, los problemas más comunes son las alteraciones vulvovaginales como la sequedad vaginal, el prurito, las infecciones urinarias repetitivas o la dispareunia. Los estrógenos tópicos (en cremas, pastillas o anillos vaginales) son el tratamiento más común, aunque su indicación puede estar contraindicada en función de si el cáncer tratado era o no hormonodependiente.
Lo mismo ocurre con las terapias hormonales sustitutivas que pueden indicarse para atenuar la pérdida de deseo sexual. Por ello, en ambos casos, también es necesaria la intervención del médico para valorar el inicio y seguimiento de estas terapias.
Para la sequedad vaginal, también existen diferentes geles, cremas y productos hidratantes que ayudan a lubricar. En estos casos, estos productos no contienen hormonas, y por lo tanto, no vendrían restringidos en función de la tipología de cáncer que se haya superado.
Para los casos de dispareunia o dolor vaginal, si este está provocado por la estenosis o falta de elasticidad, existen, por un lado, dilatadores vaginales, y por otro, la realización de ejercicios de suelo pélvico que favorecen la relajación y fortalecimiento de los músculos vaginales.
Aspectos psicológicos y vida sexual: ¿cómo abordamos el problema?
Muchas veces, el origen de los trastornos sexuales puede estar relacionado con aspectos psicológicos o emocionales, o bien, estos pueden desempeñar un papel importante a la hora de afrontar este aspecto en la recuperación. Así pues, tras finalizar el tratamiento, pueden surgir preocupaciones relacionadas con el aspecto físico, un bajo estado de ánimo, una baja autoestima o ansiedad, que son aspectos que pueden impedir retomar o mantener la vida sexual.
En las relaciones de pareja, el proceso de adaptación puede afectar a ambos miembros de manera paralela. Muchas veces, fruto de la contención emocional sufrida durante la enfermedad, pueden quedar interiorizados sentimientos anteriores a la finalización del tratamiento; sentimientos que son necesarios expresar y sacar a la superficie. Es por ello, que la comunicación es parte fundamental en este proceso.
Es posible que la persona que ha superado la enfermedad sobrevalore las expectativas de su pareja, y conocer su perspectiva real ayudará a reducir la existencia de una posible presión autoimpuesta. Hablar de las dudas y los miedos, o de cualquier otra cuestión, evitará malentendidos y ayudará a acercar posiciones.
Los trastornos sexuales de origen psicológico más frecuentes en varones son la disfunción eréctil y la eyaculación precoz. En el caso de las mujeres, la disminución del deseo sexual, el miedo al dolor y las dificultades para llegar al orgasmo, pueden aparecer como trastornos comunes una vez superado el cáncer, y en muchos casos, también pueden tener un origen psicológico.
Es importante recalcar que la sexualidad es mucho más que sexo, es una parte importante en la vida de las personas, es afecto y es placer. La aparición y la persistencia de algunos impedimentos relacionados con la sexualidad tras superar un tratamiento oncológico puede ocurrir tanto a hombres como a mujeres.
Sin embargo, también existe un amplio abanico de terapias y metodologías que pueden ayudar a superar estos obstáculos y, para dar con las más adecuadas, lo más recomendable es pedir ayuda y asesoramiento a los profesionales médicos pertinentes para abordar esos inconvenientes de manera beneficiosa. Muchas de las entidades que proporcionan orientación y apoyo psicológico a las personas que han superado el cáncer también ofrecen sus servicios de sexología y terapia de pareja, y pueden ayudar a mediar en esas situaciones.
Referencias
Gepac – Todo lo que empieza cuando termina el cáncer
Cancer.org – Como el cáncer afecta la sexualidad
Cancer.gov – Efectos secundarios; sexualidad
Cancer.net – Sexualidad y tratamiento contra el cáncer
Livestrong.org – Sexualidad femenina tras el cáncer (inglés)
Cancer.ca – Sexualidad y cáncer