Lanzarse al agua después del cáncer

Como influye la natación en el bienestar físico

 

La natación es un deporte de bajo impacto. Esto quiere decir que los movimientos que se realizan tienen un impacto suave en las articulaciones y, por lo tanto, se asocian a un riesgo más bajo de lesión. Por este motivo, la natación esta recomendada para todo tipo de personas, incluyendo niños, gente mayor y personas que han pasado por una enfermedad como el cáncer, donde la condición física se ha visto comprometida.

 

Además, la natación es el deporte aeróbico por excelencia ya que se practica a niveles de intensidad moderada durante un periodo de tiempo relativamente largo. A nivel muscular, esto implica el uso de oxígeno para quemar la grasa y el azúcar y extraer la energía necesaria para el esfuerzo físico. Todo esto sumado al hecho de que todos los grandes grupos musculares están implicados, incluido el corazón, hacen que la práctica de la natación dote al cuerpo de mayor resistencia.

 

Otros músculos que trabajan y se fortalecen en cada brazada son los que se encargan de llenar y vaciar de aire los pulmones, haciendo que en cada respiración se pueda inspirar y expirar más aire con menos gasto energético, es decir, más eficientemente. De rebote, el hecho de que sea más eficiente permite bajar la frecuencia respiratoria y la presión sanguínea.

 

La natación y el bienestar emocional

 

Hay numerosos estudios que correlacionan la práctica de deporte aeróbico como la natación con la mejora del bienestar psicológico. A través del aumento de la circulación sanguínea hacia el cerebro y la liberación de neurotransmisores, nadar nos aporta, principalmente, los siguientes beneficios:

 

  • Reducción de los síntomas de angustia y depresión y por lo tanto mejora del estado de ánimo.
  • Mejora de la capacidad de aprendizaje y memoria.
  • Mejora de las funciones cognitivas (percepción, atención, razonamiento, entre otros).
  • Mejora de la coordinación y habilidades visuales-motoras.

 

 

Consideraciones específicas para después del cáncer de mama y linfedema

 

La natación es un ejercicio muy completo y de los más indicados. Sin embargo, después de haber superado un cáncer de mama y también en casos de linfedema, se recomienda seguir los siguientes consejos si se tiene intención de volver al mar o a la piscina.

 

  • Consultar y pedir la aprobación del médico. Sobre todo, preguntar si se debería evitar algún movimiento o limitar la amplitud de la brazada.
  • Avisar al instructor de que hemos superado un cáncer de mama y si padecemos de linfedema. También le podemos pedir que modifique los ejercicios con movimientos que nos cueste realizar.
  • Asegurarnos de calentar y estirar antes del ejercicio, sobre todo las extremidades superiores.
  • Progresar lentamente en cada entrenamiento. La mejora será gradual y única en cada caso. Hay que darse tiempo para recuperarse y estar más fuerte, flexible y sana, sin comparar nuestro progreso con el de las otras ni con el nuestro propio antes de la enfermedad.
  • Concentrarse en el estado físico. Lo más importante es estar en buena forma física, aunque esto signifique hacer menos. Y si se siente dolor, es recomendable detenerse o hacer movimientos suaves.
  • Hacer ejercicios de relajación después de cada entrenamiento, estirar y descansar es necesario. En caso de estar muy cansada, resfriada o con alguna infección, mejor tomarse un día libre.

 

Nadar en la piscina, en agua abiertas y consejos de entrenamiento

 

La piscina es un espacio totalmente seguro y además siempre se puede pedir consejo y ayuda al socorrista o instructor/a presente. Sin embargo, el número de personas que se han animado a salir a nadar al mar ha ido en aumento en los últimos años.

 

Iniciar o retomar la natación en aguas abiertas es un reto, pero, a diferencia de la piscina, es una experiencia mucho más agradable porque se suman los beneficios del agua del mar para el cuerpo, el sol y, en conjunto, el hecho de disfrutar de hacer deporte al aire libre.

 

Hay entrenamientos diseñados para iniciarse en la disciplina o bien para mejorar el tiempo y la forma física, sobre todo si hemos pasado por una enfermedad. No obstante, se tienen que tener en cuenta estos consejos fundamentales:

 

  • No nadar nunca solo en el mar. Buscarse un grupo de entrenamiento o club. Los clubs suelen tener un seguro y vigilancia mientras el grupo nada.
  • Calentar antes de entrar en el agua.
  • Llevar una boya de seguridad en la cintura para descansar y ser vistos por las embarcaciones. Se venden en cualquier tienda de deporte especializada.
  • En caso de malestar físico (rampas, mareos, etc.), detenerse, pedir ayuda y, si es necesario, salir del agua siempre acompañado por alguien.

 

Haber superado un cáncer no es impedimento para plantearse un reto deportivo, sea cual sea y a la edad que sea. Si se hace con constancia, precaución y motivación, no habrá problema en alcanzarlo. El testimonio de Selina Moreno es un ejemplo de mujer que superó un cáncer de mama diagnosticado a los 33 años y ahora, a sus 40, nada largas distancias. No es olímpica ni profesional, pero encontró en la natación un estímulo para crecer y superar sus propios límites.

 

 


Referencias

  1. La Vanguardia (2016). Cómo la natación ayuda a que nuestro cerebro esté más sano.
  2. World Cancer Research Fund. In the news: report confirms the benefits of swimming.
  3. breastcancer.org
  4. TimeOut (2017). Natació en aigües obertes a Barcelona: rutes i consells per entrenar.