La experiencia del cáncer suele alterar la vida de la persona que ha tenido cáncer y la de su entorno. Siendo posible que la enfermedad le haga cambiar su día a día, los planes de futuro, la manera de pensar y de relacionarse con los que le rodean.
Por lo tanto, después de los tratamientos no sólo hay que iniciar un propio proceso de recuperación, sino que también comenzará una etapa de adaptación a la manera en que las personas del entorno se relacionan.
Relacionarse con los demás
Relacionarse con otras personas y vivir en un entorno socialmente estimulante son piezas clave para la recuperación. Contar con una red social de apoyo permite compartir momentos, pensamientos y emociones, es una fuente de bienestar y salud.
Un período de recuperación físico y emocional será necesario para poderse incorporar y adaptarse de forma gradual a los anteriores o nuevos hábitos de vida.
Por ello es recomendable
– Pedir ayuda a los amigos o los familiares. De este modo, se recibirá el apoyo que uno necesita y sus seres queridos también se sentirán útiles.
– Planear lo que se dirá sobre la experiencia que se ha vivido. No existe una manera correcta o incorrecta de abordar con los otros el tema de su enfermedad; sólo es necesario abrirse a la gente.
– Mantener los contactos durante su recuperación. Los amigos y los compañeros de trabajo deberían estar informados de la situación, así el retorno al trabajo o en las otras actividades será más fácil para todos si se ha mantenido en contacto. (Artículo reinserción laboral)
Según un informe realizado por el Grupo Español de Pacientes con Cáncer (GEPAC) sobre las necesidades de los supervivientes de cáncer, las relaciones sociales, con la familia y la pareja, tienen un gran impacto en la vida de las personas después del cáncer:
La familia
Cuando el tratamiento termina, muchas familias no están preparadas para esperar todo el tiempo que lleva la recuperación. A menudo, después de haber superado el cáncer, la persona que ha tenido cáncer necesita un periodo de adaptación largo, ya que no siempre está a la altura de las expectativas de la gente que le rodea, y tiene que ajustarse a una nueva realidad y comenzar la lucha de la recuperación. Por ello es fundamental que la familia respete este proceso.
Aunque a veces resulta difícil adaptarse a los cambios, expresar los sentimientos que se experimentan y saber cómo hablar del cáncer sin miedo, es importante:
– Ser sinceros con la familia (hablar de la manera más directa y franca posible)
– Permitirles estar informados y participar en la recuperación
– Pasar tiempo adicional juntos
– Apoyarse mutuamente
Sin empatía ni comunicación, no se logra conocer la naturaleza de los problemas reales y, por tanto, no se puede plantear una solución. Es igual de importante hablar que escuchar para poder compartir los aspectos que les preocupan, como que procuren que la enfermedad vaya ocupando un lugar más secundario en sus vidas, de manera progresiva y gradual.
Conviene saber valorar el esfuerzo realizado por cada uno durante la enfermedad, ya que afrontar un cáncer, como paciente o como familiar, supone un reto para el que no se suele estar preparado.
Para afrontar posibles conflictos, puede ser conveniente crear un entorno de confianza en el que uno se sienta cómodo para expresar las emociones. Este entorno sólo se podrá construir si no se culpabiliza a los demás de lo que dicen o piensan. Hay que tener en cuenta los sentimientos del interlocutor y ponerse en el lugar de la otra persona. Además, en este espacio se deben respetar las diferencias comunicativas y relacionales, así como la diversidad y forma de ser de cada persona.
Queda claro que la unidad familiar tiende a ser una pieza clave en el proceso de readaptación a la vida después del cáncer, con especial importancia de la familia nuclear, padres e hijos que conviven dentro de la misma vivienda.
Los amigos y compañeros de trabajo
A raíz de la enfermedad, es posible que se note que el entorno social más cercano ha cambiado. Podría ser que la enfermedad haya podido alterar la dinámica del grupo de amigos o provocar cambios de actitudes en algunas personas del entorno, que deberán haber sorprendido positivamente o negativamente.
Las sorpresas negativas o decepciones proceden de las expectativas de apoyo que uno mismo tiene de alguna persona y que éstas no se hayan cumplido. Hay que tener en cuenta que esta persona puede tener diferentes motivos para distanciarse que uno ignora. Conocerlo ayudará a tomar una decisión más razonada sobre esta relación.
Si se tiene la impresión de que los amigos y los compañeros de trabajo tienen una actitud poco solidaria, podría ser por su manera de mostrar preocupación tanto para la persona que ha tenido cáncer como por el impacto que la enfermedad tiene en ellos mismos. Aunque se trata de una enfermedad socialmente conocida, muchas personas tienen miedo o se sienten incómodas al hablar con una persona con cáncer.
Estas concepciones o prejuicios pueden tener su origen en el hecho de no saber cómo manejar el dolor, propio o ajeno, y/o no saber cómo ofrecer apoyo. Hay quienes deciden distanciarse para evitar estas situaciones y pueden considerarse, incluso, que lo hacen para respetar la intimidad de quien ha tenido cáncer.
Aunque la percepción social de la enfermedad está cambiando, hay muchas personas que la conciben como un proceso de dolor y sufrimiento que debe ser vivido en la privacidad de la familia. Prefieren mantenerse al margen y, de esta manera, protegerse también ellos mismos de la exposición al dolor. Esta es una forma de escapar de la sensación amenazante que cualquier persona puede tener cáncer y que nadie es inmune.
Puede resultar muy positivo intentar entender los posibles miedos de los demás y ser paciente a medida que se trata de recuperar una buena relación, ya que disponer de una red social de apoyo puede repercutir positivamente en la salud y ayudar a mejorar el bienestar personal.
Referencias
- National Cancer Institute (NCI) (2012). Siga adelante: La vida después del tratamiento del cáncer.
- Grupo Español de Pacientes con Cáncer (GEPAC) (2016). Manual para superviventes de cáncer y sus familiares.
- Clara Pérez Cárdenas. Evaluación psicológica del paciente con cáncer en la APS. Rev Cubana Med Gen Integr v.21 n.1-2 Ciudad de La Habana ene.-abr. 2005.