Cómo establecer rutinas saludables para volver a la normalidad

La importancia de las rutinas después del cáncer para la recuperación y la sensación de normalidad

Las rutinas son las costumbres de hacer ciertas cosas de una manera más o menos automática. Es decir, son los hábitos que adquirimos por la práctica repetida de actividades en la vida diaria, como por ejemplo los horarios que seguimos o las actividades que hacemos. Las rutinas son importantes a lo largo de la vida, pero lo son todavía más para las personas que han superado un cáncer.

Algunos de los motivos por los cuales las rutinas pueden contribuir a restaurar el equilibrio físico y emocional después del cáncer son que estructurar los días ayuda a reducir el estrés y la incertidumbre y, también, que dan sensación de control y seguridad sobre la vida diaria. Además, favorecen la adherencia de los hábitos saludables, cosa que es importante si se tienen que hacer cambios en la vida cotidiana, como, por ejemplo, aumentar la actividad física.

En este artículo, repasaremos cómo una rutina puede ayudar en la vida después del cáncer y de qué manera empezar a establecerla y a mantenerla en el tiempo, para que sea una aliada que ayude a fortalecer la confianza y la autoestima.

 

Cómo crear una rutina personalizada saludable, incluyendo ejercicio, alimentación y descanso

Tener una rutina es importante en el proceso de recuperación. Algunos de los elementos clave que se recomienda incluir en una rutina saludable son el ejercicio físico adaptado, la alimentación equilibrada y el buen descanso, por los beneficios demostrados que tienen sobre los pacientes.

No obstante, lo más importante a la hora de establecer una, es que sea efectiva. Es decir, que la persona sea capaz de mantener los hábitos en el tiempo e incorporarlos realmente a su vida diaria. Por eso, cuando se trata de cambiar varios factores de la vida cotidiana se recomienda hacer los cambios de manera progresiva, para evitar el agotamiento y la falta de continuidad. Así, en el caso de la práctica de actividad física, se podría empezar incorporando primero un día de ejercicio y un segundo al cabo de dos semanas. Además, es importante que cada persona adapte la rutina según sus preferencias, puesto que habrá gente que preferirá levantarse pronto; y otra, que será más productiva por la tarde.

Los profesionales del equipo médico pueden asesorar a la hora de empezar a incorporar los cambios, ya que son los que mejor conocen la historia de cada paciente y sus necesidades físicas y emocionales. Igualmente, los recursos que ofrecen algunas entidades pueden ser de gran ayuda en el proceso de integración de los cambios y la adquisición de nuevos hábitos. Algunas iniciativas, como por ejemplo Rutinoterapia, acompañan durante todo el proceso con talleres y cursos en línea para ayudar a las personas a sentirse mejor durante el cambio.

También, para los más aficionados en las tecnologías existen aplicaciones móviles y herramientas digitales que permiten registrar las rutinas. Algunas de estas aplicaciones son como un juego, donde lograr los objetivos fijados da puntos y premios que pueden ser una fuente de motivación.

 

 

Consejos para mantener rutinas en momentos difíciles

A pesar de que las rutinas, la constancia y la continuidad son importantes, en momentos difíciles puede ser complicado mantener la fuerza para cumplirlas. Es entonces, cuando es importante tener en cuenta algunos factores que ayudan a mantenerlas:

 

  • Ser flexibles: incluso siguiendo una rutina, la flexibilidad es clave para garantizar la continuidad. Es fundamental poder ajustarla a las necesidades de cada momento, según el estado físico y emocional.
  • Tener una red de apoyo: mantener la rutina depende también de tener personas alrededor, como familiares, amigos o grupos de apoyo que hagan los cambios al mismo tiempo. Así, en momentos difíciles, estas personas pueden ayudar y motivar a continuar adelante.
  • Dividir los grandes hitos en pequeños pasos: la sensación de progreso es importante para mantener la motivación y la confianza en el cambio. A algunas personas también les puede ser de ayuda hacer un registro de los avances y visualizar su evolución.
  • Recordar el propósito y los beneficios a largo plazo del esfuerzo que se hace.
  • Mantener el equilibrio entre las rutinas diarias y la vida social.

A pesar de que hablar de rutinas puede recordar a las actividades que se hacen por obligación, también es importante reservar tiempo para el ocio. La planificación se hace para tratar de integrar tanto actividades sociales como laborales, con el objetivo de equilibrar el trabajo, el descanso y el ocio. Así, planificar este tiempo es tan importante como destinarlo a otras ocupaciones.

En cuanto a las actividades sociales, se debe considerar que estar socialmente activo no implica tener que participar en todas las actividades que se presenten, sino en aquellas que generen bienestar. Estas pueden ser la práctica de aficiones, disfrutar de tiempo con amigos o familiares, salir a pasear o, simplemente, tener momentos de tranquilidad con o sin compañía.

No obstante, escucharse e identificar cuándo el cuerpo necesita descansar es importante para ajustar la rutina, aumentando el tiempo de descanso o desconexión, incluyendo la desconexión digital para mejorar la calidad del reposo. Así, en semanas más ajetreadas quizás optar por actividades de ocio más relajadas es una buena opción, reservando las actividades más dinámicas para momentos menos demandantes.

Por otro lado, también es fundamental para las personas que han superado un cáncer mantener una buena comunicación con el entorno: manifestar y respetar las necesidades en cada momento para poder disfrutar de un tiempo de calidad.

En definitiva, la planificación y las rutinas son una estrategia para facilitar la vida diaria y la adopción de cambios hacia un estilo de vida más saludable, donde también haya espacio para el descanso y el ocio y que permitan disfrutar mejor del tiempo de calidad.

 


Referencias

 

Beneficios de la atención psicooncológica tras haber vivido un cáncer

Haber vivido una enfermedad oncológica tiene un impacto más allá del estado físico, afectando también aspectos emocionales, al ambiente familiar y laboral, y a la calidad de vida. De esta forma, surge la necesidad de adaptarse a la nueva situación de forma sana y de tomar consciencia de la importancia del autocuidado a nivel psicológico.

Es así como nace la psicooncología, cuyo objetivo es el de atender las necesidades psicológicas de la persona que ha tenido una enfermedad oncológica, los familiares que lo necesiten y atender también a los profesionales de los equipos de salud relacionados con la enfermedad. Existen varias alternativas a disposición de las personas que han vivido una situación de este tipo, así como para sus familiares o cuidadores.  Así, encontramos las psicoterapias individualizadas, las psicoterapias grupales, o los grupos de apoyo mutuo. La participación en estos recursos de soporte psicológico no es obligatoria, sin embargo, hay evidencia de que la atención psicooncológica, cuando la persona considera que lo necesita, tiene un efecto casi inmediato en la mejora de la situación emocional.

 

¿Cuándo se debería acudir al psicooncólogo?

El diagnóstico del cáncer es habitualmente un hecho que desestabiliza emocionalmente, y una vez que se ha vivido la experiencia también pueden surgir miedos e inseguridades. La psicooncología se encarga de atender las necesidades a nivel psicológico de la persona afectada en el proceso y evolución de la enfermedad, mejorar el afrontamiento a la misma y repercute en beneficiar la calidad de vida. Acudir a un psicooncólogo puede ser necesario durante el proceso de la enfermedad, pero muy frecuentemente surge la necesidad de acudir en el período de la remisión de la enfermedad, puesto que es cuando se detecta un aumento del malestar emocional, con la afectación del estado de ánimo. Así pues, la intervención psicooncológica puede beneficiar en cualquier momento, tanto a la persona que ha vivido un cáncer como a otros miembros de su familia que puedan necesitarlo.

Algunos centros de salud y hospitales ofrecen este servicio especializado de atención psicológica, pero en caso de no estar disponible,  o no tener acceso a él, hay varias entidades que dan soporte a los interesados, como las organizaciones federadas a la FECEC.

 

¿Cuáles son los beneficios de la psicooncología?

La psicooncología tiene varias funciones que son beneficiosas a lo largo de todo el proceso:

  • Proporcionar herramientas para manejar el dolor y aliviar el malestar emocional.
  • Ayudar a mantener la autoestima, puesto que los tratamientos pueden afectar al aspecto físico.
  • Permitir el desahogo emocional, facilitando la expresión de miedos y preocupaciones por la incertidumbre a volver a padecer la enfermedad.
  • Proporcionar las herramientas psicológicas necesarias para asumir la experiencia, integrarla y lentamente, volver a la normalidad.
  • Promover el soporte sociofamiliar fortaleciendo la comunicación entre los afectados y los familiares.
  • Valorar los criterios para participar en la psicoterapia grupal y los grupos de ayuda mutua.
  • Ayudar a los familiares y cuidadores, fomentando el autocuidado y comprender sus emociones para poder adaptarse de forma saludable a la situación.

 

La psicooncología es importante en todas las fases del cáncer:

La psicooncología está presente en todas las fases de la enfermedad y aborda las necesidades específicas de cada una de ellas para mejorar la calidad de vida. El papel del psicooncólogo en la remisión es particularmente importante, puesto que acompaña en el proceso de vuelta a la normalidad, a la rutina, y se encarga de trabajar los miedos a la recaída.

Las personas que han vivido un cáncer pueden presentar secuelas físicas y psicológicas. Por ello, la intervención psicooncológica juega un papel fundamental ayudando a estas personas a gestionar sus emociones y cómo perciben la vida, contribuyendo a que se sientan mejor consigo mismos e integren de forma adaptativa las viviencias de cada momento.

 

La intervención psicooncológica puede ser individual o grupal.

En la psicoterapia individual, las sesiones se realizan con el psicooncólogo directamente. Las psicoterapias grupales, por otro lado, aunque también están dirigidas por un psicooncólogo, se realizan en grupos de iguales que intentan ser homogéneos.

 

¿Cuál es la diferencia entre la terapia de grupo y los grupos de ayuda mutua (GAM)?

La terapia psicológica de las personas que han vivido un cáncer también ofrece la posibilidad, si se requiere, de asistir a terapias de grupo y a grupos de ayuda mutua.

  • Terapia de grupo:

Las terapias de grupo forman parte de la psicoterapia y ayudan a la adaptación psicosocial de la persona que ha vivido la experiencia de tener un cáncer. Estas terapias se enfocan en fomentar su adaptación y favorecer su crecimiento personal. Un buen momento para iniciar la terapia de grupo es una vez finaliza el tratamiento oncológico, que es el punto de inflexión cuando el control pasa del personal médico a la propia persona.

Las terapias grupales, que pueden ser de varios abordajes psicoterapéuticos distintos, se adaptan a las necesidades de los miembros que lo componen y están guiadas por un psicoterapeuta que dirige las sesiones. Suelen estar divididas en módulos que tratan diferentes temas, ya que se busca un cambio duradero en el afrontamiento de los participantes, favoreciendo la expresión emocional y el aprendizaje interpersonal. Por ello, normalmente, se intenta que el grupo sea homogéneo y que se encuentren en el mismo estadio de la enfermedad.

  • Grupo de ayuda mutua:

A diferencia de las terapias de grupo, los grupos de ayuda mutua no se engloban dentro de la psicoterapia. Estos grupos son un espacio de encuentro y apoyo entre iguales y aunque pueden beneficiar la salud mental de los participantes, no tienen la figura del psicoterapeuta que medie las sesiones de grupo. Los grupos de ayuda mutua se caracterizan porque se gestionan ellos mismos, no tienen diferencias de rol, se expresan los sentimientos y se comparten las experiencias vividas con otras personas en situación similar. Esto permite a los participantes sentirse más comprendidos y acompañados, reduciendo el estrés y la sensación de impotencia.

 

¿Los familiares y cuidadores también pueden usar estos grupos?

La terapia grupal y los grupos de ayuda mutua pretenden mejorar la calidad de vida de las personas que han vivido un cáncer y la de sus familiares, ayudándoles a desarrollar las competencias que les permitan manejar el malestar psicológico asociado a esta situación.

La participación en estos grupos ayuda a familiares y cuidadores a comprender que el cáncer afecta tanto al paciente como al entorno, y da herramientas para aprender a gestionar las emociones durante el proceso o una vez finalizada la enfermedad.

Existen varias entidades federadas a la FECEC, Junts contra el càncer, que proporcionan recursos para la orientación y apoyo psicológico a las personas que comienzan esta nueva etapa tras finalizar el tratamiento contra el cáncer.

 

Asesoramiento y apoyo:

 

Terapia de grupo:

 

Soporte clínico:

 

Terapia sexual y de pareja:

 

Grupos de ayuda mutua: